El Athletic a seis minutos de trece años

12 minutos y 20 segundos del partido. A falta de boli o lapicero, estaba escribiendo en un 'wasap muerto' que... "Tras una cándida pérdida de balón de Iñigo Córdoba, el Real Madrid se planta en el área del Athletic Club tras un contraataque para el que solamente necesitaron sus futbolistas cinco segundos. Pues bien, mientras mantenía apartada la mirada del televisor, Iturraspe filtró un pase de maestro a Córdoba, el futbolista al que yo estaba afeando su mala gestión del esférico.

Córdoba, memoria de pez la suya, ni se acordaba de su error cuando le dio por clavar un pase de libro entre los centrales a sabiendas de que Iñaki Williams lo recogería. Lo que pasó a continuación fue eso que del '9 del presente y el futuro' siempre se espera y nunca termina de llegar. A saber, control fácil y certero, y, cuando el 'tico' Navas le muestra su cuerpo como escudo, Iñaki, "Me lo dijo Aritz", que estuvo en Mallorca, le pica el balón con sutileza, y le burla, porque la mayoría de los porteros, en situaciones similares, tienen la tendencia a dejarse vencer.
  Vencer de 'caída', en lo que respecta al arquero merengue; vencer de 'Victoria', en lo que atañe a tod@s nosotr@s que somos Athletic. Victoria, ya que era el 0-1. Falta un mundo. Ochenta minutos. Si mi compañero Asís Martin rememora los famosos "90 minuti" tan largos del gran 'Juanito', diez menos no acortaban en demasía lo mucho que el cuadro de Ziganda habría de sufrir si quería salir con los tres puntos del Bernabéu.
Victoria que, de producirse, destrozaría una racha brutal cuyo inicio se produjo en 2006, una temporada después  de que, con Valverde en el banquillo, Iraola y Del Horno asaltaran el Coliseo blanco. Trece visitas, otras tantas derrotas. Una estadística que a todo Athleticzale se le hacía insoportable. "Para romperse están", las estadísticas, se dice, en especial en boca de los entrenadores.
Sucede que este 18 de Abril de 2018, a partir de las 21:30, no parecía el día propicio para que los leones se quitaran de encima tantos años de penuria con una tanda de zarpazos. Pero ya que Iñaki Williams había 'bacaladeado', y de qué manera, por qué no dar rienda suelta a esa imaginación que, tomando en cuenta que ya se había hecho de noche, podría terminar incursionando en lo onírico, en especial en lo inherente al público infantil, que ya se hallaba, o debería, en la cama: "Ya va siendo hora de que los peques"...

Viniendo del 'arrastre' de San Mames ante el Depor, el que más, el que menos, firmaba una derrota honrosa. Que el Real Madrid, por no tener el día,  o, teniéndolo, por no querer cebarse con un león malherido, no se fuera más allá de los dos goles a favor. Y que él Athletic, en un ejercicio de 'decencia', se dejara el alma en una pelea que de inicio se presentaba tan desigual. A posteriori, se habla de una primera mitad muy del Real Madrid, y de otra segunda en la que el Athletic sufrió de manera leve. No estoy de acuerdo...  El comienzo del Athletic fue 'aparente'. A su fútbol me refiero. Lejos de de colgarse del travesaño de Arrizabalaga, pidió el balón y se lo dieron. O se lo quitó al Real Madrid: no con demasiada frecuencia, pero se lo robaban. Y he aquí que, en tremendo escenario, cuando los rojiblancos tenían el balón en los pies, lo trataban con respeto, lo mimaban, el equipo, yo diría,  incluso se gustaba.
De no haber sido así, el gol de Iñaki no se habría producido, porque no habría habido una asistencia  intuitiva de Córdoba, ni una pase vertical de Iturraspe que habilitaba al zurdo extremo para hacer una diablura. Antes, San José, recibiendo un servicio de 'Rulo', pudo anotar. Antes, también, el travesaño escupió un cabezazo de Ronaldo. Con anterioridad, así mismo, un chut de Asensio, y ese contraataque vertiginoso del que yo estaba escribiendo mientras se fraguaba la extraordinaria jugada de un magnífico gol.  Con ventaja en el marcador, los de Cuco tenían la potestad de seguir divirtiéndose con la pelota atacando, pero, para mi disgusto, se decantaron por el aburrimiento consistente en mirar y mirar cómo el rival manejaba la pelota mientras ellos reculaban más y más hasta pisar la tacos de sus botas el balcón del área de Arrizabalaga, un portero que, ante el micrófono postrero, dio a entender que lo que realmente le importaba es que su buena noche se hubiera producido en el estadio del "equipo  que te quiso fichar: ¿querías demostrar algo esta noche aquí, Kepa?", le preguntó Ricardo Roseti.

Con balón. Sin balón. Con  él, el  Athletic, discutiéndole la posesión al actual Campeón de Europa, podría haberle hecho mucho más daño del que terminaría infligiéndole; sin  él,  lo ya sabido, lo que terminaría pasando, un monólogo 'blanco' ante un 'rojiblanco' que, de haberle sido lícito, le habría 'jaqueado' el cronómetro a Martínez Munuera para que los segundos se convirtieran en minutos que volaran  hasta ese llamado 'pitido final'. 0-1. Luego de una larga espera de trece años, cero a uno. Haciéndole, de paso, un 'feo' a mi compañero que ha no mucho titulará: "Pues si, fue un espejismo"...  A la vez que un partido de fútbol se disputaba, cosas como éstas se escribían en el wasap: "Que fácil acosa el Real Madrid...Defensa (del Athletic) de balonmano... El Athletic ya no sale... Como en soka tira, pero en dirección contraria, el Real Madrid le mete al Athletic en su área... Lucas Vázquez, hasta la cocina porque el Athletic está metido en su área... Penalti de Carvajal... Paradón de 'Arri' luego de un 'slalom' de ese Asensio que los que saben dicen que un día "pudo ser nuestro"...
Y en eso llegó el final del primer acto, con un resumen  muy conciso por mi parte: "Propuesta inexistente de Ziganda. O si la hay, ésta consiste en dejar pasar el tiempo en la esperanza de que Arrizabalaga lo pare todo y el Real Madrid no tenga, ni siquiera en una ocasión, el santo de cara"
La segunda parte, al igual que la primera, nos enseñó que si el Athletic quería, podría. Quedó muy claro en el 63', cuando De Marcos se estiró hasta la línea de fondo. Allí, en ese lugar, en ese momento, estaba el partido. Y lo pudo estar por tres veces a raíz del centro de Oscar: cuando 'Willy' no llegó , cuando a Córdoba  le sacaron su remate, cuando el travesaño acogió un disparo con el interior total de su bota derecha, o sea, a asegurar, pero la pelota "no quiso entrar", seguramente porque , al no haber apoquinado Ziganda a la 'Empresa' correspondiente, aquel 'bacalao' no estaba 'asegurado'.

Un Real Madrid espeso, aturdido, falto de imaginación, lo fío todo a llegar y llegar a las proximidades del área de su rival. Ya en ellas, llevar el balón de banda y banda y, sin mayores argumentos, eso que cuando es el Athletic el que lo lleva a cabo recibe el calificativo de "pelotazos a la olla". Y el Athletic, con el consentimiento del banquillo, a la espera, devolviéndole al Real Madrid todos y cada uno uno de los balones que en el área rojiblanca metía. Tuvo que ser por el centro, sin embargo, esa frontal por la que la blancos no habían generado casi nada...  A Modric le dio por soltar la pierna a la 'sopa tolondra'. Y como el interior del área estaba atestado, y en él,  un Ronaldo que había demostrado que no es nada ni nadie sin espacios y/o pases de gol, el de Madeira,  buenos reflejos los suyos, desvío con la espuela un balón que se marchaba fuera pero que, por su intermediación, termino alojándose en la portería de 'Arri' luego de que Sergio Ramos, con su cuerpo en movimiento, terminara por cegar al portero de Ondarroa. Corría el 87'. Si la cosa iba de empate, el Real Madrid podría haber escogido otro minuto y no  éste,  uno más alejado del 93', digamos que el 70' y el empate del Bernabeu  nos habría sabido a gloria.
Cuando nadie creía. Cuando no se esperaba. El 0-1, en el ángulo derecho de la pantalla del televisor, como si fueran los dos rombos de una película solo apta para mayores. Y es que los más pequeños se habían ido a la cama. Durmiendo estaban. Soñando que el Athletic, luego de trece años, volvía a ganar en el Santiago Bernabéu. Casi. No pudo ser. Y fue así que "A 6' minutos de 13 años" nos quedamos. Otro año será. Cuando el Athletic sea del todo consciente de que es más fuerte poseyendo el balón, y manejándolo, que sin  él,  viéndolas venir con el cuero en botas ajenas.
Por Luis María Pérez, Kuitxi. Periodista y exfutbolista del Portugalete