One Club Captain: Capitán Athletic

Don Carlos Gurpegui cuelga botas, que no sonrisa, suelta el nudo de los cordones que sujetaban sus heridas.

A cierta edad uno puede empezar a comparar con perspectiva las trayectorias completas de algunos futbolistas.
Contar batallas de Iraola, de Urzaiz, del Gallo o De la Perla, de cómo De Marcos vino a trote desde Laguardia (he visto a Óscar ir corriendo a por el pan), de...
Me dijeron que jugaba a fútbol, a primera vista vestía de púgil, estaba hecho de trozos de Goiko y fibras de espárrago, todavía peso wélter, que no blando... Las temporadas y la edad transcurren y me puedo permitir narrar batallas a mis hijos, adornar la llegada y retirada de nuestros jugadores de leyenda, incluso recrear  alguno de sus goles: rematar de testarazo cuando fue de churro, tirar primero un caño y pared, chutar de exterior habiendo sido de media tibia, hacer más largo el tiempo del partido o manipular el % de posesión del Athletic.
¿A quién le duele la memoria si alegra el presente?, a veces, bueno, siempre, equivoco un resultado pasado, los años no perdonan y la pelota, sin querer descansa en la red del arco contrario.
A este chaval le vi llegar de lejos y de largo, de ceño recto y perfil de cómic, de película 300.
Me dijeron que jugaba a fútbol, a primera vista vestía de púgil, estaba hecho de trozos de Goiko y fibras de espárrago, todavía peso wélter, que no blando, ADN de ribera y mostrador de mármol blanco, madrugada helada, sonrisa de piquillo y mirada de pan de leña.
Todavía no sabía que el destino le guardaba un debut coronado de espinas, de veterano antes de tiempo, de grada oscura e insulto bajo, un libro que él ha convertido en un final de rosas rojas y blancas.
El fútbol le ha partido el pecho y la nariz de forma reiterada, viñeta de tabique nasal. Los despachos y algunos fondos han rasgado el alma y agotado las lágrimas, mientras él hacia amigos para siempre entre taquillas y legionarios de su batalla en San Mamés, otra vez Catedral.
Cuando sus hijas crezcan le preguntarán por que lleva una Ikurriña dibujada en el brazo, no habrá ducha, ni recuerdo de jabón que la borre, algunos brazaletes se tatúan para siempre Por su Club y por sus compañeros ha ido al cruce en desventaja, a los bordes de la cal a recibir daño, y al remate con la vida entre la espada y el segundo palo.
En sus comienzos ha enseñado los caminos del Athletic a Jupp,  Joaquín y a Marcelo , y ha cuidado del vestuario hasta el regreso de Ernesto y Josu.
Silencio de navarro, algunos jugadores son siempre titulares, son siempre capitán, despejan los córners y tiran la línea sentados en el banquillo.  
Se lleva las llaves de Lezama, de Ibaigane, de San Mamés, de nuestros corazones, no harán falta, no habrá puertas cerradas, pocos hombres en la vida, y en el césped, visten de largo en paz  y de corto en la nobleza. Si Gurpe hace la guardia, todos duermen tranquilos en la cueva rojiblanca.
Un rey mago le regaló un balón, sus padres la cara alta, y el destino, a la tercera, un billete a Lezama y media docena de tickets de quirófano. Se retira vacío de fútbol y lleno de cornadas ajenas y abrazos de casa,  no siempre le han echado el toro atado con soga.
Cuando sus hijas crezcan le preguntarán por que lleva una Ikurriña dibujada en el brazo, no habrá ducha, ni recuerdo de jabón que la borre, algunos brazaletes se tatúan para siempre.
Agur Capitán , Athletic Zu zara.
Por Aitor Elizegi, Cocinero y empresario
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