Chicos, lo de Messi no lo intenten en casa
El FC Barcelona sumó un nuevo triunfo (y acabó la fase de grupos de la Champions League como líder a falta de un partido) este miércoles ante el PSV gracias, como de costumbre, a la magia de Leo Messi.
No era la mejor noche azulgrana. No era la mejor noche de Ter Stegen, ni de Busquets, ni de Piqué, ni de Lenglet, ni mucho menos de Leo. Pero al argentino no le hace falta estar en su mejor noche: sólo necesita momentos.
Apretaba el PSV, pero perdonaba. Apretaba el PSV, pero la madera la sacaba. Sin embargo, para Messi no hay perdón ni madera que le valga, siempre te acaba 'matando'. Y esta noche lo volvió a hacer.
Arrancaba la jugada desde el centro del campo y la grada ya se silenciaba. Conducía Leo Messi y Dembélé, en un intento de auxilio, se encontró el balón en la frontal, encaró, dividió y se la devolvió al astro. Quedaba lo más difícil: recibir, encarar a cuatro jugadores y anotar. Pero lo hizo.
El silenció se apoderó del PSV Stadium
La grada apretó desde el primer minuto. Cada ocasión del PSV encendía a una grada que, tras 45', tres balones a la madera y varios errores en la elaboración culé, ya veían la victoria en sus manos. No contaban con Leo.
Quedaba sólo media hora, Van Bommel ya se relamía ante las opciones de encontrar un balón al final para llevarse los tres puntos y luchar, cuando nadie lo esperaba, por un puesto en la Europa League. Pero no contaba con Leo.
Él si contaba con su magia. Había cambiado todo balón que le había llegado a sus pies, había intentado hacer de 8, de 9 y de 10 a la misma vez, pero 'sólo' hizo lo que mejor sabe: desbordar a varios enemigos, sacarse hueco entre una increíble barrera de jugadores rojiblancos y mandar el balón a la escuadra.
El silencio se apoderó en el PSV Stadium y el Barça, por fin, encontraría sentido a su partido.
Chicos, lo de Leo Messi no lo intenten en casa: hace falta magia para cumplirlo.