La batalla por la seguridad en los coches está alcanzando un punto crítico en Europa, y marcas como Dacia y Citroën comienzan a levantar la voz. El problema no es la normativa en sí, sino cómo Euro NCAP, el organismo independiente encargado de las pruebas de choque, está exigiendo estándares que, para muchos, están alejando a los modelos más accesibles del mercado.
El sistema de calificación por estrellas se ha convertido en una herramienta de marketing muy poderosa. Las cinco estrellas se interpretan como sinónimo de excelencia, pero conseguirlas no es barato. Hace tiempo que no basta con cumplir la normativa europea: ahora también hay que incorporar tecnologías avanzadas, muchas veces opcionales, como cámaras, sensores o asistentes inteligentes.
El problema es que los fabricantes de vehículos económicos no pueden permitirse dotar a sus coches con este tipo de equipamiento sin romper su modelo de negocio. Si Dacia o Citroën intentaran alcanzar esas cinco estrellas, el coste de producción subiría tanto que sus coches dejarían de ser asequibles. Y esto choca frontalmente con su filosofía de marca.
Mientras tanto, algunos fabricantes chinos están sabiendo jugar sus cartas. Ofrecen precios competitivos y, al mismo tiempo, añaden esos sistemas que les permiten obtener las mejores calificaciones en Euro NCAP. Esto deja a los fabricantes europeos de gama media y baja en una posición incómoda.
Desde Dacia, Denis Le Vot ha sido claro: "No perseguimos estrellas, perseguimos seguridad real a un precio justo". Una postura que comparte Thierry Koskas desde Citroën. Ambos señalan un mismo mensaje: cumplir con la ley sí, pero no a cualquier precio.
La situación se complica aún más con nuevas exigencias. A partir de 2026, Euro NCAP penalizará los interiores excesivamente digitales, exigiendo la vuelta de botones físicos. Esto pone en aprietos incluso a marcas premium, que han invertido millones en interfaces táctiles.