Catenaccio electoral en el Athletic

Las elecciones a la presidencia del Athletic Club parecían estar encaminadas a un lanzamiento constante de ideas, proyectos y nombres propios amén de la precocidad de algunos de los candidatos para proclamar al viento las diferentes conversaciones mantenidas con las opciones que se postulaban para ocupar el banquillo de San Mamés.

Sin embargo, el revuelo mediático generado incluso antes de comenzar con la precampaña ha venido sucedido de una calma tensa, como si fuera demasiado valioso el tesoro a conseguir como para arriesgarse a ser el primero en lanzar la primera piedra y errar en el disparo.

Y es que, a decir verdad, más allá del DD Ramón Planes, las propuestas ideadas para la sección femenina (nombres propios incluidos en el caso de Iñaki Arechabaleta y Ricardo Barkala) y algún retazo del área económica de este último poco más conocemos.

Salvo que uno esté completamente ajeno a los comentarios de la masa social, por todo el mundo es conocida la voluntad existente en comenzar a hablar de proyectos concretos y medidas concisas para mejorar un Athletic que parece haberse convertido en un club inexistente para el resto de equipos y cuya cantera, a tenor de las primeras impresiones extraídas por quien escribe estas líneas de las comparecencias de los aspirantes, no está a la vanguardia del resto de Europa.

Sin embargo, hace una semana y en la sala de prensa de las renovadas instalaciones de Lezama éramos testigos de los resultados arrojados por los análisis que durante los últimos 3 años y medio se han llevado a cabo en la factoría de jugadores rojiblanca.

12 futbolistas debutando con en el primer equipo tras formarse en categorías inferiores, la etiqueta ISO 9001 a la calidad de Lezama, las progresiones incluso durante la propia temporada de futbolistas en el Basconia o Bilbao Athletic… son algunos de los hechos que se expusieron en una rueda de prensa que sonó a despedida del equipo de Rafa Alkorta. Y no fue el único adiós que se vivió.

Horas después, y de nuevo relacionado con la estructura formativa, Patxi Salinas daba “un paso a un lado” al no tener ninguna propuesta para continuar en el cargo. A día de hoy, nada nuevo sabemos de esa “reforma” o “transformación” que han propuesto y aún no han concretado. La única certeza que existe en estos momentos, y permítanme que me retrotraiga a mi etapa escolar, es el conocido como “Tempus Fugit”.

Aquel paso inexorable del tiempo que tanto preocupaba a Manrique en sus coplas es el mismo que inquieta a la estructura rojiblanca con el inicio de las pretemporadas y la ausencia de dirigentes para cada uno de los equipos.

Mientras la afición espera ansiosa las bases sobre las que se asentará el Athletic los próximos cuatro años, la campaña parece en estas últimas jornadas desviada hacia temas menos jugosos. Debates, entrevistas, pequeños actos de presentación… y poco más.

¿Refrendará Jon Uriarte su superioridad en “las primarias” con su proyecto? ¿Conseguirá el proyecto de Ricardo Barkala reducir la brecha con Uriarte? ¿O tal vez el “proyecto imbatible” de Iñaki Arechabaleta será tan superior como quieren demostrar? Los días avanzan y el grupo de socios y socias que deben depositar su voto a través de correo no tienen una base sólida sobre la que refrendar su postura.

Bien es cierto que la recogida de avales fue clara y contundente aunque se eluda relacionar este proceso con los resultados finales. Aunque ahí no se pudo avalar un proyecto conciso, no lo había. Se esperó a los resultados de firmas válidas… y en el grueso del asunto, se sigue esperando.

Espero y deseo que comencemos a conocer el fruto de meses e incluso años de trabajo en aras de mejorar la entidad rojiblanca. Los tres candidatos buscan lo mejor para el Athletic, de eso no hay duda. Es tiempo de demostrar quién da con la tecla para convencer al electorado y consigue alzarse el 24 con la maquilla del club. De momento, seguimos imitando el estilo de juego impulsado desde Italia durante muchas temporadas de reservar, aguantar el resultado y esperar un fallo para desplegar el arsenal ofensivo.

· Por Imanol Vilella Castillo, periodista de Onda Vasca