Y el plan se fue al garete

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Valverde: "El inicio no es bueno, tres puntos en Liga son pocos"
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Marcelino: "Hemos superado al Athletic en intensidad"
Mira que es un campo nefasto. Ya van doce años sin vencer allí, pero es que encima nos aburrímos. Por aquello de la sobrecarga de partidos Ernesto Valverde preparaba una revolución en el Madrigal, ya que solo repitieron del once del Augsburgo Laporte y De Marcos. Una rotación masiva, 9 de 11 futbolistas, previa a la visita del Real Madrid este miércoles, que abría seguro el debate. Y lo hizo. Un proceder el de rotar a lo grande que siempre se suele juzgar por el resultado final. Y eso marca que hoy el Athletic Club ha perdido con el Villarreal, quien por cierto hizo idéntica gestión respecto a su alineación del jueves en Viena (9 de 11), por un sonoro (3-1).
El problema es que los bilbaínos han carecido de dirección y de pegada, solo un par de tiros entre los tres palos en todo el choque, y para cuando el técnico se ha decidido a tirar de los pesos pesados que estaban en la banqueta (Aduriz, Raúl, Beñat) justo llegaba el segundo gol y ya hacía falta un milagro que no hubo. Bruno, de penalti, Mario, con un bazokazo, y Leo Baptistao en una contra, han sido los autores de los goles, junto a Aritz -este en el descuento-, en una tarde en la que poco positivo cabe reseñar por parte vasca.
A eso hay que añadir la pésima labor del inefable Clos Gómez que se comió un par de penaltis favorables a los rojiblancos, o la patética actitud de Marcelino García Toral (ninguna sorpresa) celebrando la goleada al "Bilbao", que dice el asturiano, pegando brincos como un cateto en el Toro de la Vega.
No me chilles que no te veo
Con tanto cambio el Txingurri tenía muy clara la táctica. El Athletic trató de bajar las revoluciones del submarino a base de guarecer la pelota, sabedor de la habitual velocidad de los castellonenses para meterle en apuros, y luego tratar de decidir con los habituales ya sobre el césped. A los bilbaínos les venía bien especular y como los levantinos no se decidían a adelantar la presión, pues nada, que los porteros hicieron de conserjes prácticamente todo el primer tiempo para comodidad de los rojiblancos. Pero era una comodidad peligrosa si luego hay algún despiste, claro... eso te obliga a reformular todo el planteamiento. Y eso, justamente, iba a pasar.
Era un milagro progresar hacia arriba, sin Beñat ni Aduriz es lo que suele ocurrir siempre; pero al menos mientras se sesteaba se evitaba la posesión de un equipo que rara vez le perdona la vida en este campo. La lesión tempranera de Bakambu obligó a Marcelino a mover su banquillo con Leo Baptistao, casi la única incidencia en un arranque tedioso que permitía verdadero confort vital a los leones.
Un penalti corrompe el trabajo de todo el primer tiempo
Laporte, de hecho, era el futbolista que más brillaba en todo el campo con sus buenos detalles técnicos y su rapidez en los cruces. Lo de sus protestas y batallitas personales, por contra, no parece tener solución. En el otro lado del terreno Merino y De Marcos eran los único que servían, con cuentagotas, algún balón al área; pero eran más caros de ver que un pintxo barato en lo Viejo de Donosti.
Los bostezos de la grada (encima con 29 grados) eran para verlos. Si a uno no le engañan sus apuntes el primer remate, como tal, de alguno de los dos equipos no llegó hasta el minuto 39, cuando Iraizoz tuvo que despejar a córner un peligroso disparo a la media vuelta de Pina. Pero fue el despertar amarillo, o si quieren la invitación a espabilar. Porque lo que no entraba en los apuntes era el absurdo penalti de Gurpegui a Baptistao en el 41', pena máxima que Bruno transformaba en el 1-0, y que echaba por tierra todo lo planificado en la pizarra.
Clos Gómez se borra en el área local
Sorprendentemente fue Marcelino y no Valverde el que hizo un cambio tras el descanso, metiendo a Adrián, en busca de resolver el choque. El Athletic sin embargo, sea por empuje, ofreció ya mucho más. Primero un cabezazo de Aymeric, flojo pero peligroso, que se marchaba rozando el larguero de Areola, un posible penalti a Sola y luego un remate de San José a bocajarro que fallaba lo infallable en una jugada en la que Gurpegui sufría un escandaloso agarrón en boca de gol no señalado. Se estaba luciendo Clos Gómez.
No quedó otra que tirar de Aduriz y Raúl García, que saltaron cual dúo dinámico juntitos en el minuto 61', pero cuando no habían hecho más que recibir una tarjeta Mario enchufó un lejano obús que dejaba el tema casi resuelto.
Demasiado tarde
Tanto que provocaba también la tardía entrada de Beñat, pero ya con una losa demasiado pesada que levantar. Lo intentaba Aduriz con un zapatazo en el 79', pero el Villarreal ya jugaba a lo que le gusta, y en una gran contra de Adrián el brasileño Leo Baptistao certificaba la defunción bilbaína. Aduriz, ya en el descuento, cerraba el 3-1 final tras un pase de San José, un gol que casi ni se celebró. O sin casi.
La forma de arreglar todo lo malo de hoy es ganar a los merengues entre semana. Y es que como comentábamos al inicio de esta crónica la semana viene cargada y hasta épica. El miércoles visita San Mamés el Real Madrid de Rafa Benítez, y, como remate, el próximo domingo habrá que ir a Donostia a verse las caras con los vecinos de autopista en el derbi de Anoeta. Casi nada con 3 puntos de 12 posibles.