La subida constante de los precios del combustible es un tema recurrente en los últimos tiempos. Desde que estalló el conflicto de Rusia y Ucrania hemos sido testigos de un aumento constante en el precio de la gasolina y el diésel que realmente ha dolido en nuestros bolsillos. La gasolina ahora se encuentra por encima de 1,70 euros, mientras que el diésel no se queda atrás, superando los 1,6 euros.
Esto supone un aumento del 20% en la gasolina y un 6% en el diésel en comparación con los precios a principios de año. Además, desde mayo, la gasolina ha subido un 2,45%, y el diésel no se queda atrás con un 2,16%.
Las subidas más notables coincidieron con los meses de verano, especialmente en julio y agosto, con picos significativos en momentos como las operaciones de salida o retorno, cuando la mayoría aprovecha para disfrutar de las vacaciones. Esto es porque factores como la reducción de la extracción de crudo por parte de la OPEP+ y la alta demanda de los últimos meses generan más escasez, lo que sumado a las olas de calor, que encarecen el proceso de refinamiento, hacen que los precios suban.
No obstante, teniendo en cuenta que la influencia de estos factores que intervienen en los en los precios finales tiene un retraso de unos días, las verdaderas consecuencias de la operación retorno llegarán en los próximos días. Es decir, se espera que esta tendencia al alza continúe esta semana debido a la demanda de la operación retorno.
¿Hay esperanza a la vista? Después de este aumento, se prevé que las subidas sean menos abruptas, aunque eso no significa que los precios vayan a disminuir. De hecho, se han anunciado nuevas medidas de restricción en la extracción de crudo por parte de Rusia y de Arabia Saudí. Y aunque los incrementos serán más moderados, pues se espera menor demanda, los seguirá habiendo. De hecho, los expertos no anticipan que los precios bajen hasta finales de año.