Manchester City-Tottenham: una final en Wembley... con la Superliga de fondo

En una semana marcada por el anuncio y posterior repliegue de una nueva competición llamada Superliga, llega en Inglaterra la primera de las dos finales de Copa de las que disfruta el fútbol inglés.
La final de la Carabao Cup enfrenta, precisamente, a dos clubes fundacionales de ese fantasmagórico torneo que de momento se ha ido al traste: Tottenham y City. Los de Guardiola son favoritos, los de Masón esperan cortar una sequía demasiado amplia sin títulos (gana el City el título se paga 1.48 a 1)
Esta final que abrirá las puertas de Wembley como siempre que hay un gran encuentro en Inglaterra sería un partido de perfil bajo en la Superliga (no marcan ambos equipos e paga 1.9 a 1). Imagínense: un City peleando por entrar entre los cuatro primeros ante un Tottenham en una racha muy negativa de partidos. Trasladado al fútbol actual, sería una especie de Sevilla-Éibar. Es por eso también que los aficionados no han querido apoyar al nuevo torneo. Para muchos clubes cambiaría su status. Es más, haría de finales como esta encuentros absolutamente banales.
Y desde luego que para el Tottenham la final de la Carabao Cup es de todo menos banal (Hojbjerg es amonestado en cualquier momento se paga 3 a 1). Su último título en cualquier competición fue con Juande Ramos, precisamente en este torneo, pero de eso hace ya casi 20 años. Ha jugado una final de Champions y ha conseguido ser segundo de la Premier en este tiempo, pero no ha podido levantar una copa al viento. Es curioso, por su banquillo han pasado técnicos de primer nivel mundial como Villas-Boas, Pochettino o Mourinho y el que puede romper esa sequía es un interino que pasaba por ahí: Ryan Mason. Cosas del fútbol.
Por su parte, el City tiene esta final marcada como el inicio de una lista de títulos que pondrá la nota final a su temporada (gol de Mahrez en cualquier momento se paga 2.8 a 1). Aún puede ganar Carabao Cup, Premier y Champions. Sí lo logra, será la mejor temporada de su historia. Precisamente por eso vuelve a surgir la pregunta de si es mejor este escenario o el de una Superliga. Deportivamente no lo parece; económicamente sí. Y ese es el fin último de una posible escisión de la UEFA, no se engañen: el dinero.