(1-1) Apoño es el Zidane del Málaga, faltan los ‘pavones’

 

Muñiz aprovechó la Copa para hacer experimentos y apostó por un novedoso 3-4-2-1 con Iván, Juanito y Weligton atrás; Gámez y Mtiliga como carrileros a la antigua usanza; Xavi Torres de ancla y Benachour como ‘hombre ascensor’ en la zona ancha; Obinna y Luque por dentro y Edinho como referente ofensivo. Sin embargo, el equipo no supo de qué iba la historia. Le faltó criterio en la circulación de balón, orden en la presión en campo contrario y, antes de empezar a sudar, se encontró con un gol en contra que rompió en mil pedazos su previsión de partido. Un centro de Pennant desde la derecha lo remató el ‘lince’ Lafita (así lo apoda el famoso ‘speaker’ Arturo Sisó) ganando en el salto al debutante Iván y rematando en los morros de Roberto. Era el minuto 10 y el enfermo volvía a recaer de los síntomas que lo tienen en coma y en cama. El gallo no había hecho más que saludar. Pero su quiquiriquí no despertó a un Málaga que echaba de menos a su líder, Apoño, y que empezó a confundir agresividad con intensidad.

 

La jugada del gol maño se calcó justo después en el área contraria. Diferente portería y diferentes actores. El centro no era de Pennant, sino de Gámez, el rematador era Edinho y su defensor, Ayala. La acción terminó en agua. Lógico. Como el juego estático el Málaga no funcionaba, Luque asumió el mando en las jugadas a ‘pelota quieta’. El egarense va al trote con el balón en juego y le pesan los cordones, pero su zurda es un regalo de los dioses. Un intento de córner olímpico (minuto 24), una falta lateral que envió a córner López Vallejo y otro saque de esquina al segundo palo fueron los únicos espantos que se llevaron los aficionados zaragocistas antes del 'bocata'.

 

En el descanso, Muñiz agarró a Apoño y le dijo que era su tipo. El palmillero no se puso colorado y se lanzó a la pista de baile con la confianza del que ha ligado. Es el único rayo de sol que alumbra a este Málaga sombrío. Todos lo saben. Apoño tiene ángel. Cuando sólo llevaba segundos en el campo y un par de balones tocados, pudo virar la suerte del equipo, pero ni Edinho (pudo sufrir penalti en ese lance) ni Luque llegaron a rematar un buen centro de Obinna. Era la primera acción en juego con cierto peligro que el equipo de Muñiz creaba en lo que se llevaba de partido. Entonces, el Málaga se templó y encaró el encuentro, pero el correcaminos siempre corre más que el coyote. Es difícil remar contra la corriente de verse por detrás de todo. Al equipo le faltaba el pellizco de confianza que volvió a darle Luque en una acción a balón parado. López Vallejo se lució por dos veces porque, además de atajar el disparo del ‘5’, repelió el remate de cabeza picado de Edinho en la segunda jugada. El equipo se vio más guapo en el espejo. Corría el 55 de partido.

 

El balón ya no le huía, la presión se hizo más armónica y las imprecisiones dieron paso a la varita de Apoño. Qué lujazo de jugador, es el Zidane del Málaga. Nadie, sólo él podía equilibrar el marcador. Contó con el apoyo de Luque, eso sí. Una jugada del zurdo malaguista por la derecha, con autopase incluido, rebotó en las manos de Ponzio dentro del área. Penalti. El primero de la temporada. Guiño del destino. El palmillero cogió la bola y volvió a lucir su maldad en los once metros. El tanto, dedicado a Munúa, puso nerviosos a los maños y al árbitro y dio alas a un Málaga que terminó jugando a gusto, muy a gusto. Baha, Obinna y Valdo tuvieron en sus botas una victoria que hubiera sido merecida visto los méritos del Málaga de Apoño, que emuló a su ídolo 'Zizou', pero que echó en falta a sus 'pavones'.