Cinco minutos fulgurantes y 85 de sopor para llevarse un punto de Lezama

El Real Oviedo empató frente al Amorebieta en el partido correspondiente a la jornada 5 de LaLiga SmartBank. Un duelo en el que el Oviedo parecía salir a por todas, mirando con voracidad a su rival y los puestos de play off. Sin embargo, la verticalidad y la presión arriba le duró cinco minutos.

La primera parte empezó fulgurante, con un gol de Borja Bastón prácticamente en la primera ocasión del partido. A los tres minutos ya ganaba el cuadro carbayón. Sin embargo, a los 8 volvía a campear el empate debido a la mala defensa de una acción en la que Gorka Guruzeta anotó la igualada. Sin embargo, lo que apuntaba a un partido de altísimo ritmo y ocasiones se acabó difuminando. Poco a poco fue bajando el ritmo y ninguno de los dos conjuntos volvió a tener ocasiones claras. En este sentido el Amorebieta tuvo algún que otro conato de acercamiento, pero sin peligro real.

Ante el Amorebieta, otro partido plomizo y sin intención

Ya en la segunda parte, el Oviedo siguió picando piedra. Pero volvemos a lo mismo, las tímidas conducciones de Viti, algún truco esporádico de Borja Sánchez o el juego de espaldas de Obeng no llevaron al cuadro carbayón a tener opciones serias para volver a ponerse por delante. Los de Ziganda defendían muy abajo y, cada vez que recuperaban, lo hacían más cerca de su portería que de la contraria, por lo que cada vez que tenía la pelota se veía obligado a avanzar muchos metros para insinuar algo de peligro. Algo que, de hecho, apenas ocurrió.

De hecho, apenas Pombo (el más diferente de todos junto al intermitente Borja Sánchez) intentó algo que no fuera dársela al compañero que tenía más cerca. Al menos el zaragozano condujo, dribló y sacó algo de carácter en esta soleada tarde dominical.

Y es que el bajísimo ritmo del Oviedo permitía continuamente al Amorebieta cerrarse atrás y no sufrir frente a los carbayones. Apenas Pombo, que buscó conducciones y disparos de media distancia, intimidaba algo. Algún centro desde la derecha de Carlos Isaac también despertaba un poco del letargo al espectador, pero sin peligro dados los tres centrales del cuadro vasco.