Con un buen arbitraje todo es posible

El Cádiz se trae los tres puntos del Benito Villamarín en un partido donde pasaron cosas sorprendentes: dos expulsiones del rival, un penalti a favor y un descuento razonable. La demostración de que cuando el árbitro y el VAR funcionan, el equipo amarillo es capaz de ganar incluso ante un gran rival.

En la primera parte el Cádiz encaró el partido con personalidad. Presionaba arriba y le permitía hacer recuperaciones cerca del área bética, pero le faltaba acierto. Bongonda tuvo una buena ocasión en el arranque, pero su disparo le salió muy centrado cuando estaba en una excelente posición.

El choque se estaba jugando en la primera media hora más a lo que querían los amarillos, que no estaban sufriendo en exceso a pesar de la calidad de los locales. Bongonda era el jugador más desequilibrante, pero también Chris Ramos se dejaba notar jugando al espacio con su velocidad. El problema es que siempre le pitaban falta en contra en cualquier choque.

Una acción clave se produjo antes del descanso, cuando Canales fue expulsado al entender el árbitro que era el último hombre tras un robo de Sobrino. El Cádiz se veía en ventaja y pudo adelantarse con un cabezazo de Chris Ramos muy claro a centro de Bongonda. El partido se había calentado mucho y se veía que Cuadra Fernández estaba deseando compensar su decisión. De hecho, le perdonó la expulsión a Ayoze.

La cosa se puso de cara cuando Alcaraz transformó un claro penalti de Miranda en el minuto 53. El Betis estaba desquiciado y los cadistas se pellizcaban para comprobar que, realmente, las decisiones no iban en contra por una vez.

Era una tarde para el recuerdo. En una contra marcó el segundo Chris Ramos tras una gran asistencia de Bongonda en el minuto 59. Y, sin solución de continuidad, fue expulsado Aitor Ruibal por una agresión a Fali. Pudo expulsar a Miranda por un codazo a Iza, pero ya era mucho pedir.

En los últimos minutos el Cádiz se dedicaba a tocar el balón para que el tiempo pasara lo más rápido posible. El final sorprendente fue un rondo sin fin para asegurar el resultado ante un rival entregado.