Mi anécdota con Oscar de Marcos: aunque tiene mil, esta vale y lo dice todo

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El Athletic y Oscar de Marcos estarán unidos de por vida
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Nunca es fácil despedirnos de la carrera deportiva de un futbolista
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Oscar de Marcos emociona a los athleticzales: "No quiero que mis hijos aprendan que el Athletic es sólo ganar o un escudo"
Nunca es fácil despedirnos de la carrera deportiva de un futbolista. Idealizados, los recordamos para siempre vestidos de corto en jugadas que quedan grabadas en la memoria. En este caso, con Oscar de Marcos Arana en el Athletic Club son muchas. Eligiendo me quedaré con una estampa: suele ser en los últimos minutos de cualquier partido en San Mamés, mejor con lluvia y de noche, “típica tarde de fútbol en Bilbao“ le gusta decir a nuestro Capitán.
Al trote, con las medias a mitad de tibia, en un repliegue intentando dar coberturas y corregir la posición, sin perder de vista la puesta en juego rival de la pelota, casi siempre tras habernos regalado otra carrera hasta la línea de fondo y haber puesto el anteúltimo centro en busca de un compañero; hablando de este futbolista el último esfuerzo está siempre por llegar.

El Athletic y Oscar de Marcos estarán unidos de por vida, así es este Club
Podemos pensar que termina una etapa vital, también disfrutar del comienzo de la carrera de un gran entrenador o un magnífico director deportivo, estará siempre dispuesto a ayudar, desde luego para empezar celebremos las horas que por fin podrá dedicar a su familia y a esos tres retoños athleticzales; conociendo al padre y al abuelo estarán pronto en las gradas de la Catedral.
En realidad ha valorado muchas veces este último día, siempre exigente consigo mismo y con su disponibilidad ha barajado más de una temporada que podía ser la última, los huesos mandan. Es una opinión, considero que el objetivo principal era cerrar su carrera en el terreno de juego, disponible para el míster y sus compañeros hasta el último partido, no quería ni un minuto de regalo mientras vistiera el brazalete de capitán.

Valverde este otoño tardará tiempo en entender que ya no tiene un 18 en la pizarra, en el fútbol el dorsal no se retira, se hereda, un ritual que obliga al sucesor a soportar el peso de la cifra y sus hazañas, el Capitán, desde un segundo plano ha cedido siempre los dorsales míticos a jugadores que van llegando, ya no podrá evitar ocupar para siempre la primera plana de la historia del Athletic, por derecho, se hace leyenda al andar, no es fácil hoy en día, ser un héroe local cuando el sentimiento cotiza de manera global, aquí todos somos de su Peña.
Llevo semanas con este artículo, no es fácil enlazar frases, no las quería trufar de números, partidos o fechas conocidas, se hace más complicado aún después de oír su despedida, Óscar siempre ha encontrado las palabras que explican su sentimiento hacia el Athletic, las justas, el punto y la coma en el lugar exacto, no voy a estar a la altura.

Os propongo una anécdota, el protagonista tiene miles...
Hace unos años, en la vieja valla del parking de de Lezama, una tarde de lluvia encontré una pareja con un chaval, el padre me contó que su hijo jugaba de portero en un club canario y le había puesto de nombre Unai en honor a su pasión por el Athletic, heredada del abuelo.
Esperamos juntos el final del entrenamiento a que saliera Simón, este cachalote tiene el corazón igual de grande que los guantes, de Unai a Unai se contaron ilusiones, después hicimos la foto entre dos locos de la portería, las emociones que recorren el rostro de un niño cuando descubre un ídolo que solo imagina por televisión son únicas.

Con los meses Juli, Rubén y Unai se convirtieron en amigos a superando la distancia; desde entonces una vez al año en San Mamés nos regalamos una jornada de fútbol animando al Athletic.
Una tarde de cerveza e historias, Rubén es un gran narrador, hablando de guachinches escondidos, del último paradón de Unai y por supuesto del Athletic, me contó su primera visita a Lezama, que acabó en una bronca con Juli en el camino de regreso a la estación, por haber perdido el tren esperando la salida de varios jugadores.
Mientras discutían se detuvo un coche al lado preocupado y les preguntó si necesitaban ayuda. La sorpresa creció, el conductor les abrió la puerta del acompañante y le invitó a subir. Carretera a Bilbao les hizo un recorrido por el Botxo y el conductor les contó que muy temprano valoró la importancia de la ayuda en carretera, de chaval descubrió la angustia que se siente esperando en una cuneta, con la bicicleta echa trizas después de un porrazo.
Hace un par de años Rubén nos dejó después de un accidente laboral, no entiendo muy bien porque la vida nos separa de seres tan valiosos.

En otra tarde de fútbol, Juli y Unai le despidieron juntos en su Catedral, en San Mamés el aforo es infinito, muchos días entre la megafonía si estas atento puedes oír el silencio que multiplica por mil el recuerdo de quienes nos han acompañado en el tiempo en la localidad y ya no están. La vida continúa, Unai sigue creciendo bajo palos, es más largo y serio que “su viejo”, no es fácil heredar la alegría por la vida y la cháchara de Rubén.
Juli, tiene muchos recuerdos, me cuenta que en su casa nunca olvidarán que un jugador del Athletic les recogió en el arcén de un camino de Lezama, les invitó a subir al coche sin muchas preguntas, les enseñó Bilbao y les llevó hasta la puerta de la pensión, era Don Oscar de Marcos.
A Rubén, como a Demar, como a tantos, mantengamos unida la cadena , su aita era le enseñó a respetar el Club de su vida, no importa donde ocurra: en Laguardia, en Santutxu o en Canarias, es para toda la vida. Nosotros, además, desde hace 16 años tenemos la suerte de saber que somos del mismo Club que Oscar de Marcos
• Por Aitor Elizegi, expresidente del Athletic Club