Selección Argentina y la Teoría de los Seis Grados de Separación

Los jugadores de la selección argentina, con Lionel Messi a la cabeza, decidieron no volver a hablar con periodistas. El veto no tiene fecha de caducidad, no de momento.

En esta ocasión, la decisión se basa en un episodio confuso: un relator argentino deslizó en su cuenta en la red social Twitter que Ezequiel Lavezzi, delantero de la albiceleste, quedaba fuera del equipo por haber fumado un porro, un canuto. Raudo, el Pocho Lavezzi anunció que iniciaría acciones legales contra Gabriel Anello, el narrador en cuestión.  Es curiosa la aplicación de la teoría de los seis grados de separación, que indica que cualquier persona en la Tierra puede estar conectada a cualquier otra persona a través de una cadena de conocidos que no tiene más de 5 intermediarios.  Anello está en pareja con Samantha Farjat, flor de titulares de un día en ocasión de la causa por drogas que se le siguió a Guillermo Cóppola, ex representante de Diego Maradona, en octubre de 1996, y de la que fue preso y luego sobreseído. Farjat, en cambio, fue condenada a tres años de prisión por haber puesto aquella droga en aquel jarrón.  En marzo de 1997, en pleno escándalo del jarrón, Farjat tenía un affaire con el abogado Mariano Cúneo Libarona quien era el letrado de Cóppola. Habían hecho el abogado y la ¿modelo? una escapada a Brasil y en Ezeiza los esperaban fotógrafos para inmortalizarlos. Es curiosa la aplicación de la teoría de los seis grados de separación: hoy Cúneo Libarona es el abogado de Lavezzi.  Pasa el tiempo y estas anécdotas de cuño de prensa rosa se vuelven amarillas hasta que otras anécdotas reverdecen.  Anoche, cuando la clasificación de la albiceleste pendía del delgado hilo del ganar o perder, el 3-0 ante Colombia arrojó una bocanada de aire fresco en un equipo intermitente, reflejo de los cortocircuitos que experimenta la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) desde la muerte de Julio Grondona, el 30 de julio de 2014. Grondona había comandado su AFA durante casi 35 años sin interrupciones.  Los jugadores de la selección argentina suelen encajar muy mal todo tipo de críticas, de las fundamentadas y de las de mesa de bar que abundan en muchas tertulias televisivas y radiales.  Que no es este el primer plante a la prensa: ya había sucedido en 1998, cuando la dirigía Daniel Alberto Passarella, el mismo que entendía la disciplina por llevar el pelo bien corto. En aquel entonces, Juan Sebastián Verón y el Kili González, entre otros, habían decido no hablar con periodistas por sentirse incomprendidos en su juego y sus actitudes. (Por no hablar de las mourinhadas del casi homónimo cuando dirigía al Real Madrid en la liga española.)  En uno y otro caso, son los jugadores quienes fijan reglas unilaterales.  Pienso en Dante Panzeri, aquel viejo periodista deportivo argentino que no cosía la boca y que hablaba abiertamente de todo, aun de las afinidades de todo tipo que culminan en amistad; es decir, las camarillas del fútbol.  Pienso en Mark Knapp, autor del libro La comunicación no verbal. El cuerpo y el entorno (Paidós, 1980), cuando dice: “la autoimagen es el sistema básico a partir del cual se desarrolla y florece toda nuestra conducta de comunicación manifiesta”.  Contemplo nuevamente la fotografía de la agencia AP de ayer, cuando Messi estaba dando la rueda de prensa tras la victoria ante Colombia que aumenta las chances matemáticas y reales de clasificación de la selección argentina a la Copa del Mundo FIFA Rusia 2018.  Pienso en las camarillas y en las autoimágenes de estos jugadores. Los brazos cruzados que significan protección y desconfianza. Los mentones levantados que significan arrogancia. Los tatuajes, esas heridas en la piel.  Y recuerdo las maras salvadoreñas, de torsos desnudos, múltiples tatuajes, brazos cruzados y mentones levantados.  No, no son iguales unos y otros; ni social, ni cultural ni económicamente. Sin embargo, no puedo evitar pensar estas cosas.  No todo cierra, sin embargo, es como decía Julio Grondona, el humilde ferretero de Sarandí y titular de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) entre agosto de 1979 y julio de 2014, cuando falleció. Grondona decía: “todo pasa”, una frase que llevaba impresa en un anillo de sello en una de sus manos. Y esto, esto también pasará.
Por Alejandra Herranz. Blogger argentina, athleticzale y periodista.  

@aleherranz

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