Ni Iago Aspas es capaz de resucitar al Celta

Una primera mitad absolutamente infame daba la salvación al Celta de Vigo. Un agónico empate sin goles en el Nuevo Mirandilla, contra un Cádiz que era muy superior, era suficiente para darle la salvación matemática a los vigueses. La razón estaba en otros tres estadios, donde los resultados acompañaban a los celestes. Que lo salven otros porque este equipo no se salva solo, era la sensación que se rondaba el ambiente. Y así terminó siendo porque el Celta encajó un gol al comienzo de la segunda mitad. También ganaba el Espanyol en Mestalla. El Celta, con Carlos Carvalhal firmando la enésima derrota de las últimas semanas, se agarraba a Iago Aspas. Todo al 'diez'. El moañés, como arma milagrosa para tapar todas las carencias de una temporada indecente. Aspas, para volver a tapar las las miserias de una dirección deportiva absolutamente errática desde hace años. Pero Iago Aspas está cerca de cumplir 36 años y tiene la espalda destrozada. Ni las infiltraciones le permiten acercarse a su nivel. A lago Aspas le pidieron resucitar un muerto pero ni Iago es Jesucristo ni el Celta es Lázaro. El descenso es una realidad cada día más cercana tras el 1-0 del Nuevo Mirandilla.

Día de transistores y móviles

Era imposible, con horario unificado, que el banquillo celeste no estuviese pendiente del resto de partidos donde el descenso estaba en juego. Almería, Valladolid, Valencia, Espanyol y Getafe se jugaban la vida con el Celta. Resistían, en una primera parte infame, los vigueses en el Nuevo Mirandilla. Era infinitamente mejor el Cádiz pero no lograban ponerse por delante. Los resultados al descanso, con empates en los Juegos del Mediterráneo, Mestalla y el Alfonso Pérez garantizaban a los de Carvalhal la salvación matemática.

El gol del Espanyol, el 1-2, al comienzo de la segunda mitad en Mestalla cambió por completo el panorama. Dejó de ver los resultados el Celta cuando Sobrino puso por delante al Cádiz. Todo se iba torciendo a medida que avanzaban los minutos ya que el Getafe también lograba adelantarse complicando más la supervivencia del Celta. Solo el postrero gol del Valencia, sumando un punto ante el Espanyol en el minuto 94, dio aire a los vigueses. En la última jornada solo queda un puesto de descenso por disputar. El Celta solo tiene un punto de ventaja sobre el Valladolid y empata con 40 puntos al Almería. Se lo jugarán contra el FC Barcelona, ya campeón.

El sacrificio de Mallo y Aspas

Hugo Mallo, con una férula de protección y un aparatoso vendaje en su brazo derecho fue titular. Iago Aspas, con la espalda maltrecha desde hace semanas, fue suplente. Los dos capitanes se sacrificaron para estar en la final del Nuevo Mirandilla. El lateral derecho estuvo muy por debajo de su nivel, cometiendo errores infantiles en la marca. Acabó sustituido en el 61, justo cuando entró Iago Aspas.

El moañés tenía por delante media hora para realizar el enésimo milagro que salvase al Celta. El juego mejoró pero no fue suficiente. Iago Aspas no puede solo y el resto del equipo está tan lejos de su nivel que la salvación parece una quimera. Los dos capitanes jugaron por encima del umbral de dolor recomendable. Sus caras al final del encuentro dejaban claro el dolor, tanto físico como espiritual, que están viviendo.

La falta de confianza, un lastre

Arrancó bien el Celta. Dos acciones de Renato Tapia y Carles Pérez. Dos disparos ante la meta de Ledesma que se convirtieron en un espejismo. El Cádiz fue mucho mejor durante toda al primera mitad. Theo Bongonda estuvo cerca de cumplir la ley no escrita de los exjugadores. El belga rozó el gol y estuvo a punto de sacarle un penalti a Galán. Entró el VAR a corregir la primera decisión de De Burgos Bengoetxea. También lo hizo para anular el tanto de Lozano por fuera.

El Celta deambuló como un cadáver en el Nuevo Mirandilla. Incapaz de dar dos pases o de superar el mediocampo rival terminó encajando el 1-0 en un desajuste defensivo. Tras el tanto local Carvalhal movió a su equipo. Metió a Iago Aspas y Paciencia. El portugués tuvo el empate en un remate de cabeza, tras centro de Mingueza. Mejoró el Celta, con un Cádiz que le cedió el terreno y la pelota, en la última media hora. Aún así la más clara fue la de Roger Martí con el tiempo cumplido. Un duro testarazo al palo. No hubo milagro celeste. Una nueva derrota, un golpe más directo a la mandíbula de un equipo completamente muerto.