Un regreso a Segunda para comenzar el asentamiento

El conjunto amarillo recupera la categoría perdida hace ya seis años, cuando con Víctor Espárrago en el banquillo y Antonio Muñoz dando sus últimas boqueadas en la presidencia descendía en junio de 2010 en el Ramón de Carranza tras una estéril victoria frente al Numancia.

 
Un año antes, el equipo había logrado de forma brillante el ascenso a Segunda de la mano de Javi Gracia. Fue en la campaña 2008-09, que culminó con un salto de categoría en Irún y la consecución del campeonato de Segunda B ante el Cartagena. Una temporada gloriosa que no tuvo continuidad.
Esa vuelta a la LFP en la campaña 2009-10 estuvo muy lejos de convertirse en la primera piedra de la estabilidad en categoría profesional. Más bien fue el principio del infierno que el Cádiz vivió en años posteriores. Y es que ese efímero año en Segunda terminó por sentenciar a un 'quemado' Antonio Muñoz y originó la entrada en concurso de acreedores por la monstruosa deuda que el empresario cordobés acumuló al frente de la presidencia. A partir de ahí se vivieron unos años duros en lo deportivo y, en ocasiones, surrealistas en lo institucional.
En el césped, ese regreso a Segunda fue un desastre. Javi Gracia no pudo darle continuidad a su buen trabajo y tras varias goleadas en la primera vuelta - en Cartagena, Girona y San Sebastián - dio con sus huesos en el paro. Víctor Espárrago tomó el testigo como un ángel salvador, pero la realidad es que no pudo enderezar el rumbo y el equipo se fue al pozo otra vez, dejando una mancha en el brillante expediente del uruguayo como entrenador del Cádiz en dos etapas anteriores. Una muestra de la pérdida de papeles que condenó al club fueron los fichajes de invierno: llegaron Ramis - compatriota del entrenador Espárrago-, un auténtico 'paquete', y el balcánico Bogunovic, que no rascó bola. Un débil esfuerzo en el momento de reforzar al equipo que se pagó caro.
Y así, las consecuencias para el Cádiz no fueron solo comerse seis años seguidos en Segunda B, sino una tormenta institucional y una administración concursal que tuvo que poner el rigor suficiente para que el 'grupo de los italianos' comandado por Gaucci, de Bono y compañía no acabara con los cien años de vida del club. A los gestores italianos - por llamarlos de alguna manera - le siguió la llegada de 'Locos por el Balón', una alianza entre el actual presidente, Manuel Vizcaíno, y las posibilidades deportivas que ofrecían las cesiones del Granada de Quique Pina y la labor como director de esta parcela de uno de sus hombres, Jorge Cordero.
Por un lado, 'Locos por el Balón' - con Cordero y sin él - logró hacer dos equipos competentes para pelear por subir y, por otro, certificó la salida del club del concurso de acreedores. En su débito, las luchas intestinas dentro de esta sociedad por hacerse con el control de las acciones del club y la pública ruptura del presidente Vizcaíno con Quique Pina, dos circunstancias que crearon un clima irrespirable que a punto ha estado de dinamitar la temporada del equipo.
El ascenso conseguido esta temporada, no obstante, puede hacer cambiar todo el panorama y lo que antes eran puñaladas ahora pueden ser abrazos. Lo cierto es que el Cádiz navega a la Liga 2 impulsado por el apoyo de una afición que ha sostenido al equipo cuando más lo necesitaba. El regreso a Segunda debe ser ordenado, con calma y con un horizonte despejado. El primer paso será buscar la estabilidad en la LFP y olvidar los durísimos años de la Segunda B. El asentamiento y no precipitarse serían el mejor caldo de cultivo para alimentar el crecimiento en todos los aspectos del club.