Impotencia

El Deportivo afrontaba una oportunidad de oro para dar un paso adelante de cara a certificar cuanto antes la salvación ante un Granada prácticamente al borde del abismo al encadenar cuatro derrotas ligueras consecutivas. La ocasión parecía inmejorable, pero los hombres de Pepe Mel firmaron una de sus actuaciones más pobres de cuantas se recuerdan en Riazor atendiendo a los problemas con los que llegaba el rival.

En una primera mitad para olvidar, los coruñeses no consiguieron trenzar tres pases seguidos sin fallar en la entrega. Por momentos resultó desesperante para una afición ansiosa por disfrutar de algo a lo que engancharse. Sin energía ni el deseo de encontrarla, los blanquiazules no lograron aprovechar las carencias defensivas de un rival que se trabó cuando Wakaso quiso sacar el balón jugado. Pese a las facilidades ofrecidas por el mediocentro de Alcaraz, el Dépor no quiso destaparse en la presión para no precipitar las arrancadas por dentro de Boga.
Resultó descorazonador comprobar cómo la falta de solvencia defensiva nazarí no fue puesta a prueba ni por asomo. Entre lo poco destacable, las arrancadas de un Marlos Moreno voluntarioso pero desacertado a la hora de elegir cuándo, dónde y cómo soltar la pelota.
En defensa, Sidnei volvió a dejar dudas con y sin la pelota. El central brasileño no pasa por su mejor momento y el Dépor se resiente tanto a la hora de hilar una salida de balón cierto orden como a la hora de achicar espacios. Si a eso le unimos que Borges pasó de puntillas por los primeros cuarenta y cinco minutos y Guilherme mostró luces y sombras, las acciones ofensivas ya nacieron con defectos insalvables.
Entre lo poco destacable antes de alcanzar el entretiempo, un par de centros laterales de Juanfran que no encontraron rematador y un cabezazo de Arribas a la salida de un córner que fue repelido con relativa comodidad por Ochoa. Estupiñán gozó de la mejor oportunidad para los visitantes, un saque de esquina botado por Wakaso que el lateral ecuatoriano golpeó con la testa sin potencia.  
La segunda mitad arrancó con un Deportivo algo más ambicioso aunque igualmente desacertado. Riazor trató de espolear a sus futbolistas y sin embargo no encontró una respuesta en los mismos. Tan solo Juanfran tuvo las ideas claras para aprovechar sus subidas por la banda derecha con un mínimo de criterio, insuficiente a la postre pero destacable. 
Por si no llegase con semejante demostración de impotencia, Borges erró un lanzamiento desde el punto de penalti tras un inocente agarrón de Estupiñán a Andone dentro del área. 
El Dépor, ya sin el 'efecto Mel', no puede. 
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