Freeland cambió el fútbol por el baloncesto

Fuente: Málaga hoy
En los sueños infantiles de un niño inglés hay muchas prioridades deportivas antes que ser internacional con la selección de
baloncesto. Por ejemplo, medio apertura del XV de la Rosa, defensa central de los pross o capitán de la selección de cricket. Joel Freeland le daba patadas al balón y, sobre todo, lo cabeceaba en Farnham, su localidad natal, 70 kilómetros al suroeste de Londres. Así estuvo ocho años, con su padre de entrenador. Hasta que con 14 años padeció una doble fractura en su pierna izquierda y decidió que el fútbol se había acabado. A medio plazo, sería su catapulta hacia el baloncesto.  
 
El flechazo fue instantáneo y dura siete años. "En Inglaterra no es fácil llegar hasta el baloncesto, no se enseña en las escuelas. En la mía formaron un equipo y mi profesor me insistió. Y desde el primer momento me quedé prendado, todo me salía muy fluido. Seguía, seguía y seguía y cada día me gustaba más. Mis amigos me miraban raro y ninguno me acompañaba. Yo me iba solo al parque y practicaba cada vez más tiempo. Y no pude parar", dice el inglés, ya entonces atrapado por el veneno de la canasta. Trabajaba entonces en un supermercado para sacarse un dinero, pero cree que se ha exagerado la historia. "Allí todo el mundo hace algo en el verano para tener para sus gastos. Alguna gente creó la historia de que yo trabajaba en el supermercado para poder jugar al baloncesto, pero no era así", afirma. 
 
Los acontecimientos adquirieron una velocidad inusitada. "Un año después me llamaron para ir a un equipo de Southampton, donde empecé a entrenar más en serio. Al verano siguiente me llamaron para jugar con la selección sub 18 en Eslovaquia un Europeo. Ahí me vio un emisario del Gran Canaria y me llegó una oferta. Tenía otras para ir a Estados Unidos, a un high school -instituto-. Pero mis notas no eran demasiado buenas", relata Freeland, que en Las Palmas sintió que podía vivir del baloncesto: "Empecé a entrenar una media de cuatro veces al día, unas veces tres y otras cinco. Durante un año, fue mi rutina de trabajo. Y después de esa temporada me escogieron en el draft. No entendía lo que ocurría, realmente yo no sabía apenas de baloncesto. Mi agente llegó un día y me dijo: '¿Qué pensarías si te dijera que en la NBA están interesados en ti?'. Le miré y le dije: 'Estás loco, ¿de qué estás hablando?' Hice algunas pruebas, fui al Reebok Eurocamp de Treviso, vino a verme una agencia y me contrataron. Fue un tiempo de locura, en tres años había pasado de no jugar al baloncesto a que Portland me eligiera en primera ronda del draft. No creía lo que me estaba ocurriendo. Realmente, no era consciente de lo importante que era aquello". 
 
Cuatro años en Las Palmas, una progresión imparables desde la EBA hasta la ACB y la Eurocup y el salto al Unicaja pese al interés de Portland. "Tengo mucho contacto con ellos, Kevin Pritchard, el general manager, vino a verme a Londres. Ahora mismo es Unicaja el que manda, está por encima de todas las cosas. La NBA está ahí, pero para más adelante. He firmado por cinco años, así que no miro más allá", asegura. 
 
Ese contrato es el más largo que ha firmado jamás el Unicaja a un jugador profesional, algo que no carga de presión a Freeland. "Al contrario. Es una confianza extra pensar que el club ha hecho una gran apuesta en mí. El club piensa que soy joven y sólo me queda responder. Creo que aquí podré desarrollarme como jugador, estoy en el lugar correcto", sostiene el inglés, que explica por qué eligió el Unicaja pese a que disponía de más ofrecimientos: "Sentí que Málaga era la opción correcta desde el momento en que se interesó por mí. Me informé del club, del entrenador, pregunté y tenía buenas sensaciones. Para progresar y entrenar duro era lo mejor para mi carrera. Me encanta jugar la Euroliga, fue importante para venir aquí, aunque no lo más decisivo. Es una gran experiencia jugar contra los mejores clubes de Europa, seguro". 
 
Freeland llega a Málaga con apenas unos días de descanso después de participar en el Eurobásket con Gran Bretaña. Una experiencia no del todo buena por los resultados, pero sí gratificante en lo personal para Freeland: "Tuve oportunidad de jugar minutos y creo que correspondí adecuadamente para el tiempo que estuve en cancha. Obviamente, como equipo, no podemos estar satisfechos. Sólo ganamos un partido en todo el verano, fue frustrante. Jugamos contra conjuntos mejores, lo sabíamos, pero siempre esperas ganar. Éste es un proyecto que empezó hace cuatro años y se trata de cada año dar un paso. Creo que lo vamos dando porque el horizonte son los Juegos de Londres 2012. Es verdad que echamos de menos a Luol Deng, con él la historia hubiera sido totalmente diferente. Su impacto es enorme, en defensa y ataque". 
 
En el plano personal, algunos problemas físicos mermaron al pívot. "Me perdí algunos partidos de preparación porque estaba enfermo y otro en el Eurobásket me di un golpe en la espalda contra España y todavía estoy recuperándome. No estoy todavía al 100%, pero todo va correcto", asevera Freeland, que en la figura del Archibald, compañero suyo en la selección y ahora en el mismo equipo, tiene a un cicerone inmejorable: "Él sólo tiene buenas palabras para el club, la ciudad y para el entrenador. Dice que aprenderé mucho de él, sobre todo en defensa. Me dice que en cada entrenamiento juegue duro, lo haga lo mejor que pueda. Soy joven y él es un guía para mí. Rob es un jugador que te ayuda tanto dentro como fuera de la pista porque es muy profesional, es un ejemplo. Él tiene un año de experiencia aquí y siempre es bueno llegar a un sitio nuevo conociendo a gente".
 
El puesto de Freeland en la pista oscila entre el cuatro y el cinco. En los dos se siente cómodo. "Me gusta jugar en las dos. En cada una puedo explotar mis habilidades. Si juego contra alguien más alto puedo ser más rápido y si es alguien más bajo puedo usar mi altura y tirar por encima sin problemas", comenta el inglés, que cada vez amplía más su rango de tiro y puede lanzar desde tres puntos con solvencia: "Tengo que mejorar en el tiro en movimiento. Desde el triple puedo tirar sin problemas, pero con los pies parados. También tengo problemas con las faltas. Quiero hacer muchas cosas a la vez, estar en todos los sitios siempre y me cuesta muchas faltas. Con la experiencia mejoraré, espero". Cinco años tiene por delante.