Verdeliss y los dramas imprevistos con los hijos: la historia del Batman que quiso ser Spiderman
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Estefanía Unzu no quiso ocultar en su entrevista con ElDesmarque que con los hijos es muy complicado evitar situaciones imprevistas y algún que otro drama. Si muchas veces es complicado de gestionar todo esto con uno, Verdeliss nos reveló que ya con ocho la gestión es aún peor.
En un tono divertido y ya con la perspectiva que da el hecho de que el drama en cuestión ya pasó, Verdeliss nos contó un ejemplo real que le pasó el pasado verano, donde de manera urgente tuvo que aparecer el Ratoncito Pérez. El hijo en cuestión quería un Spiderman o se acababa el mundo y claro... la búsqueda no fue nada sencilla...
"Con tantos niños sabes que algún drama te va a coincidir. La última, estando de vacaciones en Huelva y búscate la vida para ver cómo consigues un Spiderman en Punta Umbría, que es una zona superturística alejada de lo que es el centro de Huelva. Me pasee, como pude, infraganti con los niños, en las típicas tiendas de souvenirs, intentando encontrar un Spiderman y, al final, fue un Batman lo que encontré y no funcionó, ¿sabes? No ha servido para nada. Esos son momentos en los que no sabes si reírte o llorar". Cosas de niños... y de padres. A veces ni el gran Ratoncito Pérez puede acertar.
Verdeliss, del Spiderman al desorden del hogar
Igual que hay que lidiar con el que el Ratoncito Pérez no haya podido acertar, hay que lidiar con el desorden diario que hay en una casa con niños. Verdeliss tampoco quiso ocultar eso:
"Tengo una parte del salón con pinturas rupestres porque mi hija además no pinta con rotuladores, pinta con permanentes. Tengo los brazos de mis sofás que como no son desenfundables están destrozados de estar ahí con sus 'sippy cups', las botellitas de beber, de la leche, de los zumos... que se pone todo que no veas. Y es una casa relativamente nueva. Tiene cinco años y me acuerdo que cuando empecé era como, vamos a cuidarla, vamos a tenerla bonita y sufría. Al final, cuando te deshaces es así, ya está, no pasa nada, aprendes a convivir con ello y a relativizar. Y cuando tienes ocho hijos te das cuenta. La gente me pregunta, es que yo con uno ya estoy desquiciada, lo llevo fatal, no sé cómo lo haces con ocho. Yo con un hijo me sentía mucho más desbordada que con ocho hijos, pero porque gran parte de sentirme así era esa continua inseguridad de preguntarme y de sentirme como novata siempre para todo. Al final es el estar continuamente en tela de juicio conmigo misma, de lo estaré haciendo bien, de la carga de inseguridades hasta materialmente con mi tiempo".