El GLC ha sido uno de los principales motivos de alegría de Mercedes en los últimos años tanto en España como en Europa, uno de los líderes entre los SUV premium. Un modelo que, situándose un escalón por encima de los GLA y GLB se posiciona como una opción más polivalente, más familiar y que llega mejor dotados en todos los sentidos, aunque eso evidentemente acaba repercutiendo en un precio más alto, con más de 61.000 euros de precio de partida en su versión más sencilla de todas.
Es cierto que llega con una mecánica de gasolina de 204 caballos de potencia asociado a una transmisión automática y a un sistema de micro hibridación ligera, además de contar con tracción a las cuatro ruedas, por lo que, sumando también el buen equipamiento y la tecnología con la que llega de serie, es una compra realmente interesante para aquellos que tienen un presupuesto elevado.
El problema para la marca alemana es que, al margen de su estatus en el mercado, uno de sus mejores argumentos de venta, hay un modelo en concreto que puede presumir de ser una compra mucho más inteligente, sobre todo porque tiene en su motor su mejor argumento.
Ese modelo no es otro que el Lexus NX, un SUV de un tamaño muy similar al GLC pero que llega de serie con un motor híbrido auto recargable de 242 caballos de potencia, un motor que a su vez cuenta con transmisión automática y que se convierte en una opción mucho más eficiente pese a ser más potente. Eso sí, el modelo japonés no cuenta con tracción a las cuatro ruedas.
El hecho de que el Lexus tenga un consumo homologado de 5,7 y el Mercedes tenga un consumo homologado de 7,1, cifras que pueden llegar a ser bastante menores en el caso de Lexus circulando de forma habitual por entornos urbanos, lo convierte en una compra mucho más atractiva teniendo en cuenta que es igual de premium que el Mercedes.