Tareas pendientes pensando en La Cartuja
En la Copa del Rey ya le espera al Athletic Club la final del 18 de abril ante la Real Sociedad, la primera en la historia de esta competición entre los dos equipos vascos. Y en LaLiga Santander le esperaba, en la jornada número 27, el Real Valladolid, el decimoquinto (con 29 puntos) recibía al décimo (con 34, ahora ya 37). El equipo pucelano para intentar alejarse del farolillo rojo. El Athletic, para mejorar sus números ligueros; y, a falta de 11 jornadas para la culminación de la temporada alusiva, hacer el intento por llegar a terminar en puestos europeos. Matemáticamente, todavía es posible.
Acaso por descanso tras la gesta ante el Granada CF en Los Cármenes por la Copa del Rey, Gaizka Garitano dio descanso a varios jugadores. De este modo, sorprendió en Pucela con el once inicial de su habitual dibujo de 4-2-3-1, pues alistó a Unai López, Íñigo Córdoba, Oihan Sancet e Íñigo Lekue.
A priori, el Valladolid parecía un rival accesible. Tal vez por esta razón era una buena ocasión para variar de nombres en el once. Al menos, lo era para mí. Porque, desde mi punto de vista, es bueno que el Athletic tenga algo así como un plan b de cara a cansancios comprensibles y lesiones potenciales, pero fundamentalmente de cara a contar con alternativas viables.
Me gustó ese mediocampo inicial expandido con Sancet, Unai López e Íñigo Córdoba: es poner en valor la plantilla disponible. Adoro a Iker Muniain, acaso el jugador más distinto del Athletic, sin embargo, muchas veces tengo la sensación que está muy solo en la creación, tanto por imposibilidad de escuderos complementarios como por elección propia.
(No porque no haya escuderos para Muniain, sino porque se observa que se prueban pocas variantes; y, si se prueban, suelen tener muy poca continuidad, lo que afecta al roce que hace al cariño en el campo).
Me gustó, también, que Unai López marcara de tiro libre (técnica y brillantemente ejecutado) a los 4 minutos, acaso como un reflejo de recuperar aquella versión suya en el Rayo Vallecano. Y que Íñigo Córdoba sirviera el centro para el cabezazo de Raúl García a los 24 minutos. Y que Iñaki Williams le quitara limpiamente un balón a Masip para decretar el 1-3. Ni hablar del último gol athleticzale, a los pies de Córdoba, su primer gol en esta temporada.
Pero no me gustó que con 0-2 a favor, nos desentendiéramos muchos ratos del balón, mostrando una cierta conformidad con lo hecho; en esto, compensó ese ataque de tiralíneas que culminó Vesga en un tiro cercano al palo y alguna que otra jugada, como la final de Williams y la de Córdoba. Tampoco me gustó que Ibai Gómez no sea tenido en cuenta.
Pensaba en que cada partido de aquí al 18 de abril, es una excelente posibilidad de ir haciendo las tareas de cara a la final copera. Porque estamos en la recta final de la temporada: ese tiempo de cansancio, de agotamiento, de baja de la intensidad, de lesiones; un tiempo en el que se requiere mucho orden, coordinación y diálogo en el campo.
(Aquí va mi toque de atención a la defensa athleticzale, que los atacantes del Valladolid generaron varias ocasiones de gol ante marcas desajustadas).
La primera ocasión para hacer la tarea de cara a la final de Copa del Rey, fue este partido de liga ante el Valladolid. Restan cuatro retos ligueros más antes del 18 de abril: el Atlético de Madrid, la SD Eibar, el Real Betis y el FC Barcelona.
Acaso cada uno de estos encuentros requiera de tareas específicas. Pero los cuatro, como una gran oportunidad conjunta, serán ocasiones para llegar a La Cartuja con el mejor empaque posible.