En el Barça había grandes esperanzas puestas en Arthur Melo. El brasileño llegó el pasado verano como una apuesta de presente y de futuro, y poco tardó en meterse a la afición en el bolsillo. Su visión de juego y su capacidad asociativa, además de su calidad, sorprendieron a todos, y rápidamente se convirtió en titular. Tenía ADN culé y ya le colocaban como heredero de Xavi Hernández.
Algo que solo ha logrado en algunos tramos de algunos encuentros. Pero lo cierto es que, en choques como el de anoche, ante el Slavia de Praga, pasó completamente de puntillas. Cuando no dominan el encuentro, el ex de Gremio, por el que pagaron 40 millones de euros, sufre lo indecible. Y, lejos de marcar las diferencias, se esconde y no se arriesga.
A Arthur apenas se le recuerdan un par de pases fáciles, y constantemente retrasa el esférico a la defensa. Muchos ya le consideran un fraude, y no le ven con la regularidad y la actitud necesaria como para llegar a liderar el centro del campo la próxima década. La prensa no ha dudado en cargar contra él y exigirle que dé un paso adelante. Para eso fue contratado.
Necesitan a un cerebro en condiciones.
Y, si el ‘8’ no espabila pronto, puede verse adelantado. Porque en el banquillo están esperando su oportunidad Ivan Rakitic y el ya mencionado Vidal. Quizás no tengan sus habilidades, pero sí mucha más experiencia.
Más vale que Arthur se ponga las pilas…