Vergüenza 'propia' ante un partido espantoso del Athletic

Ajena. "Vergüenza ajena siento" dice el que se pone en la piel de una tercera persona cuyo comportamiento le resulta embarazoso, ridículo o patético. Vergüenza ajena habría sentido viendo al Athletic Club maniobrar frente al Levante en el Ciutat de Valencia. Pero como "Athletic ni naiz", como uno de los leones que terminaron naufragando vestía la camiseta que yo le había prestado, la vergüenza que sentía era propia, nunca ajena.

Vergüenza propia, sí, qué mal me sentía viendo ¿jugar? al Athletic. Viéndome a mí mismo en todos y cada uno de los jugadores, excepto en la figura de Unai Simón, que salvó el empate con una parada meritoria. El tempranero cabezazo de Iñigo Martínez presagiaba lo contrario de lo que terminaría sucediendo.

Tras el fiasco que supuso la derrota [0-1] frente al Cádiz CF, en manos de Marcelino estaba convencer al mundo 'Athleticzale' de que el fracaso casero no había sido sino un accidente de esos que suceden de Pascuas a Ramos. Una semana. Tan solo siete días para verificar lo que dijera Groucho Marx: "Partiendo de la nada he sido capaz de alcanzar las cotas más altas de la miseria".

Tan cicatera era la propuesta de Marcelino, tan pobre y ruin el juego del Athletic, que, viendo que nada sucedía, convencido de que nada bueno habría de suceder, sólo tenía ojos para el cronómetro impresionado en lo alto de la pantalla. El "tiempo es oro", se dice: ¡como si chatarra fuera lo trataba un Athletic de movimientos lentos, de transiciones agarrotadas! Mandaba el Levante. Era de ley: "se jugaban mucho", confesó Vencedor al final de la partida.

Un equipo, el granota, capaz de embotellarnos: ¡vergüenza propia! Dónde estaba la ambición, Iñaki Williams, dónde, las ganas. A qué juegas, Athletic, a qué jugamos. Qué plan es el tuyo, Marcelino. Adonde fueron a dar los partidos de LaLiga Santander frente al FC Barcelona, Mallorca, Atlético de Madrid, Valencia, Espanyol, Real Sociedad.

¿Adonde fuimos a dar todos? ¿Qué fue del aquel juego desplegado por el Athletic que nos dio la Supercopa?...

Miro la pantalla sin pestañear. Convencido de que lo que de la nada partió llegaría al cajón más alto de la miseria.  Ceguera. Contagio. Un Levante UD tuerto, rey en el mundo de los ciegos. Espanto. Desastre. Un partido que no hay por dónde cogerlo. Acaso reminiscencias de la final de Copa 'no jugada' contra la Real Sociedad. Mientras, en su área técnica, Marcelino, preparando su discurso final en la sala de prensa: "Hay que hacer más en ataque para ganar; exigirnos, generar más; ni un pero para el esfuerzo colectivo".

Marcelino: ¡quién te ha visto y quién te ve! Despachando un partido horrible al modo de Garitano cuando al de Derio le achuchaban a preguntas.

Sin Capa y Yuri, este Athletic es incapaz de estirarse...

El fútbol del Athletic nacía en la zaga, crecía por las bandas y alcanzaba el área rival con las 'peores intenciones'. En el Ciutat de Valencia, la defensa, fallando en las entregas, así los laterales como Yeray y el internacional Iñigo Martínez, que se prodigó en imprecisiones. Con Dani García y Vencedor a modo de agujeros negros que se tragaban los amagos de juego del equipo. Sin juego de bandas.

Con dos medio centros entregando las 'armas' al 'enemigo'. Deficiente la técnica individual. Inexistente el juego colectivo. Uno de los peores partidos de la 'era Marcelino'.

Un Levante vs Athletic que García Toral despachó en sala de prensa como si el espantoso juego de su equipo no le hubiera afectado. A mí, sí. Por qué ahora. ¡No me jodas, Athletic! No me hagas esto. Y con respecto a ti, Marcelino, deberías saber que por mi boca no entran tus ruedas de molino. Como si la tromba que cayó hubiera ahogado tus ganas de hacer historia en el Athletic. Vergüenza, en fin. Vergüenza propia.