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Mendizorroza, la cuarta estación de los sueños celestes
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Mendizorroza, la cuarta estación de los sueños celestes

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ElDesmarque Vigo

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El Celta ha jugado a lo largo de su historia, casi centenaria, cuatro finales de la Copa, una afirmación que tiene truco, ya que la primera, en 1908 no la jugo el club celeste como tal, pues hace 109 años el equipo ni siquiera existía. Fue el Vigo Sporting quién perdió ese torneo ante el Real Madrid, un conjunto, el Vigo Sporting que acabaría siendo la génesis del actual Celta, cuando en 1923 se fusionó con el Fortuna.

Esta es la historia de esas semifinales donde los vigueses han logrado alzarse con el triunfo para soñar con una final, lo mismo que vivirán los de Berizzo este miércoles. Una final que permita al Celta alzarse con el primer título de su historia, una Copa que se ha resistido en cuatro ocasiones. El Alaves es la penúltima piedra de un camino que comenzó ante el UCAM Murcia, prosiguió ante el Valencia para alcanzar el cenit contra el Real Madrid en una noche mágica en el Santiago Bernabéu. 


Pero si ha disputado cuatro finales, ¿Cómo es posible que solo haya ganado tres semifinales?. La historia vuelve a llevarnos a 1908, un 12 de abril en el Estadio O`Donnell de Madrid ante el Real Madrid. Un torneo que venía salpicado por las polémicas surgidas en el curso anterior.
Todos los equipos se negaron a participar en la Copa del Rey por motivos económicos y por actitud del público madrileño en la edición anterior. Solo el campeón de Galicia, el Vigo Sporting y el Real Madrid participaron por lo que se jugó directamente la final ese 12 de abril donde el equipo de la capital venció 2-1 con goles de Neyra y Revuelto, por parte del Vigo Sporting anotó Posada.

El Celta como tal disputaría su primera final en la temporada 1947-1948, un trofeo que en ese momento se llamaba Copa del Generalísimo. El Celta necesitó 10 rondas para llegar a la final. Tras eliminar al Atlético de Madrid en los cuartos de final con un contundente 7-0 los vigueses se topaban con el Espanyol en las semifinales. En el primer encuentro se llegó a empate a un gol por lo que se hubo que jugar un encuentro de desempate ya en Madrid.
El choque se disputó el 27 de junio de 1948 y el Celta ganaba 2-1 al cuadro perico para meterse en una final que perdería ante el Sevilla por un 4-1 ante más de 70.000 espectadores. Miguel Múñoz adelantó al Celta en el minuto 6. Arza en el 19 lograba el empate tras un cabezazo, con el empate a un gol se llega al descanso. Pero en la segunda mitad la mala suerte destroza a los vigueses. Mariano adelanta al Sevilla y el portero del Celta, Simón, se lesiona. Con el volante Alonso como meta del equipo el Celta se descompuso, para colmo de males se lesionaron también Yayo y Aretio mientras que un desesperado Pahiño agrede a Eguiluz y acaba expulsado. Era la primera final y el Celta se volvía de vacío de Madrid.


Y de nuevo el Celta tuvo que esperar una eternidad para poder volver a saborear una final de Copa del Rey. En la campaña 1993-1994 los vigueses se plantaban con un equipo muy humilde comandado por Chechu Rojo y Vlado Gudelj en unas semis ante uno de los conjuntos de moda, el Tenerife. El Tenerife era un equipo temible, con Jorge Valdano el frente de los chicharreros, pero la magia de Balaídos llevó en volandas a los célticos, el equipo goleaba por 3-0 en el partido de ida de penultima ronda de Copa.
Gudelj (llamado en esa época Gudeli) hacía el 1-0 en el minuto 16 a centro de Ratkovic. Gudelj volvería a anotar el segundo tanto tras un pase magistral en profundidad de Andrijasevic en el minuto 30. La jugada fue magnífica, quizás todavía más porque el comentarista de TVE había dicho minutos antes que Gudelj y Andrijasevic no tenían calidad. Con el partido cerca de acabar y el Celta con uno mes tras la expulsión de Gudelj al inicio de la segunda mitad Salillas lograba el tercer tanto tras una jugada llena de habilidad de Ratkovic.
El Celta lograba una renta muy importante para visitar el Heliodoro Rodríguez ante el favorito de la competición, un Tenerife que había eliminado al Real Madrid.
Pero el segundo entrenador del Tenerife menospreció al Celta y aseguró que su equipo iba a darle la vuelta al marcador en casa sin problemas. Miguel Ángel Cappa se convirtió en el objeto de ira de la afición celeste. El partido de vuelta acabó con 2-2 pero lo cierto es que el Tenerife se adelanto 2-0 con goles de Aguilera y Dertycia. Quedaban 30 minutos de sufrimiento, pero en ese momento emergió Gudelj como un coloso y enmudeció al Heliodoro con dos tantos en el 66 y en el 73. El Celta ya estaba en la final de Copa, el Zaragoza su rival.
La ciudad estalló en júbilo, su equipo, al que tantas veces había visto fracasar alcanzaba la gloria. Los Gudelj, Vicente, Salinas, Otero, Cañizares, Engonga habían llegado a la final después de eliminar a seis equipos. El Celta consiguió revitalizar la Copa del Rey, una competición que se estaba muriendo, más bien su afición que fue la que se volcó. 20.000 celestes abarrotaron buses, trenes, coches para ir ese 20 de abril a Madrid
El equipo se aisló en Albacete, pero eran conscientes de lo que se estaba originado en la ciudad. Y llegó la noche, los jugadores sabían que eran inferiores al Zaragoza, pero delante se presentaba una oportunidad histórica. Carnero reconoció años después que se le saltaron las lagrimas al salir al Calderón cuando vio la marabunta celeste.
Patxi Salinas se acercó a Cañete y de dijo "por ellos, esta noche no podemos perder" en el palco estaba un nervioso Ignacio Núñez, con una castaña de la bruja en el bolsillo, se le había obsequiado el, en ese momento alcalde de Vigo, Carlos Principe, para contrarrestar el gafe del presidente de la Xunta, Fraga.
El partido no pasará a la historia por su buen juego, Salva tuvo la ocasión más clara para anotar un tanto, pero ambos equipos fueron incapaces de perforar la meta rival. El Celta confiaba en los penaltis y la pericia de Cañizares para alzar su primer título. Pero no pudo ser, Cañizares no pudo atajar ninguno mientras que Alejo fallaba el quinto del Celta. Parecía que un topo le había movido el balón.
Las lagrimas y la decepción no tardaron en aparecer. Se rompía el sueño de un equipo humilde, obrero como la ciudad que lo vio crecer, pero no había nada que objetar. Un celtista de verdad nunca reprocharía nada a esos muchachos, lo habían dejado todo en el campo, se habían vaciado haciendo honor al escudo que portaban sobre su corazón y por un detalle no pudo ser. La decepción se transformó enseguida en orgullo, en admiración por lo conseguido, la ciudad recibió como héroes a sus jugadores.


 
Antes de ese encuentro, Celta y Barcelona ya se habían enfrentado hasta en cuatro ocasiones en aquella temporada 2000/01. Además de los dos enfrentamientos de Liga, ambos clubes se cruzaron en la Copa de la UEFA en una eliminatoria de cuartos final que pasaron los culés gracias al valor doble de los goles en campo contrario. El quinto partido tendría lugar un jueves 21 de junio de 2001. Una fecha atípica para una semifinales, pero en esta edición de la Copa del Rey se decidió que esta ronda más la final se jugaban al acabar la Liga en apenas diez días.
Para este choque disputado ante más de 26.000 espectadores en Balaídos, Víctor Fernández optó por el siguiente once: Cavallero; Velasco, Cáceres, Djorovic, Juanfran; Jayo, Giovanella; Karpin, Mostovoi, Gustavo López; Catanha. Enfrente estaba un Barcelona que tenía a Rivaldo como estrella indiscutible. El colegiado del encuentro fue Ansuátegui Roca, que tuvo mucho protagonismo. El inicio del choque fue horrible para el equipo vigués. A los seis minutos de juego, un centro de Zenden lo metía Simao en la portería celeste con un buen remate al primer toque.
El Celta no se vino abajo por ese tanto y apostó por su habitual fútbol de toque en busca de la igualada. Pepe Reina, el guardameta culé, salvó dos remates a bocajarro, uno de Mostovoi y otro de Catanha. A la falta de puntería se le unían las lesiones. Cáceres tuvo que ocupar el sitio de Djorovic en el minuto 25.
Por si esto no fuera poco, Gustavo López pidió el cambio y Jesuli entró en su lugar antes del descanso. En medio de tan mala suerte, la diosa fortuna apareció para el cuadro vigués en el descuento del primer tiempo. Cocu cometió una ingenua falta sobre Catanha al borde del área. Mostovoi la tocó en cortó para Berizzo, que fusiló a Reina con un potente zurdazo.
Con el subidón anímico que dio ese tanto, el Celta salió en tromba en el segundo tiempo. A los seis minutos de la reanudación, un centro de Velasco lo cabecea de forma excelsa Mostovoi al fondo de la red blaugrana. Golazo del mejor jugador celeste aquella noche de verano. Los pupilos de Víctor Fernández no dejaron en atacar y el colegiado se comió un claro penalti de Reiziger sobre Jesuli. El sevillano se tomaría la revancha definiendo una jugada excelsa de los vigueses con un fantástico remate desde fuera del área que ponía el 3-1 en el marcador. 
Con ese resultado, el juego se endureció y Cáceres fue expulsado de forma justa por doble amarilla en el minuto 82. Poco después, Ansuátegui Roca señaló penalti a favor del Barcelona tras un agarrón de Velasco a Rivaldo en la pugna por un balón. El defensa recibió dos tarjetas consecutivas, una por la pena máxima y otra por protestar esa jugada, por lo que el Celta se quedaba con nueve. La estrella culé lanzó el penalti y Cavallero detuvo su flojo lanzamiento al lado derecho de la portería local. Éxtasis en Balaídos, que celebró por todo lo alto una victoria que le dejaba con un pie en la final.
En el choque de vuelta Berizzo sentenciaba la eliminatoria con un gol en el minuto 2 del encuentro, Kluivert lograba el empate dos minutos después, en el cuatro pero el Celta aguantaría todo el choque sin encajar más goles. Los de Victor Fernández alcanzaban la final de Copa ante el Zaragoza, se repetiría la final de 1994, pero esta vez el Celta era el favorito ante un conjunto el maño que se salvó de milagro del descenso. Tampoco pudo ser, Mostovoi adelantaba a los vigueses pero Aguado, Jamelli y Yordi daban la vuelta al marcador. 
El Celta intentará este miércoles disputar su quinta final de Copa, el Alavés se lo pondrá difícil, pero en el espíritu de los vigueses está repetir, al menos, estas finales. Si lo logran habrá que esperar a ver si a la quinta va la vencida y el Celta levanta al fin, 90 años después su primer título.

 

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