Hay una marca que ha decidido mirar hacia atrás para avanzar. Se llama Yugo, y contra todo pronóstico, vuelve al tablero automovilístico con una propuesta que no es ni futurista ni grandilocuente: es retro, deportivo y compacto. Sí, como un viejo Volkswagen Golf GTI, pero con alma del siglo XXI.
Yugo no tiene detrás a un gigante chino, ni pretende disimularlo. Mientras otras marcas emergentes buscan camuflarse bajo nombres con historia, esta firma del este de Europa regresa sin más armas que su legado, una buena idea de diseño y un desarrollo liderado desde Alemania. Lo sorprendente no es solo su retorno, sino cómo ha elegido hacerlo: apostando por la emocionalidad de los coches que marcaron época.
Es cierto que en su momento esta marca no contaba con la confianza de los conductores. Algunos la calificaron como la peor marca de Europa y la menos fiable. Aun así, los responsables confían en sus posibilidades, teniendo en cuenta que actualmente cualquiera es capaz de colarse en los concesionarios españoles. El aluvión de marcas chinas lo demuestra.
El vehículo que prepara tiene forma de hatchback de dos puertas, con proporciones contenidas, líneas rectas y un aire descaradamente ochentero. Se presentó como maqueta en el Car Design Event de Múnich y despertó algo que no se ve todos los días: entusiasmo entre quienes todavía sueñan con un coche divertido, sencillo y asequible.
Pero Yugo no juega solo con la nostalgia. Bajo ese diseño evocador habrá opciones eléctricas, térmicas y hasta con cambio manual. Parece un mensaje claro a los conductores de verdad: aquí todavía hay sitio para conducir, no solo para desplazarse.
El uso de una plataforma modular permite soñar con múltiples versiones y carrocerías, manteniendo costes bajos y ofreciendo versatilidad. No es un modelo para competir con el Tesla Model 3, sino con la falta de identidad de muchos compactos actuales.
Si todo sigue el plan, la versión final se verá en 2027. Pero antes, este mismo septiembre, se presentará una versión deportiva más cercana al producto final. No es solo una maqueta bonita, es una declaración de intenciones.