Cuando comprar una entrada es más tedioso que volar a Berlín
El trayecto entre Barcelona y Berlín en avión tiene una duración aproximada de unas dos horas y media, algo menos de las más de tres horas de cola que algunos aficionados azulgranas están sorteando estos días para adquirir una entrada de la final de la Liga de Campeones que el próximo 6 de junio se disputará en la capital alemana.Víctor Martí
La paciencia es el mejor antídoto que los 13.294 socios afortunados tienen para superar el peaje que se instaló en las taquillas del Camp Nou desde la semana pasada y que se alargará hasta el próximo miércoles.
En esta ocasión, el club azulgrana ha instaurado un sistema de recogida personalizada, siguiendo el orden de petición que se sorteó entre los 79.429 socios que solicitaron una entrada.
Eso ha provocado que los boletos más económicos -70 euros- se agotaran en los dos primeros días y que los 'culés' que este lunes han copado desde primera hora de la mañana la explanada del acceso quince del Camp Nou sólo hayan podido hacerse con localidades cuyo precio oscilaba entre los 160 y los 300 euros.
Poco importaba el importe de las entradas, ni el calor intenso que azotaba la capital catalana, como tampoco la cola eterna que desde las nueve de la mañana se instaló alrededor de las quince taquillas que se han habilitado para la ocasión.
Quizá influyó el hecho de que este lunes fuera festivo en Barcelona para calmar los nervios de aquellos que, en una jornada laboral, hubieran consultado una y otra vez el reloj para no tener que dar explicaciones en el trabajo.
"He venido desde Reus (Tarragona) siendo consciente de que hoy perdería medio día", comentaba Joan, que en Berlín vivirá en directo su segunda final europea después de la de Wembley en 1992.
Para evitar la insolación de los compradores, el club azulgrana ha instalado una zona de carpas que ni mucho menos ha servido para tapar la larga cola de más de tres horas que han aguantado estoicamente los despistados que han llegado algo más tarde de las nueve de la mañana.
Bajo el imponente sol barcelonés, las conversaciones entre socios desconocidos se han multiplicado y se han convertido en una de las alternativas para aguantar la espera.
No sólo se ha hablado de fútbol, y especialmente del primer gol de Leo Messi ante el Athletic Club de Bilbao. También han salido a colación debates relacionados con la política municipal de Barcelona, batallitas de los más veteranos del lugar sobre finales europeas de cuando todavía no existían los teléfonos móviles, así como de la inflación de las entradas en el mercado negro.
Todo ello sin olvidar el tema estrella: ¿Cómo puede ser que en el siglo XXI no exista otra manera menos engorrosa de adquirir una entrada para un partido de fútbol?
Una pregunta que seguramente ni se han planteado los 3.323 peñistas que viajarán a Berlín, que al tener reservadas dos de las quince taquillas para extraer las localidades, apenas han tenido que esperar quince minutos para adquirir los boletos.
Un privilegio que no ha indignado al socio de a pie, que tras superar una lenta caravana de tan solo cien metros, ahora le queda salir y disfrutar del espectáculo que su equipo y el Juventus ofrecerán el próximo sábado en el Estadio Olímpico de Berlín. Sólo una victoria de su equipo compensará la odisea que han vivido para hacerse con una entrada.