Otro pedrusco que llevarse a la boca

Hay veces o noches en que el juego, los sistemas, etc... quedan de lado. El Athletic Club se citaba este viernes en San Mamés con la UD Las Palmas con la misión de vencer y convencer para espantar dramas, runrunes y hasta guillotinas, que a algunos les gusta la sangre.

En una noche desangelada, con 33.679 espectadores y 50 faltas, era un partido de examen, para el técnico, que volvió a lo (poco) de siempre, para los jugadores, que quisieron pero no pudieron, e incluso para la afición, ya que estos son los días en que hay que dar la cara para evitar males mayores. Que todavía hay mucha liga por cortar y pocos puntos ahora que vuelve la Europa League.
Pues la faena, aparte de que Aduriz y Raúl García, estarán sancionados en el Wanda ante el Atlético de Madrid, es que más allá de entrega y sudor no se vio mucho más en un sosote (0-0) con el vicecolista. El equipo vasco reincide en su situación de pobreza deportiva, lo que contribuye a engordar el stress en un incesante círculo vicioso.

Fuera una final o una semifinal, como prefieran verlo, Ziganda hizo retornar a dos titularísimos, Kepa y De Marcos, mientras que 'se cargaba' a Unai Núñez, hasta ahora un indiscutible en la Liga. Esta vez Yeray formaba con Iñigo Martínez en el centro de la defensa en una vuelta al sistema habitual de juego, el 1-4-2-3-1, que sin embargo no tapó carencias, ya que el empeño de jugar por dentro hizo regalar muchísimas posesiones de forma gratuíta para desesperación de los athleticzales.
El partido empezaba con un golazo por la escuadra de Yeray, anulado por falta de Mikel Rico (que tomó mal varias decisiones seguidas), pero que al menos sirvió para calentar a la grada, preocupada por la parsimonía con que los canarios encaraban el control del juego. Corajudo, el Athletic, mientras Aduriz se zurraba con Ximo Navarro (que debió ser expulsado por un sopapo), picó espuelas, pasando a asomarse con sus habituales espamos tras recuperación de la pelota. Sobre todo por la banda del de Laguardia, pero sin rédito ninguno.

Había tensión en el ambiente. A ello contribuía un desestabilizador Estrada Fernández, empeñado en cortar el juego e inventar faltas en cada salto. Tal vez por eso no se sacaba rendimiento a los muchos córners locales, quienes pese a echarle ganas no consiguieron casi chutar a puerta en 45 minutos. En realidad como no chutaba nadie, hasta que lo hizo desviado Raúl García, Paco Jémez no se cortó en meter a Tana por Hernán Toledo. Una decisión significativa en un primer tiempo más intenso (24 faltas) que digno (3 tiros), que casi acaba mal en una contra de Jonathan Viera. La pegó arriba.
Sin cambios los leones empezaron ya a jugar contra el tiempo. Peleando con el rival, con el árbitro y con su propia psique, pero al menos entendió que la banda era el camino y permitió a Aduriz conectar la cabeza con la pelota en vez de estar usándola para embestir. Pero el partido estaba a bierto, una pérdida de Iturraspe acabó en parada de Kepa a Gil en la mejor ocasión hasta ese momento. Visto el lobo asomar Ziganda metió a Beñat por un Iturraspe tan invisible como en Girona, y la cosa mejoró algo, ya que pese a tener una posesión muy inferior, De Marcos y Williams pasaron a tener protagonismo.

Ahora, con la entrada del añorado Iñigo Córdoba y de Lekue en el carril zurdo, se llegaba por ambas bandas, pero hacía falta acertar en una ocasión... si es que se creaba, que muchas no hubo, ya que a veces parecía imposible darle el balón en ventaja a un compañero, sobre todo cuando la cogía Rico. Así que Leandro Chichizola esperaba tranquilo el final de otro fiasco rojiblanco que Iñaki Williams pudo evitar, pero no se la dio a un Aduriz que estaba esperando en carrera para engatillar.
Beñat, ya en eldescuento deserrajaba un buen disparo, pero el meta argentino, echados los suyos descaradamente atrás con el cambio de Calleri, frustró con una buena estirada. Sólo restaba un milagro de la amatxo, pero si no se ponen los centros bien no hay manera ni con roscas y cordones de San Blas, por lo que se empezó a ver gente marcharse, esos que se perdieron una falta lateral en el último segundo que acabó en una jugada digna del VI Naciones. Los silbidos 'premiaron' lo visto.