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El Athletic, Williams y ‘La Resistencia’ de Garitano

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Kuitxi Pérez

Tras la derrota de la Real Sociedad, el Athletic Club se pondría a 'tiro de derbi' en caso de vencer al Villarreal CF. Pensaba en alto. Alguien me escuchó. "¿Vencer en 'La Cerámica'?". Claro. Por qué no. Siempre y cuando el planteamiento de Garitano sea del todo valiente. Y lo fue. Y su 'descaro' obtuvo premio. Pero no todo es osadía en el fútbol. Se trataba de jugar encontrando en ello regocijo. Fue tal la exhibición que, tras el primero de 'los dos pitidos' de Medié Giménez [buen arbitraje el suyo], el equipo comenzó a acumular elogios a destajo. El primer tiempo acababa de finalizar.

Y uno, como anticipándose a las 'horas pequeñas' de la noche, empezó a plasmar en su papel las pinceladas de un partido al que aún le quedaba media existencia por vivir. Tanto tiempo por delante y, sin embargo, como si Garitano no fuera capaz de destrozarle al cronista el mejor de sus titulares.

"Ensayo sobre la perfección". Si es que la perfección existe. Que no. "Ensayo hacia la perfección". Hacia ella, caminando el Athletic durante todos y cada uno de los momentos que se habían vivido durante la primera parte del choque. Instantes. Uno tras otro. Ante el Villarreal de Unai Emery, el encuentro se convertía en una aventura. Una 'expedición'. A bordo de ella, once leones y uno solo al mismo tiempo.

Saltaba "un reptil". Acechaban "diez". Bestiario amarillo al que el Athletic no temía. "Los motivos de Garitano". Relato corto que el técnico del Athletic debería publicar. Regalazo de Olentzero. Su palabra, escrita, para poder entender cómo demonios se las apaña este hombre a fin de que se sumen a su causa los más feroces detractores.

Gaizka Garitano junto a Unai Emery en Villarreal (Foto: LaLiga).

Se venía de un fiasco en toda regla. Y cuando todo parecía perdido. Cuando el esperpento y la derrota eran cuestiones asumidas como la muerte se asume aunque no sea plato de buen gusto, resurgió. Con nocturnidad y alevosía. Todos los focos, sobre él. Y de repente, del fondo de un 'mar de dudas', emergió. 'Magia a la luz de la Luna'. Amante del cine de Woody Allen. Y de la figura de Houdini.

Luego de aguantar la respiración durante cuatro días, se deshizo de toda atadura. Y al sentirse libre, se impulsó hacia la superficie tras romper una capa muy gruesa de hielo. Garitano y esa 'Resistencia' admirable que lo permite seguir con vida con tanto enemigo disparando alrededor de su casa. Fiera herida. Optó, sin embargo, por el estilismo y la sutileza. Sin ganas de venganza. ¡Vaya!, exclamó alguien: a Garitano también le gusta el buen fútbol. Y hasta el juego bonito.

Porque en este invento llamado fútbol, la verdadera belleza se derrama cuando la pelota recorre el campo veloz acarreada por tres o cuatro elementos que se sirven de pocos toques. Y llegar, así, a la zona caliente con el deseo ardiente de besar y besar las mallas. Un beso tan solo. Williams, el denostado hermano del aclamado Nico. Iñaki sin miedo. Desnudo y solo.

Iñaki Williams salta para celebrar su gol al Villarreal CF (Foto: LaLiga).

Se lanzó al vacío. Perdió la vergüenza el balón que conducía. Habiéndolo dotado de inteligencia y descaro, rodó la pelota en busca del éxtasis. Para conseguirlo, tuvo que atravesar el túnel que dibujaban las piernas de Asenjo asentadas en la hierba. Iñaki Williams acaba de dar en el morro a sus detractores. Son legión los que le acusan de que, en el mano a mano con el portero, se muestra incapaz de dar en la tecla adecuada.

Lo acababa de bordar el mayor de los hermanos. Claro que, su 'gesta' no habría sido posible sin la necesaria colaboración de Yuri Berchiche. El lateral zurdo capaz de obrar 'los milagros de la Copa' cuyo logro final a Garitano se le atribuye. Yuri 'titán'. Titán de 'tres ojos'. De otras tantas piernas. La de Luis de la Fuente para conducir. La de Urtubi para derribar barreras. La de, finalmente, Estanis Argote para tocar el balón en busca del corazón del área. Fue Yuri, un Yuri descomunal, el que, luego de su enésimo recorte hacia dentro, filtró un pase a uno de esos espacios vacíos que tan bien ataca el 'Usain Bolt del Athletic'.

"Siempre y cuando la propuesta de Garitano sea valiente". Para colocarnos a dos victorias de esa Real Sociedad que deslumbraba en su decidida carrera en busca del título de Liga. El Athletic, a seis puntos del "¿dream team?" de Imanol Alguacil a las puertas de ese choque cual ensayo de toda una Final de Copa. El Athletic de la presión alta. El de las rápidas, coordinadas, hermosas transiciones. El de un golazo 'coral'. El del testarazo a bocajarro de Vesga. Enfrente, había un rival. El Villarreal de Emery. El que regalaba piropos como a 'la sopa tolondra'. Porque el elogio es gratuito a priori. Y se desvanece cuando el que alaba no triunfa. Uno se pregunta qué  estaría pensando el míster del Villarreal camino del vestuario.

Unai Vencedor y Unai Simón marcando en La Cerámica (Foto: Athletic Club).

Armónico juego el de este Athletic dirigido por un entrenador 'escapista' que si vivo continúa es porque morir con  el escudo del Athletic pegado a su pecho lo aterra. Es verse dentro del 'último túnel', y poner su alma limpia al servicio de los suyos. Solo así se entiende lo armónico del fútbol del Athletic. Un juego que sonaba a flauta irlandesa mientras el 'Leon' [de Belfast] rugía. A gaita del 'gaitero entre brumas y a las puertas del amanecer'. Un 'Athletic onírico'. Lo nunca visto.

Tras el pitido final, me dije, Por qué no dar Medié Giménez el partido por finalizado. Si todo estaba en su sitio, por qué tentar a la suerte. Por qué dar vida al dicho de que "segundas partes nunca fueron buenas". Tenía miedo. Miedo de que el Athletic pudiera haber dado todo de sí. O de sí, todo, Garitano. Que el técnico del Athletic reculara. Uno de sus 'suicidios tácticos'. Meterse en él área. Colgarse del travesaño. El empuje del rival como pretexto. El cansancio como excusa. Y si los cinco cambios no son suficientes, cómo, cuándo el Athletic ser capaz de completar un partido redondo.

Empató el Villarreal de seguido a haberse anunciado el gol con ruido de trompetas. Por la banda izquierda. Esa que la ausencia de Capa había convertido en un erial. El 'Oeste salvaje' en el que los de Emery se dedicaban a pegar tiros. Llegó pronto el empate. Afortunadamente. Para el Athletic y el propio Garitano. Que, sangre fresca de León en el campo, decidió rescatar 'la versión de su fútbol más hermoso'. Los leones, como en el primer acto, dando un paso al frente, empezaron a correr hacia la portería de Asenjo dando ágiles y bonitos saltos sobre las 'baldosas' de la 'Ceramica'.

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  1. Eki

    Tenemos equipo pero no tenemos entrenador garitano go to home