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Las últimas crisis deportivas se llevaron por delante técnicos y presidentes
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Las últimas crisis deportivas se llevaron por delante técnicos y presidentes

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Álex Santos
Enesto Valverde en cuclillas en el campo  en la final de la Copa del Rey
Enesto Valverde en cuclillas en el campo en la final de la Copa del Rey

Una crisis deportiva en Can Barça, y que acaba siendo institucional por contagio, tiene la pinta de acabar mal, si en la entidad o entorno no se actúa con contundencia, es decir, que acaben costándole el cargo al entrenador y, en ocasiones, al presidente.

Así es como ha sucedido en el club catalán en los últimos decenios, en los que a pesar de haberse dado periodos de mucha estabilidad en los banquillos, las crisis deportivas se han llevado por delante al propietario del banquillo, cuya resolución salomónica suele contar con la mayoría de respaldos.

El caso del FC Barcelona en este fin de temporada es paradigmático, ya que el vuelco que ha dado la entidad en los últimos decenios ha llevado a sus aficionados a no contentarse sólo con la Liga, dado el nivel de exigencia que existe en la actualidad y el enfado permanente que se detecta tras haber quedado eliminado de la Liga de Campeones y haber perdido la final de la Copa del Rey el pasado sábado.

El actual entrenador, Ernesto Valverde, está en el punto de mira, y ello no es ninguna sorpresa, porque ya lo estaba antes del partido contra el Valencia, cuya salvación y perdón sólo hubiese llegado de ganar la final y hacerlo de forma brillante, con un partido excelso. Ello hubiese servido como mínimo a la directiva para formar un dique de contención contra las voces que ni así hubiesen dejado de pedir la cabeza del entrenador.

Tanto Valverde como el presidente Josep Maria Bartomeu teatralizaron antes de la final un reconocimiento y apoyo para hacer más llevaderas las tres semanas que debían transcurrir desde la eliminación en Liverpool y la final contra el Valencia, sabiendo ambos, por la naturaleza del fútbol, que las facturas se deberían pagar más pronto que tarde y en una de ellas, incluso, podía estar la destitución del entrenador.

En estos momentos, quizá a Valverde sólo le quede el parapeto del director deportivo Pep Segura, responsable máximo de algunos de las contrataciones más aciagas y que tienen en el fichaje de Kevin-Prince Boateg el icono del despropósito, ya que debía ser el recambio como delantero centro y ha acabado siendo un jugador invisible y con nula aportación. En la final de Copa, sin el lesionado Luis Suárez y con el joven Abel Ruiz en el banquillo, el Barça jugó sin ariete.

A pesar de que Bartomeu está comprometido con la idea futbolística de Pep Segura, alejada por completo del concepto cruyffista que parte de la entidad anhela para que se restituya, el cargo del secretario técnico también estará sobre la mesa a la hora de definir la estructura deportiva del Barça del curso que viene. Un adiós de Segura podría ayudar a Valverde a seguir un tercer año.

Este escenario de crisis en el Barcelona sería impensable con la mentalidad de décadas pretéritas, en las que la sola obtención del título liguero (como ha sucedido este curso) hubiese bastado para poner en marcha una fiesta por todo lo alto, repartir renovaciones por el vestuario e, incluso, adelantar elecciones a la presidencia para aprovechar el viento favorable, como en alguna ocasión llegó a materializar el que fuera presidente Josep Lluís Núñez.

No obstante, a falta de algún título y en momentos de crisis extrema, la guillotina presidencial no perdonaba. Así, tras perder la final de Copa del Europa en 1986, y a pesar de aguantar al técnico británico Terry Venables un curso más, el juego pobre y falto de expectativas acabó con su destitución, en medio de una crisis social y deportiva que llevó a situar a Luis Aragonés en el banquillo (ganó una Copa del Rey).

Aquel tramo final de los años ochenta estuvieron sacudidos por una crisis que no había por dónde atacarla en Can Barça y que llevó a los jugadores, respaldados por Aragonés, a pedir la dimisión de Josep Lluís Núñez, en el conocido 'Motín del hesperia' (por el nombre del hotel donde los jugadores reclamaron ante la presa el adiós del presidente).

Núñez fichó a Johan Cruyff para iniciar una etapa gloriosa, no exenta de baches y crisis deportivas y de relación entre el presidente y entrenador, que concluyó en 1996 con la también destitución del que ha sido un símbolo deportivo para la mayoría de barcelonista.

De mayor calado fue la crisis que el FC Barcelona vivió bajo el corto mandato de Joan Gaspart, quien acabó saliendo del club en el 2003 después de que la entidad azulgrana viviese su peor momento institucional, originado por una situación deportiva en la que no llegó ni un solo título bajo su mandato.

El siguiente bache barcelonista se vivió bajo el mandato de Joan Laporta, cuando en el 2008 el club debió prescindir del entrenador Frank Rijkaard, después de dos años sin ganar nada, y que frenaron la continuidad de un periodo espléndido, en el que el Barça de entonces llegó a ganar dos Ligas seguidas y una Copa de Europa, pero sus grandes jugadores, entre ellos Ronaldinho, acabaron dimitiendo en el campo y cayendo en picado su rendimiento.

Tras superar una moción de censura Laporta, Josep Guardiola, en la temporada 2008-09, fue el encargado de enderezar la nave y en su primer curso firmó un triplete (Copa, Liga y Liga de Campoones), y aquel 2009 finalizó con tres títulos más (Mundial de Clubes y Supercopa de Europa y España).

Hasta la llegada de Valverde, el Barça sólo ha pasado un año sin ver un título, como fue el curso en el que estuvo el argentino Tata Martino, que acabó saliendo por la puerta de atrás, sin haber propuesto nada que haya quedado para el recuerdo.

Ahora, una nueva crisis deportiva sigue sin diluirse en Can Barça, pero con un título de Liga al lado. Esta vez, la Liga de Campeones y la incapacidad para ganarla ha sido el detonante que está haciendo que vuelvan a tomarse posiciones dentro del club sobre si Valverde, que en banquillo ha sido el gran señalado tras las eliminaciones en Roma y Liverpool estos dos años anteriores, tiene suficiente capacidad para hacer jugar mejor al Barça y evitar un nuevo episodio en este escenario.

A pesar de que el Barça ya ha dado vacaciones a los suyos (los internacionales aún tiene agenda deportiva), en las oficinas del club no se va a dar por finalizada la temporada hasta que no se resuelva un punto esencial, más allá de las altas y bajas de jugadores: qué hacer con la dupla Segura-Valverde, y más cuando en el primer tropiezo en el curso que viene las quejas no sólo podrían reproducirse, sino que acaben saltando del banquillo al palco de honor.

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