Álex Bergantiños, el pendón del Deportivo que sujetó la corona blanquiazul
Sirvan estas líneas como homenaje -incapaz- para abarcar la figura de Álex Bergantiños, cabeza que guarda la llave de A Coruña y pendón de un escudo que pierde ahora una parte. El último gran capitán blanquiazul que ha vivido la época más difícil y, aun así, nos ha ayudado a todos a levantar la rodilla del suelo una y otra vez. Gracias eternas, Álex.
La carrera de Álex Bergantiños es esas que te enseñan a no rendirte jamás. Para él todo ha sido una carrera a espaldas del tiempo, como si los relojes jamás importasen y los calendarios fueran meras fechas plasmadas en un papel. Llegó tarde al club de sus amores, en edad juvenil, pero más tardaría en debutar. Su primera convocatoria llegó en un partido aislado allá por 2004, pero no fue hasta 2011 cuando pudo estrenarse. Tenía 26 años y por el camino muchos ya se habían rendido. Él, de la Sagrada Familia de toda la vida, no lo iba a hacer. Vivió cesiones, casi destierros y ostracismo. Pasó por Xerez, Granada o Tarragona. Para otros una odisea de la que no levantarse. Para Álex, parte del camino. Desde entonces ha sellado su legado con 336 partidos, entrando en el top10 de futbolistas con más encuentros disputados.
A Álex solo se le pueden dar las gracias. Por defender el escudo durante dos décadas, pero sobre todo por hacerlo en los momentos más difíciles. En el recuerdo no quedarán trofeos como aquellos con los que soñó de niño. Aquellos que levantó Fran, de quien recogió un testigo que había quedado perdido en el limbo. Al deportivista le faltaba un representante y lo encontró en aquel '4' que nunca fallaba, que siempre estaba.
En su retina perdurarán imágenes que pasarán a la posteridad. Bergantiños es el capitán de una generación que ha vivido los peores momentos de su historia y ha visto como por su club había alguien partiéndose diariamente la cara. Las sufrió de todos los colores, de todos los ángulos. En su club, con su gente o contra el mundo. Vivió momentos infinitos, dos ascensos o una salvación agónica en el Camp Nou. También las noches más trágicas. Por eso Álex representa tan bien este sentir, fue él quien año tras año levantó al deportivismo.
Ser capitán en la victoria es fácil. Ser Álex, que ha vivido alguno de los momentos más duros de la historia del Deportivo, es muy difícil.
Por eso solo se le puede decir gracias. No ha habido mejor representante posible de lo que es el deportivismo: caer y levantarse. Perseverar y no desistir. Un chico de barrio representando a una ciudad. Un chico de la Sagrada que representa traza los sueños de A Coruña, que permite que los más pequeños tengan con quien identificarse y los más mayores a quien admirar.
Álex es el pendón del escudo, la bandera que otea sobre la Torre de Marathón, sujetando la corona para que no se caiga y soportando los cimientos para que no se derruyan. Sobre su espalda se ha aguantado una ciudad entera.
Es hora de entregar el testigo, de decir adiós a una leyenda con letras mayúsculas. Lo hizo todo por el escudo y representó mejor que nadie a una afición que ahora llora su marcha. Gracias por todo, Álex. Ejemplo para los que quieren llegar, y también para los que han derramado alguna vez una lágrima por el blanco y el azul.
Alex por tu dignidad sal del club , no seas participe de esta farsa, del declive del club. Quedarás como un héroe ahora mismo.