Mono Burgos, 50 años de fútbol, pasión y carisma
David Timón
Madrid, 16 abr .- Germán Adrián Ramón Burgos (16 de abril de 1969, Mar del Plata, Argentina) cumple 50 años. El 'Cabezón', para sus amigos. El 'Gorila', para el mítico Griguol, su padrino, descubridor y entrenador en Ferro Carril Oeste. El 'Mono', para todos.
Faceta musical al margen, el fútbol es y ha sido todo en la vida de Germán. Una actividad que le ha llevado a convertirse en una figura carismática del deporte en España y uno de los jugadores más importantes del Atlético de Madrid. "No me gusta nada que no sea fútbol", confesaba recientemente en la revista Papel.
Por ello Germán empezó jugando "con todo". Porque "todo es pelota", desde "un papel arrugado" hasta "una media de tu mamá" y "por eso el fútbol es el deporte del pueblo", seguía el argentino.
Si todo servía para jugar, cualquier parte del cuerpo valía para parar. Lo que fuera con tal de ser feliz, de divertirse jugando. Por eso, siempre fue fan de tipos como Hugo Gatti, mítico portero de Boca o del colombiano René Higuita, otro de sus grandes referentes. Gatti e Higuita siempre alegraban la grada.
Partiendo de estas reflexiones, se entendía mejor su conexión con graderíos y aficionados de diferentes partes del mundo. Porque el 'Mono' era un apasionado vestido de portero. Tan capaz de marcar su terreno en el área el día de su debut con Ferro (que terminó con aquella famosa anécdota en la que Blas Armando Giunta le preguntó si "quería morir en ese instante") como de salir de una alcantarilla como quien sale a achicar el área o a despejar un córner. Su anuncio en la campaña publicitaria de la agencia Señora Rushmore, asomándose desde el subsuelo a la calle, avisando el regreso del Atlético de Madrid a Primera división está entre sus grandes momentos.
Entrenar y jugar. Sus dos muletas en la vida. Se siente privilegiado por poder disfrutar del fútbol cada mañana en el Atlético de Madrid, ahora al lado del Cholo Simeone. El Mono Burgos es un personaje sensible. Entiende al jugador. Pegado a su pizarra, le encanta la estrategia a balón parado. Disfruta cuando sale bien su laboratorio de la semana los días de partido.
Atajaba los problemas como algún que otro penalti, de cara y sin miedo. Así paró uno de los que más calaron en la memoria colectiva del aficionado, a Figo, en un derbi: "Le dije que me iba a tirar a la derecha", contaba el Mono sobre su distracción previa en el postpartido.
El portugués reconoció que también influyó el hecho de que el arquero le "dijera cosas antes de lanzar, aunque no las entendiera ", según relataba la crónica de El País el día después de que el 'Mono' acabara el choque con algodones en la nariz para frenar la hemorragia de sangre provocada por su despeje facial al disparo desde los once metros del extremo madridista. "Uno de los balonazos que menos me ha dolido", confesó años después.
El 'Mono' es un tipo que desbarató el cáncer (de riñón) como cualquier uno contra uno de los que acababan en un gesto de frustración de los delanteros rivales, previa ejecución de su popular 'postura de Dios': rodilla clavada en el suelo y brazos completamente estirados.
"Fue algo inesperado. Vienen un día y te dicen que te tienes que operar. Yo tenía que jugar ese fin de semana contra el Mallorca -por donde pasó antes de fichar por el club rojiblanco- y le dije al doctor que me operaba el lunes", contó. Fíjense si arriesgaba su cuerpo para cubrir la portería.
Después llegaron los banquillos. En el mismo terreno en el que empezó todo. El comenzó a jugar en campos de tierra en Argentina. Y volvió a sus orígenes en Madrid en su nuevo periplo desde el banquillo. Dirigió al Carabanchel, entonces en Preferente.
Cerquita de Simeone, el Mono Burgos trata de 'enseñar a pensar' a sus jugadores para que crezcan y puedan resolver en milésimas de segundo. Con el Cholo, se entiende con la mirada. Sus susurros al míster, son consejos de sabio.
Vistiendo llamativas camisetas, masticando chicle, con gorras, melena o pelo corto, con guantes y defendiendo una portería o sentado en el banquillo con unas gafas de última tecnología, anotando las medidas de un campo regional o las jugadas ensayadas de córner en unos cuartos de Champions, el Cholo, el Atleti y el mundo del fútbol te necesitan. 50 años en la vida del Mono.