(0-0) El Málaga le vuelve a fallar a su afición
Málaga C.F. | 00 | 00 | R.C. Deportivo la Coruña |
R.C.D. Coruña: Aranzubía; Laure, Colotto, Lopo, Manuel Pablo; Rubén Pérez; Guardado, Valerón (Morel, min.46), A. Tomás, Juan Rodríguez (Juan Domínguez, min.71); Xisco (Lassad, min.86).
0-0.
La explicación de lo que deparó la primera parte no merece demasiadas líneas. El Málaga tuvo el balón, pero en pocas ocasiones supo qué hacer con él. Mucho merodeo, movimiento horizontal, nula profundidad. Presión, ansiedad, miedo o incapacidad, le costó horrores elaborar un fútbol convincente. Y eso que el Deportivo no quería el esférico ni regalado. Con este plan, el bloque que dirige Miguel Ángel Lotina triscaba feliz por La Rosaleda. Pese a ello, la sensación era que con muy poco se plantaba delante de la meta de Willy.
La intención de los de Pellegrini fue loable, al menos pretendía proponer algo mientras el cuadro gallego se dedicaba a esperar alguna contra casual, pero apenas concretaron una jugada. La que hilaron Seba y Rondón, quien marró de volea solo ante Aranzubia. Irreconocible el vinotinto respecto al de hace dos semanas. Corría la mitad de la primera parte. Respondió el Dépor con un disparo desde la frontal de Guardado. Se animó el partido y le anularon al Málaga un gol por falta de Rondón a Aranzubia. Bien anulado. Luego Pérez Lasa mandó a Laure a la caseta tras un forcejeo con Eliseu. Algo le dijo al luso. Momentos después apareció del descanso. Un total aburrimiento en Martiricos.
Tras la reanudación, lo esperado: Lotina colocó el autobús frente a la puerta de Aranzubia. Nueve hombres por detrás del balón, una maraña impenetrable para el Málaga, en busca de una grieta que permitiera la ocasión salvadora. Pellegrini, previsible, cómo no, sacó a Maresca y Quincy para abrir la lata. Lamentable el ghanés. Lo único que hizo fue ganarse una amarilla. Y le perdonaron la segunda. La desesperación comenzó a aflorar en La Rosaleda. Murmullos y algún pito. Los blanquiazules intentaron ser pacientes, pero sin ideas. Era cuestión de épica, como tantas veces con el agua el cuello. No les quedaba otra para asaltar el muro coruñés. Maresca tuvo una en el área, pero la detuvo el portero deportivista. Rondón la cabeceó en el punto de penalti, aunque se marchó fuera. Juanmi saltó al campo en el 77. Se pudo arriesgar más en vista de que el rival estaba parapetado atrás. ¿Sabe Pellegrini lo que tiene realmente entre manos, en serio es consciente de lo que está ocurriendo?
Se instalaron el miedo y el nerviosismo. Cualquier error tenía su repercusión en la grada. No había manera de entrar en la cueva del Dépor, que amagaba con Guardado. Duda estaba fundido y Jesús Gámez, impreciso. Ya no había cabeza, ni siquiera piernas sólo corazón. Hasta Demichelis se asomaba al área rival. Pero no hubo ninguna ocasión clara, ningún cartucho que gastar delante de Aranzubia. El Dépor cumplió su objetivo con cierta tranquilidad, el Málaga estuvo muy lejos de acariciar la victoria. La Segunda División está acechante si no lo impiden las matemáticas.