El Athletic supo no perder en Mestalla un partido que antes debió ganar
Asís Martín IIIPartido curioso saldado con un (1-1) el de este domingo en Mestalla en el que tanto Valencia como Athletic han marcado justo en el tiempo dominado por el rival. La calamitosa actuación del linier permitió a Paco Alcacer obtener un gol totalmente ilegal que sería luego igualado en la segunda mitad de penalti por Aduriz con su décima diana de esta Liga. La derrota del Villarreal en Granada permite aumentar en un punto la ventaja a la espera de lo que haga el lunes la Real.
No se sabe si el apagón previo al encuentro había pretendido crear un entorno confortable para los murciélagos. La panorámica con los móviles desde luego era digna de 'Encuentros en la tercera fase', y ojalá haya servido para que los emisarios del Manchester United no vean nada que llevarse de Bilbao, aunque lo cierto es que Ander Herrera fue de lo mejorcito sobre el terreno de juego.
En el primer periodo el conjunto hoy azulón pudo hacer más de un gol, pero lo cierto es que en la reanudación los levantinos apretaron lo suyo obligando a Gorka a intervenir mucho y con acierto, aunque no fuera en ocasiones escandalosas. Está visto que es un campo que no se da especialmente bien, pero con el de esta noche el Athletic ya ha logrado tantos puntos a domicilio (18) como en las dos últimas ligas.
La entrada en el once de Oscar De Marcos, ya auspiciada esta semana, fue la única novedad preparada por Valverde para hacer frente a sus expupilos y meterle el turbo a la banda por donde iba a planear el escurridizo Fede, que estuvo cerca de sacarle una expulsión a los dos laterales derechos.
Si dijo el Txingurri que antes de empezar no firmaba el empate ni de broma, igual sí le vino a la mente después de ver la flagrante ocasión que desperdiciaba Aduriz a los 55 segundos de partido completamente solo ante Diego Alves. ¡Que fallo! De esas jugadas que pueden marcar un partido, bien sea porque si entra enciende la grada o porque si se falla provoca una depre en el delantero errante.
Lo que sí es cierto es que los leones cumplieron con su axioma de ir descaradamente a por el encuentro volcándose en el ataque de la mano de un Muniain inicialmente fantástico, de un decidido Balenziaga o un preclaro Herrera. Las buenas oportunidades vascas se sucedían para intranquilidad del volátil graderío naranja, pero claro, esto va de meterlas.
La ya consabida presión de los leones, hoy con una defensa puesta cerca del centro del campo que subía a tope la marea, dificultaba la vida a los locales que tan solo miraban a Iraizoz desde la distancia. Jugando lógicamente con riesgo ante los posibles balones largos (donde Laporte dio una exhibición en el corte), el Athletic fue dueño de la pelota y del tempo de juego buscando de forma incansable el gol. Así pegaba por ejemplo Ander Herrera un palo en el 17' con una magnífica rosca, siendo esa la segunda bala desperdiciada. La siguiente iba a ser un cabezazo de De Marcos que atajó en estirada el meta brasileiro.
Y ya sabemos que caprichoso es este curioso deporte, para mortificar más, la primera llegada que tuvieron los de Pizzi, encima con un fuera de juego flagrante de Feghouli, acababa en el minuto 23 en gol del enrachado Paco Alcacer. Como para mandarle unos bombones a Marcelino García Toral...
Por supuesto los rojiblancos apretaron los puños en busca del empate sumando una nueva opción clara a través de Mikel Rico, dominando la posesión con un 39-61%, pero sin acabar de poder equilibrar el tanteador. Con lo que tuvo que irse al descanso un tanto por debajo cuando había puesto encima de la mesa todas las propuestas futbolísticas de los primeros 45 minutos y llegado 20 veces por 7 de su contrincante. "El fútbol es así", dicen, pero jorobar ya joroba.
A la vuelta en realidad lo único que había que cambiar era la puntería, porque el planteamiento 'a los puntos' había sido como para golear. Y de hecho con el mismo once a los cinco minutos Herrera le sacaba un penalti -tal vez compensatorio- a Feghouli que Aritz Aduriz transformaba con sutileza ante todo un experto como Alves, que ni la olió. Tal vez porque aún había olor a quemado de la mascletá del día anterior.
Con el 1-1 De Marcos se jugaba la expulsión así que el técnico de Viandar recurría inmediatamente a Iraola en previsión de que Fernández Borbalán ya perdiera definitivamente el oremus, y le diera por compensar sus propios errores encadenando más. No es el caso del Athletic, que está en racha porque no marcaba cuatro penaltis seguidos en La Liga desde hacía tres largos años.
El choque quedaba completamente abierto estando inicialmente en botas de Keita la posibilidad de romper el equilibrio con una llegada a la espalda que afortunadamente remataba fuera por muy poquito. A su vez Muniain, con un tiro de lo más chuchurrío marca de la casa, desperdiciaba una jugada espectacular de Herrera que le había dejado en condiciones de marcar. Pero la sensación era que los chés ahora tenían el partido más controlado mientras que los bilbaínos daban toda la sensación de haber perdido empuje en su medio del campo.
La decisión de Valverde fue dar salida al recuperado Toquero, que no jugaba desde diciembre en Donostia, para añadir poderío físico a un equipo que estaba en reserva y a merced de la frescura de Vargas. Está claro que Pizzi no se arrugaba porque sus permutas eran siempre de carácter ofensivo en busca de unos tres puntos que estaban al alcance del primero que marcara. La salida de Guillermo ya llegó en el 89 dando a entender que para ese momento el puntito ya se veía con buenos ojos.
Y es lo que se pudo amarrar antes de empezar a prepararse para la importantísima visita a El Madrigal donde esperan el Villarreal, y un Marcelino convertido en protagonista de la semana por méritos (malos) propios.