Éxtasis blanquiazul

El Deportivo recibía a un Barcelona tremendamente enrachado en Riazor con la intención de mantener la buena línea edificada tras la llegada de Pepe Mel al banquillo coruñés. Con bajas significativas como las de Mosquera, Andone, Guilherme y Sidnei, Pepe Mel refrescó el once con jugadores menos habituales, invitándolos a demostrar su valía ante uno de los equipos más poderosos del mundo.

El Dépor arrancó el partido ordenado, dejando poco espacio entre líneas al Barcelona. El rombo de Luis Enrique se topaba una y otra vez con Álex Bergantiños y Celso Borges, bien posicionados en todo momento. Por delante, Bruno Gama trataba de mostrarse línea al costado a Fajr y Gil. Sin sufrir, los hombres de Pepe Mel poco a poco fueron creyendo en sus posibilidades, pues el rival apenas inquietaba pese a mantener la posesión de la pelota. 
Germán Lux tan solo se vio obligado a sacar una mano en una gran arrancada de Sergi Roberto hacia dentro del área. En una de las pocas salidas en largo en las que la segunda línea blanquiazul acompañó a Joselu, el delantero sacó un remate de primeras que hizo trabajar a Ter Stegen. Instantes después, el punta de Silleda se redimió marcando un tanto importantísimo en una jugada embarullada dentro del área. Con el 1-0 se llegaría al descanso.
El segundo tiempo comenzó con las peores noticias para el Deportivo. Luis Suárez aprovechó un balón suelto dentro del área para batir a Lux con disparo potente. El uruguayo no perdona, tiene media y no la malgasta. Aunque sus compañeros no le acompañen, no necesita prácticamente espacio para sacarse de la chistera.
Con el empate en el marcador, el Deportivo tenía dos caminos: encerrarse atrás fiándolo todo al error del Barça en el remate o mostrar personalidad e intentar mantener la compostura. Y la respuesta fue la indicada. Los de Mel encontraron vías para salir a la contra a través de Gil y en todo momento encontraron las costuras del rival. 
Transmitiendo magníficas sensaciones, Álex Bergantiños llevó la alegría a la grada coruñesa en un córner rematado a la red de manera impecable. Nadie había sufrido tanto como el coruñés. 
Riazor, con sufrimiento en la recta final, disfrutó por fin de la gloria. Éxtasis. 
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