Bingo casero entre balcones de Vigo para combatir el aburrimiento por la cuarentena
Cada día puntualmente a las siete de la tarde los vecinos de un bloque de viviendas del barrio de la Pastora, en Vigo, se asoman a sus ventanas para disfrutar de una apasionante partida de bingo casero con la que combatir el tedio, y que es apta para todos los públicos.
No en vano, lo único que "pierden" son unos minutos hasta que llega la hora de homenajear con aplausos al personal sanitario que brega contra la adversidad en la perenne lucha contra el coronavirus COVID-19 que ha confinado a toda la población en sus domicilios.
¿Y se gana? Pues no, al menos, hasta el pasado domingo. Ese día los vencedores sí vieron cómo, vía ascensor, viajaba hasta su casa, notificación incluida, una botella de vino acompañada de unas chucherías, -y todo ello con las preceptivas medidas de seguridad-, que algún donante anónimo decidió incluir por su cuenta para, de esta manera, hacer si cabe más interesante la jugada.
La entretenida iniciativa, según ha explicado a Efe una de las concursantes, Rosa, que no se pierde una contienda, partió en su origen de una vecina, una mujer que hace seis días para sorpresa de todos decidió introducir en los buzones de los residentes dos cartones y unas instrucciones a fin de que se sumasen a la partida vecinal ideada con el objeto de sobrellevar con ocio la cuarentena.
La respuesta fue inmediata y, esa misma noche, a las 19:00h, cual ficción televisiva, comenzaron muchos de los inquilinos de las cuarenta y ocho viviendas de los tres edificios que componen el bloque a tachar números de sus cartones a medida que la impulsora de la iniciativa los cantaba a pleno pulmón. Bien alto, para que se escuchase y no hubiese riesgo de equívocos.
"Pronto se vio que la propuesta tenía aceptación y que la gente salía a los balcones", sigue detallando Rosa, que comenta, asimismo, cómo los residentes en esta zona de la ciudad se han ido conociendo en la distancia, estrechando lazos, aprendiendo unos y otros algo más sobre las personas de las que antes poco, o muy poco, sabían.
En el presente, la situación es igual para todos, por la condición de recluidos; de ahí que las preocupaciones y los temores, en este momento, sean muy similares. "El bingo nos come media hora de confinamiento", destaca Rosa, que confiesa que cuenta los días de encierro como los reos en las cárceles: trazando rayas en la pared.
Y por ello agradece la idea de su comunidad, sobre todo por sus padres, los cuales se van animando a medida que se acerca la hora estipulada. Cuando la partida diaria finaliza, estos habitantes intercambian impresiones entre ventanas a la espera de que den las ocho para sumarse al aplauso colectivo que cada día España entera dedica al personal sanitario.
Una ovación que en este lugar ha cobrado mayor sentido, si cabe, desde que, gracias al bingo, vecinos como Rosa han descubierto que en su mismo bloque habita también personal del Servicio Gallego de Salud (Sergas). El lado bueno de las cosas.
La gente salía a los balcones", sigue detallando Rosa, que comenta, asimismo, cómo los residentes en esta zona de la ciudad se han ido conociendo en la distancia, estrechando lazos, aprendiendo unos y otros algo más sobre las personas de las que antes poco, o muy poco, sabían.