Roble humillado bajo el 'Roque Nublo'

Mientras veía el Las Palmas-Athletic Club en el 'Lolo' de Victor, iba, como acostumbro por mi condición de periodista, tomando  notas y notas con lapicero stendhal en mi 'lujoso' Block 'Campus University, cubierta amarilla con mestizaje de naranjas que no están aún en su sazón de madurez.

Victor, un pozo de sabiduría, me recriminaba haber cargado las tintas contra Ernesto Valverde. Tranquilo, le dije, hoy no será el día, me mueve la justicia, quizás ir contracorriente en un mundo periodístico que se deja llevar por el defecto aparente y no profundiza en ese abismo al que deberían ser arrojados seres tan miserables como Álvarez Izquierdo, un trencilla zafio, y encima torpe, como aquel Boody Allen de 'Coge el dinero y corre' que pretendía atracar un banco con una pistola toda ella de blando jabón que se iba deshaciendo de manera directamente proporcional a las vueltas que yo daba por el suelo preso de un ataque de risa de larga duración.  Corría el minuto 78 de este duelo entre el Roque Nublo Grancanario y el Roble de Bizkaia cuando, un centro desvencijado al área 'guanche' contactó con el hombro de un defensa del equipo 'pío-pio' dirigido por un Quique Setien astuto que juega bonito pero platica feo cuando las cosas le vienen maldadas por el trencilla de turno. Serio. Estilista. Pero incapaz de librarse de esa fama de 'cucos' que acarrean los cántabros, nuestros vecinos occidentales.  Había garabateado números y letras sobre los folios cuadriculados. El partido latido a latido. Se bramaba en el bar. La labor de Álvarez Izquierdo crispaba en la misma medida a rojiblancos y parroquianos. No es gente frustrada la que visiona el fútbol del Athletic, ni amargada, ninguno de los presentes se desahogaba  en improperios como vómitona de una vida no vivida. Si Álvarez Izquierdo no hubiera sido tan torpe, quizás los que siguen defendiendo la simbiosis del opio y el pueblo habrían medrado con sus escritos. Pero no fue así.
Ese vergonzoso penalti que le regaló al Athletic debería condenarlo no a la nevera, sino a 'galeras a remar', como canta Manolo García. Hay que ser tonto, muy tonto, para, luego de robar un anillo de pedida en una joyería, abrir la mano delante de la policía. Y Álvarez Izquierdo, en metafórica traslación, lo hizo: "Tonto a las tres", añorado José Mota.  Esa tropelía, esa astracanada, esa torpeza, ese enseñar la mano luego de robar la fruta del árbol prohibido hizo que la hoja en blanco sobre la que escribir una hipotética crónica acerca del  choque que estaba padeciendo se fuera esclareciendo hasta ver de manera nítida la luz al final del túnel...  Álvarez Izquierdo señaló con su dedo la Luna: y yo mire la Luna, sin reparar en el dedo. Agotado el tiempo de juego, 'Rulo', cuestionado por la influencia arbitral en la suerte del encuentro, "De ese tema no hablo", y se quitó el muerto de encima. Valverde no habla de las actuaciones arbitrales. Urrutia calla, imitando el silencio inquietante de ese Dios que, aunque Einstein dijera que no juega a los dados en el Universo, no da la cara, cobarde sumo hacedor.  Frente al Sassuolo, este hombre que a horas intempestivas se entrega a la escritura por querer defender una causa justa, mencionó a Caos, un Dios que ató de pies y manos a los leones. Hoy, ahora, 00:43 del 28 de Noviembre, 'Kuitxi' está avivando el fuego de la chimenea de la casa de los sueños con los papeles sobre los que escribió apuntes, materia en forma de cruz, firme madera que hacía el cielo se eleva como si estuviera sosteniendo el firmamento.
¿Leña del árbol caído? ¡Ni hablar!... El Athletic me necesita. Hoy más que nunca. No se hable de fútbol. Salga yo en defensa de esa casa de mi padre que es el Athletic...  En esta liga Santander en la que todo Dios blasfema contra los árbitros así que se desvíen de la senda que transitan, el Athletic juega en desventaja. Y no por esa filosofía nuestra de surtir nos de 'carne' vasca, sino por ese "Gure Estiloa" que sobrepasa la línea del fanatismo.  Somos el único equipo de la Liga cuyos jugadores y entrenador son víctimas de la ley mordaza. La orden viene de las más altas esferas, ese cielo ateo en el que ya habita Fidel junto a nuestros presidentes muertos.  Urrutia es el líder de la revolución. Esa que se hizo con el poder allá por 1898. La de Cuba, de Sierra Maestra hasta La Habana, la dirigió un guerrillero que se gustaba hablando ante su gente. Josu Urrutia es nuestro presidente. De futbolista ponía firmes a sus compañeros y derribaba rivales.
En su segunda legislatura, 'dictatorial' puesto que no hay oposición ni partidos emergentes, debería, es más, se lo exijo en súplica, que salga a la plaza pública con megáfono en mano y, a modo de corredor único de su particular 'Korrika', recorra ese espacio que separa Madrid del Botxo, y, ya en la capital del reino, digamos que en ese kilómetro cero que es la Plaza del Sol predique a los cuatro vientos la doctrina del respeto al equipo más noble, e histórico, de la liga Santander.  Respeto por parte de los árbitros. No un trato preferencial, sino idéntico al resto de equipos contra los que compite. Basta ya. Lo sucedido en el estadio Gran Canaria ha sido el chorreo que ha desbordado el balde de mi paciencia.  Urrutia no debe demorarse. Lo tiene fácil, ahora, en caliente. Un largo partido con un trato de favor para el 'débil', y humillante para un Athletic "único caso en el mundo". No es preciso que lleve el video del partido. Con dos botones de muestra bastarían.
En el 3:38 del partido Las Palmas versus Athletic, Aduriz sufrió dos penaltis en la misma jugada. Álvarez Izquierdo, un ser humano ruin, miserable, despreciable, obvió la acción a sabiendas de que, señalado el punto fatídico, los futbolistas de Las Palmas se le habrían echado encima, y Quique Setien habría largado sobre su falta o exagerados genitales. Al no señalarlo, no habria motín desatado por parte de los leones.  Luego de todo tipo de desmanes que dañaban a los de Ernesto Valverde, en el 78', dos a cero goles en el luminoso, prevarico al señalar un penalti inexistente en el área canaria. Torpe árbitro, o quizás honesto. Si se hubiera inhibido, su querencia a perjudicar al Athletic habría pasado de puntillas como caco que abandona un domicilio luego de haberlo desvalijado.
Al señalar el círculo de cal, empero, se convirtió en ese  Judas Iscariote que, después de haber dejado vendido al Athletic, atormentado por su sentimiento de culpa, se bajó al centro de la isla para, soga al cuello, su cuerpo quedándose sin vida mientras oscila en el aire en lo más alto del Roque Nublo.
Por Luis María Pérez, Kuitxi, periodista y exfutbolista del CF Portugalete