San Mamés desespera y el Athletic paga los aranceles de Europa

Comercio con leña. Troncos de madera. También llamados 'tarugos'. "Ya están aquí los tarugos". Y con el nombre de tarugos se conoce a los vecinos de Pozoblanco. 'Pozoalbenses' es más largo y complicado. "Tarugo" es, pues, Antonio Raíllo Arenas. Central del Real Mallorca que entró a por todo a la salida de un córner y machacó con la testa la portería de Unai Simón, el guardameta del Athletic que no la pudo defender porque estaba vendido.

Pero no, rendido, el Athletic Club. O, si tomamos en serio la palabra de Antonio Raíllo Arenas, "el Bilbao". Así se expresó el central de Pozoblanco a la vista del gentío que lo escuchaba. Por parte de la persona que le entrevistaba, el miedo a corregirlo: 'Es el Athletic, señor Raíllo'.

Mejor callar. Ya ha quedado en evidencia. No vaya a ser que le tire de la lengua y me salga como el 'inquietante' Simeone, o su presidente, 'Siempre he pensado que era el Bilbao'. Corregir cansa. Es preguntar cerezas al Cerezo.

Me sorprendo a mí mismo al sentir como me siento al final de los partidos. Una rabieta corta y leve tras el rocambolesco gol que nos encajó el Atlético de Madrid. Un abatimiento sereno de seguido al segundo tanto de la AS Roma. Y al finalizar el choque ante el Real Mallorca, pensar que la igualada era tan natural como la puesta de sol y la salida de la luna que se habían implicado en el ajuste de cuentas entre Valverde y Arrasate.

Y cuando mi mundo emocional estaba amortizado, he ahí a Raíllo, Antonio de nombre, Arenas de segundo apellido. "Tarugo". Como tarugo es Arturo Luna Briceño. Guionista. Realizador. Natural de Pozoblanco. Escritor que recién ha publicado 'El miajón de los tarugos'.

De Simeone me lo sé todo. De su presidente, casi. De ambos, la intención y el deseo de hacer daño. Pero de Raíllo...

Un futbolista de 33 años que visita la Catedral. Asunto cultural. Deuda de una casa o el colegio. Jugador que se tapa los oídos mientras su entrenador arenga a los suyos en el vestuario, "Chavales, el domingo nos enfrentamos al Athletic". Podría haber sucedido.

Me inclino, sin embargo, por la cera de la que no se libra desde que empezó su odisea deportiva. 33 años. De campo en campo. De partido en partido. Y de repente, "el Bilbao". Tengo para mí que lo que el 'tarugo' pretendía era joderme a sabiendas que mi carné de socio se lo había dejado a un buen amigo.

Más daño, sus cortas luces, su desconocimiento de la 'ilustración', que la victoria no conseguida. Porque el punto ante el equipo 'apadrinado' por Aduriz valía su peso, aunque fuera en plata, y no de oro. Es lo que tiene Europa. El precio de los aranceles. Y la liga, que aprieta y exige.

Vivian, De Marcos, Yuri; Galaxy, Iñaki Williams, Unai Gómez, Maroan Sannadi... amén de la ausencia de Oihan Sancet, columna vertebral de un equipo que, a pesar del empate, o gracias a él, se permite el lujo de mirar por encima del hombro de Marcelino, caído en la batalla de 'Mendizorrotza', y del de Simeone, al que Bordalás le recordó: "Esto es fútbol, papá de Giuliano".

Nadie dijo al Athletic que competirle al equipo de Arrasate fuera fácil...

Acordémonos de la Gabarra, a la que Berenguer nos subió con su penalti glorioso. Mientras a la Real Sociedad de Imanol y Aperribai les cuesta recordar sus temporadas de gloria, el Athletic, jo ta ke, en la cresta de la ola. No así San Mamés. 'Catedral' abierta al culto para que el mundo vea que también en lo sagrado se práctica el 'mercadeo' y la 'profanación'.

A las puertas de la Roma, esa a donde los caminos nos llevaron, en las entrañas de nuestra propia familia, de la que nos jactamos como 'Unique in the world'... ‘Brothers in arms'... ‘Dire Straits', Mark Knopfler profetizando "estos apuros", esta "situación desesperada" que se vive en San Mamés".

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista