La 'gracieta' de Franco con el Atlético de Bilbao

No cabía esperar grandes cosas del dictador Francisco Franco para con el Athletic Club.  Franco, dentro de su férrea política de imposición y autarquía, eliminó el uso de anglicismos como watts (vatios), volts (voltios)... y otros más que afectaban al fútbol. Por eso, durante años el conjunto de San Mamés pasó a llamarse Atlético de Bilbao. Esa denominación es especialmente molesta en Euskal Herria. Es más, es una aberración.

La faena identitaria llegaba vía 'decretazo' de las autoridades franquistas. Concretamente con uno firmado el 16 de mayo de 1940 por Ramón Serrano Suñer. Filonazi de pro, apodado el 'cuñadísimo' del general Franco. Cuando Adolf Hitler perdió la Segunda Guerra Mundial caería en desgracia.

Al terminar la guerra, en este caso la Civil, el Athletic tuvo que reconstruir el equipo desde cero. Para ello, inició una campaña de búsqueda de jugadores que despuntaban en equipos de segunda fila, así como de nuevos valores.

En 1941 el club ya tenía una plantilla en avanzado proceso de reestructuración. Entre ellos sobresalían unas jóvenes promesas que pocos años más tarde llegarían muy lejos: Lezama, Iriondo, Zarra, Unamuno, Panizo y Gaínza.

Según cuenta el periodista getxotarra Jon Rivas: la prohibición siguió hasta julio de 1972. "En esas fechas se derogó el decreto por el que se prohibían los nombres extranjeros. El presidente del Athletic, Félix Oráa, que había sido el encargado de inaugurar las instalaciones de Lezama meses antes, tuvo también la satisfacción de volver a cambiar el nombre del club. Lo hizo a través de una Asamblea General en la que también se anunció un superávit de 1.200.000 pesetas. «Atlético: desde esta temporada se volverá a llamar Athletic», decía el titular de La Gaceta del Norte del 28 de julio".