El futbolista del Athletic, como Iñigo Martínez, en el verde; en la grada, la afición

Nunca un silencio fue tan expresivo. Para que todo cuadre, deberían hablar las piedras. Callan. Como si no quisieran inmiscuirse en el discurso mudo al que dio inicio Iñigo Martínez cuando la directiva presidida por Jon Uriarte le ofreció la pluma para que firmara bajo un contrato en el que el central de Ondarroa habría de comprometerse con el Athletic Club hasta el final de sus días en el fútbol.

Mientras Aitor Elizegi imperaba, el zaguero zurdo, en el que Luis Enrique confía de cara al 'Mundial de Navidades al sol de Qatar, rechazó comprometerse más allá del contrato que le ata hasta el final de la [2022-2023]. Como sucedió en tesituras similares, la palabra 'grada' sale a escena cual castigo similar a esa gota malaya que habría de durar hasta el final de sus días en el Athletic. 

Tortura que ya sufrieron en su cabeza Fernando Llorente, Alex Remiro y ese Ander Capa sobre el que todo se intuía del mismo modo que se negaba. 'Muerto el perro se acabó la rabia'. Ni perro ni epidemia. Y sin embargo, ha sido ido terminar sus días Marcelino en el Athletic y llegar el lateral diestro jarrillero a una entente cordial con la directiva presidida por Jon Uriarte Uranga. Ahora que todo parece cuadrar, la postergación de Ander Capa durante todo un curso clama al cielo buscando una respuesta que no habrá de llegar.

¿Debería salir a escena Iñigo Martínez para aclararle a 'su afición' el por qué de su silencio?

Y es que si saliera a la plaza pública para deshacer habladurías o confirmar lo que está en el aire, flotando, como a la espera, cesarían los rumores para para darle paso a los motivos de una verdad contundente de la que sólo él es el dueño absoluto.

Calla Iñigo Martínez. Mantiene un silencio como a rajatabla

Hasta que la noticia termine cayendo por su propio peso. Mientras, todo tipo de habladurías. Que si "lo tiene hecho con el FC Barcelona" y su salida de Lezama es inminente a la espera de que Athletic Club y FC Barcelona lleguen al acuerdo de una 'cifra razonable'. Que si "dejar que la temporada con contrato en vigor concluya para trasladarse a Camp Barca como 'agente libre". Sea como fuere, el silencio de Iñigo Martínez no termina de decirlo todo. Llegará, más pronto que tarde, "el momento de llamarle a las cosas por 'tu nombre, Athletic".

El 'pronto' de una salida en pleno fragor de la temporada o el 'tarde' de decirle "Agur betiko" a un Club al que llegó con la valentía del que salta a lo desconocido desde el balcón de esa vecina casa suya en la que tanto se le quería y valoraba. 'Abandonar' la Real Sociedad para 'pasarse' al 'enemigo' suponía una 'traición' en toda regla para ese universo 'txuriurdin' empeñado en mantener la teoría de que el Athletic es un equipo menor que gira entorno al sol esplendoroso que brilla en Anoeta.

Dejando a un lado el aspecto monetario de la operación, conviene recordar que Iñigo Martínez abandonó a una Real Sociedad emergente para fijar su 'residencia'  en un Athletic plagado de dudas. Asentado parecía. Enraizado. Hasta que de Barcelona le llegaron 'cantos de Xavi Hernández', un entrenador encaprichado con los encantos del lateral zurdo que llenó súbitamente el vacío que había dejado Aymeric Laporte.

"¿Tiene algún sentido mandar a Iñigo Martínez a la grada?", me plantea mi compañero Asís Martín.

Maticemos: ¿lo tendría? Parecía tenerlo cuando Fernando Llorente, muy mal asesorado por su hermano, negó tres veces al Athletic obsesionado por sentir de cerca el influjo milagroso de la 'Sábana Santa de Turín'. La Catedral, con un alivio liberador, vio cómo Alex Remiro comía pipas en la Grada, feliz, dichoso, el portero de Cascante que repudió ocupar la portería de Iribar que Eduardo Berizzo le había puesto en bandeja.

En el llamado 'caso Remiro' conviene alegar que a su par, y por detrás, tenía y le venían grandiosos porteros hechos como en troquel en la 'fábrica' de Lezama.

"¿Cómo no contar con un central que hace mejores a sus compañeros en defensa y al resto del equipo por extensión?". "¿Cómo desperdiciar su talento si, al igual que otros, es jugador del Athletic a todos los efectos?". Es la 'grada', no soy yo, la que pregunta y exclama. Esa 'grada' que, como 'dique seco' o 'galeras', pasó de 'animación' a convertirse en castigo ejemplar para aquellos otros que estuvieran por llegar.

Confieso que me intriga ese no querer renovar con un Club que lo quiere y una afición que lo adora

Que su silencio me inquieta aunque no me llegue a robar el sueño. Como colofón, me implico, me mojo. Iñigo Martínez le es más útil al Athletic en el verde que en la grada. Le miro a Valverde y asiente, lo aprueba. Si Iñigo Martínez es de la partida con Txingurri, ojalá que la [2022-2023] sea la mejor temporada de su carrera.

Y si al final se pierde y no regresa nunca, mi pasmo será similar a esa alegría que me provocó su valiente decisión de abandonar la Real Sociedad para enervar con su fútbol soberbio a una grada ya de por sí encendida desde que decidió ser un 'león más' en la 'sábana de San Mamés.

· Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista