Sevilla 2-0, min. 80: Acuña.
Celta 2-2, min. 93: Paciencia
Miguel Rodríguez se viste de Gabri Veiga para salvar a un pobre Celta
El peor partido de la era Carlos Carvalhal. Un despropósito inimaginable en el nuevo Celta de Vigo, un equipo que jugó más de 70 minutos con un hombre más y que notó demasiado la ausencia de Gabri Veiga. El canterano se ha hecho imprescindible por su capacidad para generar en ataque. Los vigueses, con una puesta en escena terrorífica durante todo el encuentro, encontraron un punto inmerecido en los instantes finales. Siempre estuvieron a remolque de un Sevilla ordenado que supo encontrar su momento para dañar a los de Carvahal donde más les duele, en el balón parado. Y aún así, cuando los de Mendilibar saboreaban la victoria llegaron los dos goles del Celta. Miguel Rodríguez se disfrazó de Veiga para lanzar la jugada del 2-1 que él mismo terminó con un duro disparo desde la frontal pegado al palo. Ya en el descuento Paciencia cabeceó al fondo de las mallas el definitivo 2-2 para salvar un punto para el Celta en el peor encuentro del luso. El Celta salva con un empate un duelo que no puede esconder la pésima imagen ofrecida.
El drama del balón parado
Carlos Carvalhal asegura que el equipo ha mejorado a balón parado pero lo cierto es que los últimos goles que ha recibido han llegado de esta manera. Con un hombre más En-Nesyri no podía rematar completamente solo por la inacción de la zaga celeste. Cervi se quedó atascado con un rival, Mallo defendió con la mirada el centro y Unai Núñez reaccionó tarde y blando. Un despropósito defensivo que le valió el 1-0 en contra en superioridad numérica.
Tampoco estuvo fino en los balones laterales el Celta concediendo más ocasiones a En-Nesyri. El marroquí pudo sentenciar el choque con un otro testarazo ante la pasividad de Joseph Aidoo. Al Celta le queda mucho trabajo por delante para mostrarse sólido en este tipo de acciones, su gran talón de Aquiles.
La vida sin Gabri Veiga
Carlos Carvalhal perdía por primera vez a Gabri Veiga. Fran Beltrán intentó hacer del canterano jugando más adelantado con Renato Tapia de escudero. El madrileño no tiene la capacidad de amenazar desde segunda línea ni con su disparo de media distancia.
La falta de claridad en ataque se acentuó con la ausencia de Luca de la Torre. Franco Cervi se había ganado la oportunidad de ser titular y la tiró por la borda con una actuación muy pobre. Salvo las acciones de Carles Pérez y los destellos de Aspas el Celta no generó nada. Fútbol lento, plano, sin chispa ni velocidad.
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Carvalhal terminó jugándose el empate con la entrada de Strand Larsen, Óscar Rodríguez y Miguel Rodríguez. A lomos del joven redondelano llegó la reacción celeste. Se inventó el 2-1 en el minuto 89. Paciencia marcó en el 93'. Un canterano haciendo de otro canterano para liderar al Celta. A Madroa sigue pidiendo sitio a base de goles y grandes actuaciones.
El Celta, sin saber qué hacer con la pelota
Carlos Carvalhal ha logrado construir un equipo que sin perder su atractivo ha sabido renunciar a la posesión de la pelota para ser letal. Ni con un hombre más acaparó el balón de manera clara y con el tampoco avasalló al rival. Al Celta le falta claridad en la medular para someter al contrario con el balón. Se siente más cómodo en transición tras recuperación.
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Sin juego, sin profundidad y sin ser capaz de encontrar una fisura en el Sevilla Carvalhal se la jugó quitando a Tapia para meter un delantero más. Paciencia entró para acompañar a Seferovic dejando a Aspas liberado. Ahí el equipo encontró algo más de juego pero solo con Miguel Rodríguez en banda llegó el desborde.
Con uno más 70 minutos
Pape Alassane Gueye se fue al vestuario en el minuto 18 por dos amarillas. La primera por un manotazo sobre la cara de Renato Tapia y la segunda por un pisotón a la pierna de apoyo de Iago Aspas. Una acción involuntaria pero clara en la repetición en la que se observa como con su pierna derecha pisa al moañés mientras le roba la pelota con la izquierda. El VAR avisó a Pizarro Gómez que no dudó en mostrar una segunda cartulina que dejó al Sevilla con uno menos casi todo el encuentro.
Como si la victoria fuese cuestión de tiempo el Celta se dejó ir en una primera mitad en la que apenas amenazó la meta de Marko Dmitrovic y concedió hasta siete saques de esquina. Toda la segunda mitad fue un quiero y no puedo hasta los últimos segundos en los que al Sevilla se le hizo muy largo el partido. Tras el gol de Miguel Rodríguez le entró el miedo a los de Mendilibar concediendo un segundo tanto.
