Expectación, decepción, indignación y liberación: Emre Mor, una ruina de 20 millones

Emre Mor no dejará de ser jugador del Celta de Vigo hasta el 30 de junio de 2022 pero su etapa en Vigo está a pocas horas de cerrarse de forma definitiva. Será cuando los vigueses anuncien junto al Karagumruk de Estambul la cesión del atacante turco 24 años por una temporada. En ese momento Emre Mor será historia, una historia que generó una gran expectación cuando se confirmó su millonario fichaje procedente del Borussia Dortmund. Decepción cuando su rendimiento no se acercaba al nivel esperado. Indignación en el momento en el que su falta de profesionalidad y ética del trabajo eran el día a día del jugador y ahora liberación. Liberación entre el club y el celtismo por poder cerrar una etapa negra, una hipoteca de unos 20 millones de euros que se resumen en muchos vídeos de Instagram, medio centenar de partidos, cuatro asistencias y dos goles.

En el verano de 2017 el Celta firmaba su fichaje galáctico, Emre Mor. El club, aunque ahora niegue que esas hayan sido las cantidades finales del traspaso, pagaba 13 millones de euros al Borussia Dortmund por un joven extremo que ya era internacional con Turquía, había dejado detalles de su inmensa calidad en la Champions League y que estaba llamado a ser un jugador de talla continental. Aunque los informes de su comportamiento no eran precisamente buenos el Celta se arriesgó con un fichaje por el que ahora señalan que se han pagado entre nueve y diez millones de euros.

Su ficha, fuera de lugar en la estricta escala salarial marcada por el Celta, rondaba con objetivos los 1,3 millones de euros netos por temporada. Más de dos millones de euros en gasto para las arcas celestes en cada una de las cinco temporadas que habían acordado. La etiqueta #AmoraMor relataba la euforia que se vivió en esos momentos con el jovencísimo atacante que iba a conformar un tridente de lujo con Pione Sisto y Iago Aspas bajo las órdenes de Juan Carlos Unzué.

El navarro fue el primero en castigar al turco-danés por su falta de compromiso y sus desplantes. Su primera temporada en Vigo, la 2016/17, era una absoluta decepción con solo 23 partidos jugados, cuatro de ellos como titular, y un único gol ante Las Palmas en una noche que se recordara por el triplete de Iago Aspas. Pero lo peor estaba por llegar ya que casi la mitad de los partidos que Emre Mor jugó con el Celta lo hizo con el técnico navarro en el banquillo.

Mohamed, Cardoso y Escribá tampoco pueden con Emre Mor

Unzué no siguió y llegó al Celta Antonio Mohamed, un fiasco de técnico más hábil en sala de prensa que en una sesión de entrenamiento. Uno de sus avales era haber prometido al club que iba a reconducir a su fichaje estrella. Jugó la primera jornada ante el Espanyol, se fue al banquillo y luego a la grada. Mohamed no contó con él, no fue capaz de reconducir a un jugador cada día más perdido entre sus amigos, sus coches de lujo y sus mensajes absurdos y desafiantes en redes sociales.

A Antonio Mohamed lo sustituyó Miguel Cardoso, que apartó a un jugador que volvía a estar en el ojo del huracán con su nula profesionalidad. El portugués, un técnico más serio que Mohamed, tuvo que sufrir la baja de Iago Aspas, sus números fueron horribles y acabó destituido en una de las peores temporadas de la historia reciente del Celta de Vigo. Los vigueses se agarraban al flotador de Fran Escribá, un técnico veterano y con experiencia en la liga, para salvar la categoría. Tampoco contó para el valenciano cerrando una pésima temporada con poco más de 350 minutos de la nada más absoluta.

El club buscó su salida en el verano de 2019, ya no confiaban en un jugador que era un lastre para las arcas de la entidad celeste y para el día a día en el vestuario. Emre Mor se la jugó a volver con el único técnico con el que confesaba que había sido feliz, Fatih Terim. Él había contado con el celeste para la selección turca y ahora dirigía al potente Galatasaray. La capital turca era su oportunidad de redención pero su cesión fue un fracaso absoluto. No marcó ni asistió en Liga ni en Champions League los pocos minutos que le concedió el que para Emre Mor era su padre en el mundo del fútbol y en invierno el Galatasaray cortó su cesión para mandarlo al Olympiakos griego. Allí ni jugó, unos pocos minutos ante el Pas Lamia, en el torneo de copa.

Propósito de enmienda: pretemporada y caos

Regresó a Vigo tras un año pésimo con dos cesiones en las que no fue capaz de darle la vuelta a una carrera que iba cabalgando desbocada hacia el fracaso pero que sí le permitía disfrutar de los placeres que proporcionan un sueldo millonario que nunca se había ganado sobre el campo, ya sea de entrenamiento o de juego. El verano de 2020 era el de su redención, renunció a sus vacaciones, se pudo en manos de un especialista como Kim Boye. Renunció a los coches de alta gama para usar un sencillo utilitario. Se propuso reconducir su carrera, volver a tender puentes con el Celta y con el vestuario. Este aceptó sus disculpas y le perdonó. Emre Mor se convirtió en "el fichaje de la temporada" realizando una buena pretemporada en tiempos de pandemia. Destacó en los amistosos ante Oviedo, Sporting de Gijón y Lugo pero tras ser titular en los cuatro primeros partidos de Liga, en los que su rendimiento fue de más a menos, volvió al banquillo.

Óscar García también perdía la esperanza con él y cada jornada que pasaba su presencia era más irrelevante mientras que los números del técnico catalán y sus polémicas con la directiva iban provocando un terremoto que terminaría con su destitución. Eduardo Coudet llegaba a Vigo avalado por sus grandísimas campañas en Rosario Central, Tijuana, Racing Club e Internacional de Porto Alegre. Desde el primer momento aseguró que Emre Mor no estaba al nivel físico necesario y que debería esforzarse para poder jugar con él.

El Chacho decidió darle la oportunidad de jugar ante Alavés, Getafe, Betis y Eibar partido en el que dio una mala imagen y en el que fue sustituido. Una pubalgia había lastrado su rendimiento a finales del año 2020 aunque sí fue capaz de mostrar su calidad ante un rival de escasa entidad como el UD Llanera en la Copa del Rey. En ese partido marcó un gol y dio una asistencia. Su partido ante el Eibar, el 24 de enero de 2021, fueron sus últimos minutos como celeste sobre el campo.

Emre Mor se había negado a someterse a una operación para tratar su pubalgia como le habían recomendado los servicios médicos del Celta y apostó por un tratamiento conservador. El turco, que ya había visitado en diversas ocasiones el emirato de Dubái, propuso irse al FIFA Medical Centre of Excellenxe de la lujosa ciudad árabe. Sin consensuarlo con el Celta decidió aumentar su estancia en Dubái y cuando regresó a Vigo no encontró la clínica en la que debía someterse a las pruebas PCR para reintegrarse al grupo.

El tratamiento no funcionó y Emre Mor finalmente fue operado pero Eduardo Coudet ya no quería tenerlo en el vestuario. El técnico argentino estaba muy molesto con el extremo turco-danés y este tuvo que realizar la rehabilitación en solitario. Cuando recibió el alta médica tampoco pudo trabajar con el resto de la plantilla ya que el Chacho había apartado al jugador. Su perdón no llegó, Emre Mor trabajó en solitario esta pretemporada en A Madroa o en Afouteza si la plantilla no estaba en la ciudad deportiva.

Emre Mor mostraba en Instagram su trabajo, asegurando que era feliz por poder hacer lo que amaba, "jugar al fútbol" aunque su fútbol se redujese a hacer algunos ejercicios en el gimnasio, correr sobre el campo y conducir en solitario para rematar a puerta vacía en el campo. Así fue pasando un verano en el que se puso en las manos de la agencia de Mino Raiola para encontrar destino. Finalmente Emre Mor jugará en el Karagumruk en calidad de cedido hasta que finalice su contrato con el Celta de Vigo en junio de 2022. El Celta deberá pagará un importante porcentaje de una ficha que le garantiza como mínimo 900.000 euros netos por temporada sin cumplir ni uno solo de los objetivos que tiene por contrato.

Emre Mor dice adiós al Celta con 52 partidos disputados a lo largo de 2.031 minutos de juego en los que marcó dos goles y dio cuatro asistencias. Todo ello con un coste para el Celta que ronda los 20 millones de euros entre su traspaso que el club cifra en cerca de diez millones de euros y su ficha, una de las más altas de la plantilla y que le permitió ingresar cerca de un millón de euros netos por cada una de las cinco temporadas que firmó como jugador del Celta de Vigo. Una cantidad que en parte sufragaron Galatasaray, Olympiakos y ahora Karagumruk.