Sed de venganza en el Rico Pérez

Junio del año 2008. El Cádiz, que se creía salvado cuando faltaban ocho jornadas para acabar la temporada, enlazaba siete partidos sin ganar y se metía, de lleno, en la pelea por no descender. En una última jornada agónica, le tocaba visitar el Rico Pérez. La desolación de aquel día aún está en la retina de la afición cadista.

Vaya por delante que el Cádiz dependía de sí mismo. Llegó a la última jornada con 48 puntos, por delante del Racing de Ferrol (47) y Alavés (48, con el golaveraje a favor del Cádiz) y por detrás del Córdoba (49). Entre estos cuatros tendrían que salir dos equipos para Segunda B. Y sí, le tocó al Cádiz.
Y eso que la jornada empezó bien para el conjunto amarillo, que empezó ganando ante el Hércules gracias a un gol de Gustavo López. Pero Sendoa empató en la primera parte para mantener la presión en la afición amarilla. El Hércules no se jugaba nada, ya que no tenía opciones de ascender. Pero disputaron el encuentro con la máxima intensidad posible.
El Racing de Ferrol ganaba y se iba a los 50 puntos. El Alavés hacía lo propio y se escapaba con 51. Pero el Córdoba empataba y se quedaba estancado en los 50. En resumen: un gol del Cádiz le habría salvado de descender de categoría.
No estuvo lejos de obrarse el 'milagro': era el minuto 96 -sí, el 96- cuando el Hércules cometió un penalti al tocar un balón con la mano dentro del área. Abraham Paz, especialista desde los once metros en momentos decisivos, cogió el balón. Si marcaba, se salvaban y mandaban al Córdoba a Segunda B.
El portuense enfiló la portería, chutó con la diestra y estrelló el balón el palo. Paz cayó en redondo al suelo, desolado, envuelto en un mar de lágrimas. El Hércules lo celebró por todo lo alto. El Cádiz regresaba a la categoría de bronce, de la forma más cruel posible y empatando ante un Hércules sin nada en juego. En Carranza no se olvidan, y este domingo buscarán cerrar el círculo en el mismo estadio donde comenzó su andadura en Segunda B.