Contador se apea de su Tour más desgraciado

Alberto Contador dijo adiós este domingo al Tour de Francia en la novena etapa, afectado por una fiebre que mermaba sus fuerzas, la gota que colmó el vaso de sus desgracias, iniciadas con dos caídas en las dos primeras etapas que le impidieron estar al nivel de los otros favoritos.Luis Miguel Pascual
Es la segunda vez que el ciclista del Tinkoff, de 33 años, se marcha antes de tiempo de una gran vuelta, tras el abandono en el Tour de 2014 con una fractura en el peroné provocada por una caída en el descenso del Petit Ballon, un puerto escarpado de los Vosgos.
En esta ocasión, derribar al español ha sido mucho más difícil, porque se aferró a sus opciones pese a que las desgracias iban poniendo obstáculos en el que debía ser su tercera victoria en el Tour, tras las de 2007 y 2009.
Contador se marchó cuando era vigésimo de la general y acumulaba un retraso de 3.12 sobre el maillot amarillo, el británico Chris Froome.
"Esta mañana me he levantado con algo de fiebre y no podía continuar. Desde las caídas de los dos primeros días no me sentía bien y eso me ha llevado a tomar la decisión de retirarme", indicó el ciclista del Tinkoff, que puso pie a tierra cuando se habían disputado unos 80 kilómetros de la etapa que había comenzado en la localidad española de Vielha y restaban unos 100 hasta la meta en la estación andorrana de Arcalis.
La fiebre se sumó a las dos caídas y al ambiente fratricida que le rodeaba en su equipo, convertido en un hervidero de egos en la que será su última temporada en el pelotón.
Contador había atacado de salida en la Boniagua, lo que encendió las alarmas de sus principales rivales, que temieron el retorno del guerrero.
Pero fue una maniobra disuasoria que sorprendía incluso a su equipo, que preveía una jornada más de prudencia y recuperación.
La aventura no fue de larga duración y sucumbió ante una aceleración del Sky de Froome.
Ahí comenzó el calvario del madrileño, que hasta cuatro veces bajó al coche del equipo cuando afrontaban las rampas del puerto ilerdense de Cantó, segundo del menú. Su cara era un poema y, aunque el ritmo del paquete no era elevado, Contador tenía problemas para seguir.
El termómetro rozaba los 30 grados y en su cuerpo la temperatura no paraba de aumentar. Hasta que acabó por claudicar. Él, que nunca se da por vencido, tuvo que rendirse a la evidencia de que este Tour se le marchaba.
"Voy a someterme a pruebas para ver qué puedo hacer en el futuro", aseguró el español, visiblemente afectado, pero que no dejó escapar las lágrimas que hace dos años acompañaron a su adiós al Tour.
Contador había basado su temporada en el Tour, en torno al cual había programado todo su calendario. Renunció al Giro porque el año pasado comprobó que encadenar ambos es una tarea imposible. Ahora sus objetivos son inciertos.
Todo apunta a que no estará en los Juegos de Río, porque en su estado actual no parece que pueda pensar en ello y porque el seleccionador, Javier Mínguez, había anunciado que para ir en el equipo había que hacer un buen Tour.
El asalto a su cuarta Vuelta a España aparece como el horizonte más razonable para el ciclista de Pinto, que desde que en 2010 le arrebataron la victoria final en el Tour por un positivo por clembuterol no ha vuelto a brillar en la ronda gala.
Al año siguiente fue quinto, aunque posteriormente también le quitaron ese puesto por la misma sanción, que le impidió participar en 2012.
En 2013, cuando también se cayó en la primera etapa, se quedó a las puertas del podium sin inquietar al británico Chris Froome, que ganó su primer Tour por delante del colombiano Nairo Quintana.
Al año siguiente se retiró y el año pasado fue quinto, de nuevo lejos del vencedor, Froome, tras haber sufrido otra caída en el descenso del Col d'Allos, en la primera etapa alpina.
Pero este año ha multiplicado las desgracias. Como en 2013, comenzó con una caída en la primera etapa, que tenía final en Utah Beach, y que le dejó maltrecho todo el costado derecho.
No eran heridas profundas, pero sí un importante golpe moral. Con la confianza tocada, al día siguiente se vio implicado en otra caída que le afectó al gemelo de la pierna izquierda. Sin poder pedalear con normalidad, se dejó 48 segundos en la cota de tercera categoría que conducía a la meta de Cherburgo.
Tres días más tarde, en el primer contacto con la media montaña en el Macizo Central, con meta en Le Lioran, también de tercera categoría, se dejó otros 33 segundos tras un acelerón del francés Romain Bardet.
Finalmente ayer, en la segunda etapa de alta montaña en los Pirineos, el ciclista se dejó 1.41 segundos con Froome.