Después de haber desperdiciado todas las oportunidades habidas y por haber para no depender de terceros en la pelea por entrar en la promoción de ascenso a Primera, el Deportivo recibía al Mallorca en Riazor obligado a iniciar una racha de tres victorias consecutivas para exprimir todas sus opciones de participar en el play off. No sumar un triunfo ante el equipo bermellón significaba reducir al mínimo las opciones de regresar a LaLiga Santander este curso. Pero esta vez salió cara cuando parecía imposible. Carlos Fernández, en la última jugada del partido y desde el punto de penalti, mantiene con vida a los coruñeses (1-0). Una proeza.
José Luis Martí no varió su hoja de ruta respecto a encuentros anteriores: optó por el 4-4-2 clásico, de nuevo con Saúl en el lateral izquierdo. El míster blanquiazul tan solo introdujo una modificación respecto al once titular con el que los blanquiazules cayeron derrotados en Lugo: alineó a Borja Valle en el extremo izquierdo en detrimento de Matías Nahuel. En el Mallorca, los más habituales, con Budimir en la punta del ataque y Lago Junior, Salva Sevilla o el betanceiro Dani Rodríguez como referentes.
El encuentro arrancó con mucho ritmo. Como estaba previsto, los baleares cargaron su ataque por el sector izquierdo, aprovechando la potencia de Estupiñán y sobre todo de Lago Junior. El costamarfileño dispondría de la primera oportunidad clara del choque a la salida de un saque de esquina botado por Salva Sevilla. Sin embargo, su remate desde el interior del área pequeña no encontraría portería. Tampoco el primer acercamiento del Dépor, en las botas de Carlos Fernández. El jugador más talentoso de la plantilla blanquiazul buscaría, sin éxito, superar a Reina desde la frontal del área.
Carlos llevaría la batuta de la ofensiva coruñesa durante todo el primer periodo. En sus botas y en las de Fede nacerían las situaciones de gol más claras para los locales, aunque dos de ellas caerían en los pies de Eneko Bóveda. El lateral vasco, en un buen momento en cuanto a confianza, no se amedrentaría a la hora de incorporarse a zona de remate, pero carecería de la clarividencia necesaria para alejar la pelota del portero de Villanueva del Trabuco.
Ya en la segunda mitad, el encuentro se abriría, los centros del campo de los dos equipos perderían presencia y el choque se trasladaría a las áreas. Aunque el Dépor apretaba, a Vicente Moreno no le tembló el pulso: el entrenador valenciano retiró a Ariday, introdujo a Abdón Prats y los suyos fueron a por el partido desde el minuto 56. Si los blanquiazules inquietaban a través de Cartabia y Carlos, siempre presentes, los bermellones también se mostraban a las puertas de la meta defendida por Dani Giménez. El meta vigués respondió a la altura de las circunstancias.
Consciente de que a los herculinos el empate no les servía, Martí quemó todas las naves: Christian Santos y Vicente Gómez –quien dispondría de la ocasión más clara en el minuto 85– saltaron al verde buscando acular al Mallorca en su área. También Matías Nahuel por el lesionado Quique González. Pero poco cambió. El Dépor, en un claro ejercicio de impotencia, no sabía cómo meterle mano a la zaga balear. A fogonazos, sin orden ni concierto, los jugadores se estrellaban una y otra vez contra un muro hasta que en la última jugada, cuando ganar se antojaba casi un milagro, Raíllo derribó a Matías Nahuel en el interior del área. Carlos Fernández, con toda la clase del mundo, superó a Manolo Reina. El fútbol a veces es inexplicable.