No hay quien pueda con el líder

Dicen que el Girona FC es el coco de LaLiga SmartBank y puede serlo por el equipazo que tiene, pero a día el mejor equipo es el Cádiz CF. Tuvo muy claro desde el inicio cómo frenar a su oponente y lo ejecutó a la perfección. Con algo de fortuna en el primer tanto, sí, pero fue una victoria justa y cimentada en el ese lema de la camiseta de Cervera. La lucha no se negocia y, unida a la calidad de este equipo, lo tiene en lo más alto.

Como siempre que llega un gallito al Carranza, el Cádiz le esperaba con el cuchillo entre los dientes para hacerle daño. Y la primera ocasión clara fue para Alberto Perea, que no se aprovechó en el segundo palo del fallo del portero Juan Carlos tras un buen centro de Salvi.

La alineación del Girona impresionaba por algunos nombres, pero en los primeros compases del partido las cosas estaban muy igualadas. A los de Cervera se les veía con las ideas más claras y llegando por las dos bandas, aunque más por el lado de Salvi. La consigna de robar lo antes posible se estaba cumpliendo y eso le daba alas a la contra.

No se podía dejar jugar cómodamente a Granell, Diamanka ni Samu Saiz para que el balón no llegara a los de arriba. Le bastaba muy poco al conjunto visitante para crear peligro y Stuani marcaba a los 22 minutos, pero por suerte estaba en fuera de juego.

Tras un buen arranque, el Cádiz cometía el error de precipitarse cuando tenía el balón. Lo rifaba en demasiadas ocasiones y al Girona se le veía más cómodo en el campo con el paso de los minutos, aunque no se podía hablar en ningún caso de un acoso a la portería de Cifuentes, que en la primera media hora sólo tuvo que intervenir en una ocasión en un tiro blando desde la frontal.

Había que volver al buen tono del inicio y el Cádiz lo hizo. Contó con la fortuna necesaria y se puso por delante en un disparo de Perea que desvió hacia su propia portería Alcalá. Todo se ponía de cara una jornada más, pero el trabajo que quedaba por delante era enorme porque al rival se le caía la calidad de los bolsillos y cualquier error podía ser penalizado.

Había que seguir igual en la segunda parte, que comenzó con Caye Quintana en el campo en lugar de Nano Mesa. El Girona daba un paso adelante en busca del empate y había que resistir. Unzué quitaba al excadista Jairo, aplaudido en su salida del campo en camillas tras un choque con Iza Carcelén, para dar entrada a Álex Gallar.

El Cádiz conseguía que el equipo catalán no tuviera continuidad en su juego y eso era una bendición porque ver en acción a Borja García y compañía en acciones aisladas reflejaba que el peligro podría ser enorme si el equipo amarillo reculaba más de la cuenta.

Las ayudas eran constantes, la solidaridad estaba presente en todas las zonas del campo y Cifuentes seguía siendo un espectador cuando quedaban 20 minutos para el final. Unzué metía otro delantero, Jonathan Soriano, para quemar todas sus naves. Un cabezazo de Aday Benítez en el segundo palo daba el susto en el minuto 78.

Los últimos minutos fueron de gran sufrimiento para el cadismo porque el Girona subía con todo y la angustia se multiplicaba por momentos. Bodiger entraba por un exhausto José Mari y quedaba un último esfuerzo para no perder tres puntos de mucho prestigio. Los decibelios se disparaban en el tramo final por algunas decisiones del árbitro, que en ésas de perder algo los estribos sí estuvo fino para ver el codazo de Stuani, al que expulsó.

Y del padecimiento se pasó al éxtasis porque en una contra, y ya en el tiempo de prolongación, llegó el tanto de Álex Fernández, otro más, después de un centro de Salvi. Misión cumplida para un equipo que de momento no tiene techo.