Ojalá Maroan Sannadi llene de razones al Athletic

Yo no quiero elefantes en el Athletic Club. Leones quiero, Maroan sannadi. Que sumen elementos a la manada. El último león que vi y ya no está se llama Javi Martón. Ernesto Valverde, en su partido de despedida, le regaló unos minutos para que se despidiera de un San Mamés que tal vez no volvería a pisar en partido de Primera división. Vestido de zurigorri, al menos. Quién sabe si el futuro le deparará una visita a la Catedral vistiendo la elástica de otro equipo.

Si la imagen que vuelve a pasar por mi corazón es el recuerdo de aquella acción, Martón salió del templo por la puerta principal luego de clavarnos su maravilla en los ojos. Un balón al espacio. A los grandes espacios. Un regalo para que se midiera con el portero en la suerte del uno contra uno. Vertical.

Una línea recta entre su posición y la mitad de la línea de gol. Lugar que el guardameta había desguarnecido para salir a su encuentro. Javi Martón tenía muy clara la suerte que pretendía ejecutar. Sobre el portero no podemos pronunciarnos. Erguido. Recto. Como una columna que estuviera sosteniendo el cielo. Tan alto y, sin embargo...

Javi Martón, sin opción para sus propias dudas, se decantó por una picada limpia...

Una cuchara grande, amplia, de esas que mi ama ponía encima de la mesa para tomar su deliciosa sopa de pescado. No recuerdo si el arquero se venció. Inerte o audaz, el destino del balón habría sido el mismo. Por encima de su cabeza, o de su figura descompuesta. No tuvo opción. Porque el gesto técnico del jugador del Athletic rozó las alturas a las que se elevaba Aduriz cuando le tocaba decidir en el nombre del padre.

Golazo. Que sus compañeros hicieron suyo al tratarse del 'tanto del amor'. "Un jugador tan querido en el vestuario". No así por Valverde, cuyo corazón no se aceleró así que la obra del futbolista condenado al destierro hubiera sido maestra, similar en belleza a esos 'bakalaos' a los que 'Espárrago' Urzaiz o el 'Zorro' Aduriz nos tenían malacostumbrados.

Qué será de Javi Martón. Del que nada se sabe y todo se dice es Maroan Sannadi...

El ariete de Vitoria-Gasteiz, atrapado en una redada de Lasesarre, recién ha sido convocado para la selección de Marruecos gracias a la nacionalidad prestada por sus padres. El poder que tiene el Athletic. Todo el que se viste de león corre el serio peligro de retirarse a la caseta con su camiseta salteada de virutas de oro. De no haber dado el salto de Primera REF a la LaLiga EA Sports, Maroan Sannadi le habría dado más puntos al Barakaldo de Imanol de la Sota, en el banquillo, y Joseba Núñez, en la Dirección Deportiva.

Fluctuaba el muchacho en esa nada previa a la diminuta aparición de una pelotita inverosímil que estalló de repente hasta que, 13.000 millones de años después, resultar nosotros, resultar, sobre todo, Maroan Sannadi. Algo le vio Ernesto Valverde luego de ser bendecido por Joseba Núñez, y De la Sota también.

A punto de cumplir 24 años, por Bittor Llopis bautizado, el 'Elefante Africano' necesitó media vuelta para poner de vuelta y media los gustos exigentes de un entrenador tan selectivo como Valverde.

Se lo vendieron. Lo compró. Se lo metieron por los ojos. Una viga enorme en la mirada fotográfica del entrenador de Vitoria-Gasteiz. "En la Pinto, en la Kuitxi, en la Zapa, La gente dura Rula, rula, rula, rula". Gente dura como Maroan Sannadi. 1,92 cms., 85 kgs.

Físico tremendo. Tren superior tan desarrollado que el comentarista de DAZN, o Movistar, tuvo la ocurrencia de "tener que tomar un taxi para recorrer la distancia entre sus dos hombros". El primer piropo. Su primera virtud. La corpulencia de un león al que Valverde, a la la tercera, le había concedido la titularidad. Palabra de Ernesto. Te alabamos, Athletic.

Nunca hacerse con el puesto de ariete había resultado tan sencillo en este Athletic instalado en puestos de Champions League. Nadie presto al desafío de la propuesta de Txingurri. La importancia de llamarse Ernesto. Gorka Guruzeta, Pitxitxi vigente, renqueaba. Pero vendía más su 'presunto declive' ante la irrupción de un hombre sencillo.

Sannadi, por la gracia de Ernesto Valverde, se había convertido en el enviado para derruir las barreras con las que el enemigo brutal se protegía de Iñaki, Sancet, Berenguer y Nicolás Williams. Tal era el cometido de esta suerte de Gilgamesh que le había llegado a la Valverde desde el imperio de Lasesarre.

"Fija a los centrales. Abre espacios. Derriba muros. Provoca expulsiones, penaltis y faltas al borde del área". La gente, sin embargo, queriendo leer palabras que hubieran quedado en el aire, flotando, a la espera; promesas por cumplir.

De la Sota y Núñez se dieron por aludidos. "El que crea que Sannadi es solo fuerza bruta se equivoca; hierra si considera que saltó al Athletic para pelearse con todo Dios y nada más. Maroan golea de cabeza, y con los pies. Maneja el balón con técnica depurada. Controla, conduce, pasa. Ve el juego de cerca, y también en la lejanía. Paredes, caños, taconazos, espuelas. Y no desentona a la hora del juego combinatorio".

Fue al día siguiente del 'cuadro' final de Oscar de Marcos...

Al lado de mi casa, enfrente del campo de La Florida, un bar que, a veces, cuando a Víctor algo le ha llamado mucho la atención, se convierte en un mentidero de sus verdades, y las mías. No venia a cuento. Yo, al menos, no había sacado el tema Había visto el Athletic Club vs FC Barcelona. Había descubierto a Maroan Sannadi.

Educado. Comedido. "Luis", me dijo, "Jolín, qué malo es Sannadi". En mi silencio había encontrado complicidad. "Cómo un jugador de primera división puede rematar tan mal; cómo, sobre todo, puede finalizar en solitario frente al portero de manera tan lastimosa. Se cae al intentar regatear. Intenta superar al portero con un remate ridículo".

No miento si les digo que Víctor es un hombre sumamente respetuoso. De ahí que su testimonio cobre más valor.

Lateral derecho era él. Medio centro ofensivo, yo. Entre los dos acaparamos Getxo, Santurtzi y Portugalete. Entrenados fuimos por Nico Estéfano, Blas Ziarreta, Lalo Gaztañaga, Javi Eskalza, Manolo Aresti, Zamorita, Manuel Varela Pernas, 'El Capataz'.

Suficiente fútbol jugado y visto para hacer una seria distinción entre Sannadi y Goyito, Maroan e Inoriza. Para que mi amigo viniera a mi escandalizado a cuenta del futbolista Maroan Sannadi, sacrílegos le parecieron sus modos.

Sacrilegio su proceder en una Catedral que despedía en vida a aquel escapista del mago Marcelo Bielsa que, en Old Trafford, de ninguna parte venía para llegar a punto a su cita con el gol... o la asistencia sobre Oscar de Marcos y la grada que le espera. A cuenta de Maroan Sannadi y el verde que le espera. Si se lo merece.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista del Club Portugalete