Otra gesta para la historia

El matagigantes vuelve a escena. El Cádiz se ha impuesto al Barcelona haciendo justo el partido que tenía que hacer. Con sufrimiento, casta y algo de fortuna se impuso a un rival que no supo cómo entrarle. Una victoria que reafirma el valor de un equipo que sigue aspirando a competir con cualquiera.

El escenario era el más esperado posible, con el Barcelona como absoluto dominador del balón. Pero el Cádiz fue el que se puso por delante en el minuto ocho en un córner lanzado por Álex, peinado por Fali y rematado hacia su propia portería Mingueza. Álvaro Giménez remachó cuando el balón ya había superado a Ter Stegen.

Las cosas se ponían como quería el Cádiz. Con la seguridad que daba una ventaja, aunque quedaban muchos minutos por delante para aguantar el asedio de los culés. Jordi Alba estuvo a punto de marcar rematando en el segundo palo un centro raso de Dest.

La calidad azulgrana hacía daño por mucho que los amarillos intentaran cerrar todas las líneas de pase. En una contra tuvo Conan que impedir el 1-1 con una gran intervención a un disparo de Braithwaite. El monólogo era inevitable, sobre todo porque Negredo y Lozano estaban en el banquillo y sólo Álex era capaz de mantener la posesión cuando el equipo robaba.

El equipo resistía bien, con los lógicos sustos ante un equipo de este nivel. Marcos Mauro tuvo que pedir el cambio a la media hora y tenía que entrar Alcalá sin calentar. La concentración tenía que ser máxima y el objetivo era tener pulmones para hacer algo de daño a la contra, cosa que en el primer tiempo se dio en contadas ocasiones.

En la segunda parte había que apretar todavía más los dientes porque el sufrimiento era inevitable. Y lo doloroso fue que el empate llegó por un tanto en propia puerta de Alcalá tras un centro de Jordi Alba. Pero el Cádiz no se vino abajo, todo lo contrario. La fe hizo que Negredo, que acababa de entrar, luchara en una cesión a Ter Stegen y que consiguiera robar para marcar a puerta vacía quedando media hora.

La historia se repetía. Otra vez por delante en el marcador, pero ahora con menos tiempo por delante. La entrada de Pedri y Dembelé habían hecho que el Barcelona fuera menos previsible, pero el Cádiz seguía en lo suyo, con mucha gente en pocos metros y ahora con más capacidad para salir a la contra.

Koeman metía todo lo tenía en el tramo final, con Trincao y Pjanic. Cervera metía a Alejo, Bobby y Augusto cuando quedaban poco más de 10 minutos. Alejo tuvo el tercer gol en una contra, pero Ter Stegen lo impidió con una buena intervención. La victoria ya estaba empezando a dejar de ser un sueño.

Cerrar los balones interiores era prioritario y, además, se contaba con otra gran actuación de Conan, que impidió el gol de Pjanic en el minuto 85. En la siguiente jugada, Bobby pudo hacer el 3-1, pero su disparo cruzado se marchó levemente desviado.

Quedaba un último aliento y el premio podía ser mayúsculo. Cuando había alguna contra ya el equipo no tenía ni piernas ni ganas de dejar huecos para la siguiente acción. Llegó el final y una explosión de júbilo en un equipo que es un ejemplo.