La lluvia terminó ahogando al Levante

El Levante UD perdió en casa ante un Celta de Vigo que tuvo mejores ocasiones en la primera mitad, que acabó cediendo al empuje local y que terminó marcando a la contra un solitario gol que le birla un punto al Levante que lo saba por hecho. 

Los de Lucas Alcaraz sufrieron, ¿pero quién pensaba que eso no iba a ocurrir? para presentar batalla a los gallegos y tratarles de tú a tú durante todo el encuentro. Sin embargo, tras una primera mitad en la que los gallegos fueron mejores, los granotas se entonaron y se hicieron acreedores de un empate que se les escapó en las postrimerías del partido.
Bajo el tema "Under Pressure" (Bajo presión) de The Queen calentó el equipo. Eso y la lluvia, más propia de Balaídos que de Valencia, hacían presagiar una noche dura, difícil y triste para el Levante. 
El césped, pesado, propiciaba los errores. El más listo se llevaría el gato al agua. El Celta apostó por la calidad, el Levante por el alma, el corazón y la garra. Así, mientras Barral podía marcar en el primer minuto, Diop se resbalaba en el 4 y obligaba a que Mariño hiciera la parada de la noche ante Mina.
El meta gallego, en su salsa, estaba más fino que de costumbre, contempló tranquilo como la apuesta de jugar en la derecha con Morales y Xumetra le salía bien a Lucas. En la zurda estaba Rubén, agazapado a la espera de que los mencionados Xumetra y Morales que, una vez tras otra, acosaran a Jonny. 

Toma y daca constante

El partido era el típico de toma y daca constante. Ahora Uche cabeceaba alto por poco, ahora Nolito obligaba a sacar una mano providencial. La respuesta inmediata fue cosa de Rubén, que desde su banda partía para perfilarse y chutar fuera a la derecha de la meta de Sergio.
Orellana y Khron-Dehli marcaban la pauta del partido y se imponían en la zona ancha del terreno a Pape y a Simao Mate. Entre los dos pivotes célticos se cocinaron la enésima jugada, abrían a banda y esperaban en segunda línea. Así, en un balón devuelto a la frontal, el chileno se sacaba un chutazo con su pierna derecha que se estrellaba en el palo de la meta levantinista. El Levante se rehacía para acabar esta primera mitad atacando para dar muestras de que quería (necesitaba) ganar tanto como su rival. 

Un milagro que no marcara nadie

Tras una primera mitad en la que milagrosamente el electrónico no se movió, y con un arbitraje que sancionó en exceso a los locales -cuatro amarillas- se llegó al descanso. La sensación es que los célticos estaban más cerca del premio que el Levante. Al menos, las ocasiones eran más claras. 
El Levante salió algo parado en la segunda parte y más agazapado. Daba la sensación de que esperaba al Celta atrás para salir a la contra y buscarle el hueco a la espalda con la velocidad de los puntas y de los interiores; aunque la realidad es que los gallegos iban encerrando a los locales poco a poco.
En el 50' Nolito probó suerte y su disparo se fue desviado por centímetros. El público se impacientaba, el fútbol era ya sólo cosa de los visitantes y la garra de los granotas. Poco después Orellana fallaba de forma incomprensible. 

Había que dominar el centro del campo

Lucas sacó a José Mari por un silbado Pape Diop. Había que controlar la medular porque el partido se iba de las manos. La reacción no se hizo esperar. La medular granota recuperó un balón, se la hizo llegar a Uche, éste en profundidad a Barral para que hiciera el pase de la muerte a Xumetra que no llegó a su destino por poco. El Levante se desperezaba y ofreció sus mejores minutos de juego. 
Faltaba completar la reacción y el técnico granadino sacó a El Zhar por Xumetra, cuyo desgaste fue reconocido por la grada con una sonora ovación. 
Todas las cartas estaban sobre la mesa. El cansancio empezaba a pasar factura a los gallegos y se les notaba incómodos en defensa. Habían tenido las mejores ocasiones y habían perdonado. Uche lo probaba de nuevo de cabeza a la salida de un córner. Quedaban 20 minutos y la tendencia se había invertido.
El técnico visitante, Berizzo, se dio cuenta y sacó a Pablo Hernández por Santi Mina y a Charles por Larrivey. Quería recuperar el pulso a un encuentro que se le iba.

Delanteros al campo

Quedaba un cuarto de hora y cualquier detalle podía desequilibrar la contienda. El Levante metía más. Era todo a base de empuje, pero sin calidad ni claridad y con un arbitraje severo que cortaba cualquier atisbo de continuidad en el juego. 
El empate valía, pero menos y Lucas se jugó el todo por el todo. El entrenador puso en Liza a su hombre más ofensivo, Rafael, y sentó a Rubén. El Zhar, Uche, Barral, el propio Rafael... toda la artillería estaba sobre el Ciutat.
Esa apuesta desguarneció la defensa granota que vio, impotente, como Nolito la ponía en bandeja para que el recién salido Charles hiciera a placer el 0-1. Fue un jarro de agua fría y el cielo se abrió. La lluvia, radiactiva en lo anímico, se cernió sobre el Ciutat. El Levante ya no tuvo tiempo para reaccionar y acabó perdiendo tres puntos cuando ya saboreaba, al menos, el empate.
Caía la mundial, tronaba y relampagueaba el cielo. Era una triste alegoría del fin del mundo granota. Ahora bien, si un equipo consigue salir a flote de chaparrones como el sufrido ante el Celta, ese es el Levante.