La segunda muerte de Quini
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Luego del 26 de julio de 1993 (y hasta que la entrada del siglo XXI nos separara), mi amigo Xabi Ferrero 'Ferrutti', compañero de promoción en el Campus de Leioa y, como él gusta definirse de manera guasona, "muskiztarra que en Almería vivo exiliado por motivos de profesión" (escribe para la edición de Marca en la capital almeriense),
Ferrutti, les decía, apodo boxistico gracias al ingenio innato de Jaime Ugarte 'Mattioli' (donde las dan las toman, querido Jaime), siempre que, en nuestros viajes por la costa cantábrica, esos que, mayormente, nos obligaban a torcer en Unquera para internarnos en la divisoria camino de Potes, base del puerto de San Glorio que remontábamos para, una vez ganada su cima, dejarnos caer hasta Llanaves de la Reina y su prodigiosa naturaleza. Ferrutti, "¡arranca, cronista, que la noche viene fría!", al pasar junto a Pechón, coincidiendo con el paralelismo de su playa Amió solía decirnos: "En esa playa de Pechón se ahogó Jesús Castro, portero del Sporting, hermano de 'Quini', en su 'exitoso' intento de salvar la vida de dos niños ingleses a los que el mar amenazaba con tragárselos. 7 y 9 años. Sus nombres no constan. Sí, en cambio, que, si la vida no se lo has ha quitado de en medio, como hizo con el 'héroe asturiano del Sporting', uno de ellos contará 34 años a estas horas de la noche, dos menos, 32, su hermano, aquellas dos almas que se aferraron a sus cuerpos aquel 26 de julio de 1993 gracias a la extrema generosidad de un deportista que no se lo pensó dos veces a la hora de arrojarse al mar aquel día en el que el Cantábrico, de resaca, no era consciente de lo terrible de su magnicidio. Pechón. Donde se ahogó Jesús Castro, portero del Sporting al que Jesús Mari Zamora goleó en un 'Molinón' embarrado para darle a su 'Real' la primera liga de su historia. El que esto escribe era futbolista del Portu aquella tarde. Partido en La Florida saldado con victoria. Me duché jubiloso por el éxito de los donostiarras. Para, poco más tarde, brindar con champán en la calle Santa María del casco viejo de mi noble Villa jarrillera. 1981. 26 de abril.
'Quini' era ya, por entonces, jugador del Fútbol Club Barcelona, fichaje fraguado esa misma temporada (1980-1981) luego de que el presidente del Sporting, cinco años atrás, hubiera impedido que el goleador ovetense firmara por el cuadro 'cule', lo que hubiera conllevado que 'el Brujo' disfrutara 'ejecutando' porteros al ritmo vertiginoso que imprimía al equipo blaugrana un tipo delgado, desgarbado, pero veloz, holandés habilidoso y genial, Johan de nombre, Cruyff de apellido, no sé si les suena, seguro que a Forges, sí, y al propio Enrique Castro 'Quini', un 'Pitxitxi' voraz que se hizo grande como futbolista al lado de Megido y Txurruka, y de su hermano Jesús, tres hombres sumamente 'ofensivos' que salieron en busca de la gloria y la alcanzaron. El extremo de pelo aleonado en Granada; el talentoso centrocampista de Zarautz, en el Athletic, bendita operación retorno que le permitió protagonizar una prodigiosa UEFA junto a 'Chule' Villar e Iruretagoiena 'Irureta', Txetxu Rojo, el 'Txopo' que el 1 de marzo cumple 75, y, es especial, Alexanko, un 'libero' de época que recaló en la ciudad condal de la mano del goleador al que... Un 27 de febrero de 2018, el corazón le ha fallado hasta lo indecible, hasta el extremo de decir "Basta", 68 años, para que más, qué sorpresas puede depararme la vida a mí, un futbolista que atesoro 'Pitxitxis' y el cariño de mi gente; a mí, que me alcé en vuelo con George Best saliendo mi pómulo mal parado; a mí, que hice historia en el Sporting antes de recalar en el Barcelona, 1980; a mí, que perjudiqué a mi equipo por no haberme sabido deshacer de unos secuestradores de seguido a vapulear al Hercules (6-0), 1-3-81, fatídico momento, el vestuario se hunde por mi ausencia, cuatro partidos seguidos y un solo punto, Berd Shuster se ve superado por la tragedia, 25 de marzo, día de la liberación, demasiado tarde, la Real llegará al último evento con todas las de ganar, dependiendo de sí mismo, un empate, de Zamora, en el Molinón, y yo, en Barcelona, nada se pudo hacer sino asumir mi enésimo 'Pitxitxi'. 80-84. Cuatro cursos en Barcelona. Demasiado tarde para fichar. El 'cuatrienio' mágico del fútbol vasco le robó dos ligas por cabeza: Real, Real; Athletic, Athletic... Copas y Supercopas. Goles a chorramortero. La llegada del 'Pelusa' y esa mala relación entre el presidente Nuñez y el genial Maradona que puso en peligro aquel partido de homenaje ante una retirada del fútbol que no fue tal, el Sporting lo esperaba, no sin antes haber recibido en la cancha el calor de su hermano Jesús, de Urkiaga, Nuñez, Maceda y Camacho; de Marquez, Da Silva, Figueroa; de Cruyff; del 'matador, Kempes, de Amarilla; del gran Arconada y el incomparable N'Kono; de Gimenez; de Dani, Rexach; de 'Urruti' y Morán. Partido de homenaje, sí, pero había más fútbol lejos de Barcelona. En Gijon, en el Sporting, hasta el 87, como si 'Quinocho', sin ser consciente de lo que hacía, quisiera sentirse aún futbolista cuando a su hermano el agua de la playa de Amió se lo tragara a la altura de Pechón, 26 de Abril de 1993, seis años después, temporadas sería lo correcto porque los futbolistas viven jornadas y no semanas, partidos y no tiempo, ¿Cómo se asimila, Enrique Castro, la muerte de un hermano en acto de servicio?, ¿Cómo, Quini, 448 partidos en Primera División con sus 219 goles?, ¿Cómo, 'Brujo', ser junto a Zarra ' Pitxitxi de oro'? ¿Cómo, futbolista legendario, compartir con tu hermano Jesús el 'Parque de los Hermanos'?, ¿Cómo, 'asturiano de pro', ingresar como patrono de honor defendiendo bravo la vetusta lengua asturiana?, ¿Cómo, hombre de carne y hueso, recibir un pase de la muerte para encajarle un golazo al cancer?, la alegría te embarga, gritas jubiloso: "¡Doi la cara pola oficialida!".... Gijón. 27 de febrero de 2018. Última hora de la tarde. Hace frío. Caminas solitario en busca del fuego del hogar. No habrá calor, sin embargo. El rival ataca pero no te puedes defender, desventajas de ser delantero. Habrá quien diga que, siendo 'ariete', de haber acelerado en sprint, podrías haber derribado la puerta de tu domicilio. Te faltaba el apoyo de tu equipo. Acaso el saque largo de Jesús, la prolongación de Megido, el toque de seda de Joaquin. Se te encoge el corazón. Tu mundo estalla. La estrella errante se detiene. Hay un sol sobre el asfalto. Un astro sin luz. La Luna ilumina el bondadoso cuerpo de un futbolista. Quiere gritar. La garganta no responde. La ambulancia se lleva al 'depredador del área' camino a la extinción.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista