Los Williams del Athletic, Brothers in arms

"Cuando marzo mayea, mayo marcea". A pesar de renovar a Nico Williams, hermano de Iñaki, no todo el monte es orégano, ni oro todo lo que reluce en el Athletic Club. Hamalau intxaur, hurreratu, eta lau. El refranero, esa fuente a la que se acercan los que tienen sed de una sabiduría que no les alcanza. Los entrenadores, creyendo sentar cátedra, se dejan ir en las salas de prensa que los acogen al final de la contienda para terminar llegando a ninguna parte. Frases hechas y deshechas, utilizadas hasta el manoseo. Como sobre el sentido de un poema y el olor de una rosa se pronunciaba José Saramago, si tenemos que darle mil vueltas a las emociones que nos provoca un partido de fútbol, es que algo no marcha bien ni en el intelecto ni en el corazón.

Cada jugada que se va desprendiendo del mecanismo puesto en marcha a raíz del pitido inicial son pinceladas sobre un lienzo, orfebrería en un retablo, visiones maravillosas del arco viejo clavadas en el iris de más de cuarenta mil pares de ojos. Cesen las palabras, pues. Que hable el balón. Que la pelota nos cuente lo que siente y ve en su frenético viaje que supone transitar de portería a portería.

Hace ya un tiempo, o dos, por aquello de que las segundas partes volvieron a ser buenas, que amordacé mis oídos para librarme de las sandeces de entrenadores, futbolistas y periodistas incapaces de ver tres en un burro. Ensalzados desde el Foro cuyo Senado se rinde al goce de tener, ver y sentir. Tener el partido y verlo.

Athletic Club vs Rayo Vallecano. En abierto, por si acaso. Sabidos están, por experiencias propias, de la  casa, que un espacio amplio se requiere por "aquel salirse del pecho el corazón; el inefable placer de merecer; el grato susto de correr y correr, del hogar" de Unai Simón hasta el portal del amado Dimitrievski. Frenético. De frenesí. Cuatro veces hasta el fondo de su portería. "Tres veces nos han disparado", se queja Francisco.

Se trata de minimizar a un Athletic que "ha hecho su partido". De 'acusarle' de ser "el equipo más físico de la Liga". De denunciarlo por haber metido el primero, y el segundo gol después, "derivados ambos de pérdidas nuestras".

Tal vez lo que Francisco pretende hacernos ver es que urge un cambio en el reglamento que invalide los goles nacidos al calor de la pérdida y del robo. "Ladrones de tantos y tantas". Es verdad, Francisco, no hay derecho. De tu equipo, todo; del Athletic, nada. Leones 'suertudos' que golean cuatro veces a un equipo que tan sólo tres tantos había recibido a domicilio.

Arrogante Francisco. Al que la humildad no le asiste. Y sin embargo, "felicito al Athletic", al mismo tiempo que "pido perdón a toda esa gente que se ha acercado a San Mamés desde Vallecas".

No es de extrañar que el entrenador del Rayo Vallecano obvie en enorme medida el soberbio partido protagonizado por este Athletic de Valverde. Y no lo es porque, así prensa como afición, en cantidades alarmantes, achacan la goleada a "un Rayo Vallecano que nos ha defraudado".

Llegados a este punto, me convierto en la fiera que emerge en la arena del Coliseo merced a un ascensor motivado por poleas. ¿Pan y circo? ¡De eso nada! León entre los leones. Manada que desafía al Rayo porque entiende que a los de Vallecas les ha llegado su San Martín.

Buen equipo el de la franja roja sobre su blanca camiseta. Bueno es. Y encima lo parece. Pero como obras son amores, la razón del gol que Guruzeta se santigua en una cruz imaginaria. Frenético partido. Fútbol del bueno. Y tras esa caseta en la que Francisco arengó a los suyos, el cumplimiento del viejo dicho que hace muchos años se le escuchó a un presidente: "Cuando uno está de suerte, hasta tu mujer pare hijos de otro".

Refranero en estado puro. No muy alejado de esa enorme mayoría que empequeñece las virtudes del Athletic para engrandecer los defectos de su rival. O sea, "el Athletic se aprovechó de un triste Rayo para golear al equipo Vallecano". No me metan en el saco, no...

Porque en el partido que yo vi, y del que disfruté, cabía la sutileza de Ander Herrera habitando la 'galaxia' de Ruiz de Galarreta. Allí, donde habita la virtud, juntitos los dos. Protegiendo las espaldas de un Sancet hecho de titán, dios y gigante. Cuando  baja a la tierra y se vuelve humano, como si por la alas de sus hombros propulsado. Corre, vuela, relampaguea. Lo intentan atrapar y se convierten en lastre que su fuerza asume. Dicen que lo ven aquí, ahí, allá.

El don de la ubicuidad para asistir a Guruzeta, que con la zurda la aleja de todos menos de Iñaki, bala feroz al centro del combate, fusila raso el soldado que a filas irá cuando Ghana lo convoque mientras el trovador le canta: "Tener no es signo de malvado". Como Unai Simón, presto para atacar los balones largos. Como De Marcos y Lekue, como Vivian y su compañero, tan crecido y seguro que se sube por las 'Paredes'.

Como, en fin, cómo olvidarme de él, ultimo y primero, primero y último. Había estampado la firma en su renovación. Faltaba la confirmación, del rito lo sagrado. Puro lujo lo suyo. El cuero rozando la madera. Silbando entró. Besó la red y alguien dijo, "Milagro en la Catedral".

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista

🧵 Haria ez dadila eten.

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— Athletic Club (@AthleticClub) December 3, 2023