Casadesús evita el tortazo

El Levante UD, una vez más, rescató un punto en el último suspiro gracias al oportunismo de Víctor Casadesús en un encuentro en el que los de Lucas Alcaraz volvieron a empezar por detrás, igualaron rápidamente y de nuevo se les puso cuesta arriba por culpa de un tanto de un viejo conocido como Felipe Caicedo. A los granotas les costó reaccionar pero, como viene siendo habitual en el Ciutat de València, ya sea para bien o para mal, lo mejor sucedió al final cuando el delantero mallorquín cazó la pelota y un punto que, a estar alturas de la temporada, empieza a ser escueto para un equipo que necesita sumar de tres en tres.

El conjunto granota saltó al terreno de juego mucho más animoso que frente al Valencia. La ocasión lo requería: se termina el tiempo, el descenso está echándole el aliento en el cogote y, sobre todo, jugando delante de su afición. Los de Lucas volcaban su juego ofensivo en su mejor arma, la banda izquierda con Toño y Morales. Pero las acciones ofensivas, como la arena que se cuela entre los dedos, se quedaban en nada. Pero parecía mejor plantado el equipo hasta que llegó el guantazo de realidad en forma del enésimo error defensivo de la temporada. La zaga despejó un centro del Sergio García y la pelota cayó en la frontal para que Víctor Álvarez la empalase. Mariño la detuvo pero el esférico quedó muerto en el área y Lucas Vázquez llegó como una exhalación, ante la mirada, y nada más, de los centrales azulgrana, y la metió para adentro.
De nuevo el Levante, más o menos bien plantado, condenado por sus desajustes en la retaguardia y ya da igual quién juegue. De todos modos, todavía lo compensó el conjunto de Orriols porque era el 17' y, tres minutos después, Simao cabeceó a la red un saque de esquina de El Zhar. Así, los valencianos se recomponían e incluso recuperaban el control del juego, un dominio por otro lado estéril y que no les conducía a ningún sitio. Porque parece que, si no logran marcar, los granotas están condenados a encajar por su extrema endeblez atrás. Se demostró al filo del descanso. Sergio García se adornó en la frontal con un taconcito hacia Víctor Álvarez y en ese momento el pivote blanquiazul ya tenía en mente a Caicedo. El ecuatoriano le había ganado la partida a Juanfran, que lo encimaba pero sin estar encima. Recoger Felipao el cuero y verlo besando las mallas fue casi el mismo movimiento. Mariño fue un convidado de piedra. 1-2 y el atacante perico, por cierto, no lo celebró por respeto a su ex afición.
En la segunda mitad, el Levante salió a intentar remontar desde el principio y a punto estuvo de hacerlo en un contragolpe conducido por Nabil El Zhar. El marroquí cedió a Barral que le acompañaba en la carrera y el gaditano envió hacia Morales pero su velocidad esta vez no fue suficiente y la punta de su bota quedó a pocos centímetros de empujarla. A partir de ahí, el conjunto azulgrana entró en un declive en el que, de no ser por las buenas intervenciones de Mariño, podría haber encajado una derrota más abultada. Lo comprobaron Víctor Álvarez en el 62' y Stuani, en un cara a cara a muerte, en el 82', después de una grave pérdida de Rubén en zona de creación. En medio de la seguidilla de acciones blanquiazules, Barral todavía estrelló un disparo en el larguero.
Lucas Alcaraz intentó arreglar la situación dando entrada a Rubén García por Iván, una entrada ofensiva y dejándole a Morales toda la banda derecha, una de sus variaciones habituales de esta temporada. Dominaba el Espanyol pero todavía estaba por llegar el minuto mágico de los granotas de esta temporada, el 85'. En ese momento, a la desesperada, empezó a buscar el empate el equipo de Lucas. Tanto que, en un balón suelto que le cayó a Casadesús, remató cruzado y superó a Kiko Casilla. 2-2. De nuevo una velada de infarto en Orriols. Tanto que, en el 90', Uche disparó a bocajarro a pocos metros del portero espanyolista pero, esta vez sí, Casilla realizó una gran intervención.